Mi Metamorfosis (3)

Y quiero que sepas que vendo
al mejor postor sin rebaño,
aquello de lo que no aprendo,
aquello que aún me hace daño.

Mi blues de Lousiana,
mi envidia insana
que en Gordio se anuda.
Tus ojos de Guadiana,
tus dotes de fulana,
mi lengua casquivana
y mi clemencia tan ruda
con la que a veces convivo.
Nuestra avenida de dudas,
en la que tú me saludas
y yo no te esquivo.

Mi bosque de Sherwood,
mi viejo skyjama,
y los versos escritos cuando Talía no llama.
Excepto por cobro revertido,
cuando renace la llama,
y a barras y estrellas herido,
reclamo la factura a Obama.

En poemas antiguos versado,
remonté hasta el dique del mes de abril.
Pienso que el día menos pensado,
dejaré de pensar en ti.

Aprendo rápido.
Gasto tu dinero
en vivir a mi manera.
Y ser el sol de primavera
con la divina presencia
de la revolución por insistencia
en las cosas que valen la pena;
y tener la gloria de aparecer
en la historia que te cuento.
Adiós, adiós, querer sin querer.
Bienvenido el esperpento.

Cambio mis celos sin explicación
por un corazón menos gastado,
que cubra de pintura lo oxidado
y al que pueda tratar de tú a tú.
Quemé mi ideología en Sión,
y deserté de la guerra con Mambrú,
malvendiendo mi solicitada juventud
en el mercado de la pasión.
Donde no suena mi laúd
y rige la ley del talión.

Soy un cazador.
Elijo la oportunidad,
pero es la circunstancia
la que designa el premio.
Tanta prestancia me otorga este gremio
que dejarlo es dejar el mundo atrás.
Y unirme al clan del derrotado,
al fascista campo a cultivar,
cobrando del seguro
que otros han de extorsionar.
No comparto ese estilo,
esa trampa intrascendente
y me pierdo,
me olvido...
entre mi gente.

Y si cambio de parecer habré avanzado
a un punto de vista impersonal.
Más lógico, más calmado,
pero menos original.
Cuando canse de cazar,
y ser uno no sea lo normal,
y ser dos sea el pan de cada día,
ojalá me vendan promesas de mentira
para aceptar el ardid,
y mirar aún donde nadie mira.

Y allí cantar al abismo,
robando notas a una lira;
y por puro altruismo,
dosificar sin ira,
el cruel leitmotiv del fuego
que habrá consumido la pira.