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¿será Hoy?

Hubo una vez un hermoso lugar en el confín de la tierra, se dice que en el último rincón del mundo, pero también podría ser en el principio de él; eso depende del punto de vista. Conectada con la naturaleza, vivía gente feliz, y a veces no tanto, pero vivía con la tierra y sus habitantes. Hasta que llegaron hombres extraños a decirles que debían pagar por lo que tenían porque, según una nueva ley creada por ellos, eso ya nos les pertenecía. Así, estos nuevos habitantes fundaron ciudades y construyeron otro país sobre aquel antiguo, olvidándose de la existencia de los primeros; llegaron a pensar incluso que ya habían desaparecido. Pero pronto empezaron a notar que en las calles, en los arrabales, en los lugares más insospechados y oscuros, aparecía más y más gente con ciertos aires de la antigua raza. Asustados de que el antiguo orden volviera, y todo fuera para todos, como antes, decidieron crear lugares donde instruir a esta generación de rezagados del mundo antiguo.
Entonces los llevaron a lugares donde olvidaran quiénes y cómo habían sido, pero donde recordaran siempre quiénes debían ser, qué leyes debían obedecer, y qué debían temer si no las obedecían. También les enseñaron qué pensar, qué no, y cómo debían hacerlo; les indicaron qué debían decir, cómo decirlo, e incluso cómo debían actuar. A esto le llamaron “el deber”, y a la forma de aprenderlo, “educación”.
Generación tras generación los fueron instruyendo, cuidadosamente, usando la ley como fuente de temor y amenaza, incluso como fuente de vergüenza para quien no la cumpliera. Y era natural, porque de vez en cuando, alguien recordaba una de las antiguas enseñanzas y enseñaba a otros, usando estos mismos lugares para comunicar sus descubrimientos. A estos se los perseguía y encarcelaba, hasta que ya nadie los recordaba, y si alguno lo hacía, era en forma de una borrosa memoria asociada a la violencia, anarquía y al terror de la vuelta al caos.
Los siglos han pasado, las eras se han consumido y las generaciones han desfilado unas detrás de otras. Nada ha cambiado mucho desde entonces, aunque mirando sólo la superficie del mundo pareciera que todo lo ha hecho, porque así lo demuestran los que enseñan el deber y lo que debe y no debe ser.
Bajo el implacable rumor de los siglos, el antiguo pueblo dormido aguarda y espera su día para despertar y regresar. Y cada ciertos decenios, al escuchar el bullicio de gente que avanza por las calles, en contra del designio del deber y la ley, y el grito de horror de los “bien enseñados”, más de alguno vuelve a preguntarse: ¿será hoy?



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Lobosluna21 de junio de 2011

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