Contemplo con fijeza el envoltorio de los caramelos picantes, mientras pienso que, de una manera jodidamente retorcida, así deben saber tus besos. Explosivos, impactantes y escalofriantes. Apostaría la boca, a que el tacto de tus labios sobre los míos debe escocer como los demonios. Estoy segura que la presión de tu piel debe producir millones de explosiones y sensaciones. De que tu sonrisa pícara y tus miradas traviesas pueden acabar destruyendo mi paciencia.
De repente, un escalofrío me recorre el cuerpo y eriza cada parte de él. Noto ponerse todos los pelos de punta mientras mi lengua llega al ácido del caramelo. Si tus besos supieran igual...
+ Apostaría mi vida, a que no te atreves a venir y probarlo.
Vuelves la cabeza y me mires desconcertado. Frunces el ceño confundido y yo, no puedo evitar echarme a reír. Luego, tu expresión se torna molesta y más tarde curiosa. Ladeas la cabeza y me miras con esos ojos cafés; atento.
- Que no me atrevo, ¿a qué?
+ A demostrarme que; ni tus besos son tan arrogantes; ni tú eres tan cobarde. Enseñarme que me equivoco. Lo apuesto TODO, a que no aguantas una eternidad junto a mí.
- Yo también quiero apostar.
+ ¿Y qué apuestas?
- Te apuesto un beso, a que te estás muriendo por besarme.
uffff por un momento creí que te casabas niña! jajaja vaya manera de apostar, pero creo que me deje viajar muy lejos jajaja cuidate y me da mucho gusto que seas feliz!!!
