Hastiada de edificios y papeles y autos, huí.
Espantada del poder de las palabras -las dichas y las omitidas-
me refugié por años entre líneas.
Hasta hoy, que siendo las 21:23, mi gato me recordó con un miau melancólico que le diera de comer,
y así, mientras escucho Bach, y ese maullido suplicante, decido reincidir...
...Y con este primer movimiento, reintegro mi fe en la escritura..."
Pues bienvenida seas, Liz, a este lugar de encuentro donde tan buenas horas hemos pasado.
Y qué buenas letras nos has dejado.
Te abrazo con todo mi corazón.