-Oh bendita demencia, que me has hecho ver los rostros más enfermos del espacio, que me has hecho correr de mi sombra, en calles bendecidas por los vagabundos, oh bendita demencia perdí el control y lo busco mientras las voces cantan y prenden fuego a las paredes, mientras me maquillo con sal, los ojos de cemento me observan.
El silencio se siente frió, mientras vendo mi cordura para comprarme un abrigo, el cielo es sínico con nosotros, nos hace sentir que todo está bien, pero cuando llora, todos tenemos que soportar sus lágrimas.
Oh bendita locura, me acaricias mientras me apuñalas, hasta que quedamos exhaustos mirando el atardecer, para cuando decido caminar a casa, la paranoia me hace correr hasta tropezarme, usando la tierra de almohada sueño con una pesadilla, donde todos mis demonios están en una pieza vacía en silencio, ninguno es capaz de mirarme a la cara. Para luego despertar y ver la ciudad en llamas y la gente desesperada corriendo, todos preguntándome: ¿Por qué lo hiciste?
Las carcajadas son inevitable de mi parte, pero siempre son capaces de extinguir las llamas con sus orinas y sus eses, claro que no limpian nada al acabar con el fuego.
Oh demencia, enemiga de los limites, aconsejadora de mi soledad y madre del creador del universo, solo pido que el día que te suicides, hagas aplaudir al mundo antes mis pies.
