Cuando solo estábamos tú y yo
y el orgasmo era nuestra religión,
y el olvido se olvidaba al instante
y te veía además de mirarte.

Allí donde no cabía ninguna duda
ni palabra ruda ni reproche barato,
donde la rabia duraba un rato
y llover era llorar a escondidas.

No te escondías de la vida
sino de jugártela por mí.
No duele tu ausencia en mis sueños
sino los desvelos por tu cicatriz.

Como una herida solapada
por la espada que el tiempo afila.
Creyendo reinar en la nada
que manda tu opresora monarquía.

Fue tal vez fuego que pisar descalzos
o viento desgastado del porvenir.
No sé qué cortó estos lazos,
solo sé que ya no soy así.
No duele que no estés en mis brazos
sino los trazos de tu cicatriz.

No duele que no estés a mi lado
sino cicatrizar que huyeras de aquí.
Que te vaya bonito, reina;
yo me largo sin ti.

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5 Comentarios

• 

  Albasilencio

  precioso texto, lleno de melancolía y sensiblidad.
  un gusto leerte.
  saludos.

  03/04/14 10:04

• 

  Danae

  Es imposible que un dardo de Cupido no deje cicatriz ...
  Un poema que nos lo recuerda, con tu habitual poder de palabra.
  Siempre un placer leerte, Luko.

  06/04/14 10:04

• 

  Luko1791

  A veces hay que saber donde estás para poder continuar...muchas gracias, Albasilencio, por apreciar lo que escribo

  08/04/14 07:04

• 

  Luko1791

  Mientras tenga gente como tú para inspirarme, mi poder de palabra no fluctuará. Un abrazo, queridísima Dánae.

  08/04/14 08:04

• 

  Serge

  No te escondías de la vida
  sino de jugártela por mí.
  No duele tu ausencia en mis sueños
  sino los desvelos por tu cicatriz.
  
  El amor siempre deja huellas, caminos en el alma. Reconocer y aprender a caminar en la nueva geografía toma su tiempo.
  
  Un gusto leerte.
  
  Serge.

  28/05/14 05:05