Perdón por quererte con el alma,
sin haber empezado por los párpados.
Echo de menos cuando llevaba mi babero empapado de saliva
hoy en tus torres de Babel mi lengua no fustiga más
de lo pactado en el papel firmado a la tinta perdida.
Cuando vestías de soldado desconocida y yo me escondía
en el refugio que estafé con subterfugios al cadáver
de mis noches encendidas.
Perdón por activar el piloto automático en nuestro vuelo del Fénix.
Me colgaré con la soga y me quemaré con los tizones
del enladrillado de tu ausencia
y vomitaré escarcha de los besos que me diste
como pago por enfrascar tu quintaesencia.
Bailaré por ti delante de los muros de Troya
hasta que me sangren los talones;
aquí les prometo a tus noches malas
que capturaría la puesta de sol
en lingotes de oro.
Pero en la batalla del día a día
soy un guerrero de paja,
un golem fundido en plomo
que sueña con ser una bala.
Perdón, de verdad, por quererte sin el corazón.
Y esperaré a decirte, aunque ya no me escuches
cuando te vayas lejos y te des de bruces
con los mundos cuyo ozono trepané con berbiquí:
Perdón, te pido, perdón,
por no estar
enamorado de ti.
Me costó, lo lei 5 veces, de costado y al revés y aún no lo logró comprender por completo y por lo mismo lo voy a seguir leyendo
Es como un gusto incierto
