TusTextos

No Como Los Demás

Decía Bukowski a aquellas personas que querían dedicarse a escribir, que si intentaban hacerlo como cualquier otro, sería mejor olvidar sus pretensiones literarias.

Jamás llegaré a escribir la poesía más hermosa del mundo. Quizá porque esté escrita ya. Tal vez porque no hay mejor soneto que una vida bien vivida. No quiero saberlo.

Pero nunca he escrito como cualquier otro. Soy único, como todos los demás.

LLevo cinco largos años en esta página. He publicado muchos textos, y seguiré haciéndolo mientras haya sueños y lectores con quien compartirlos.
En todo este tiempo, he refinado mi capacidad. Mis primeros intentos eran un compendio de ripios encadenados, sin mensaje. Pero mejoré. Leí, y me leyeron. Experimenté, descubrí formas nuevas de expresarme. Hoy me llaman hechicero, brujo. Me he dejado la piel en ganarme el sedicioso título de "poeta".

Desde hoy, ya no lo quiero.

Hoy no merezco, si es que lo he merecido en algún momento, ningún halago.

"Gracias por unirte, gracias por quedarte". Así reza la cabecera de la carta que he recibido esta mañana. El remitente es la dirección general de ACNUR, asociación a la que pertenezco desde hace casi dos años.
En el cuerpo de la carta, el trillado mensaje me invita a leer el Boletín adjunto y me agradece la contribución mensual, que alcanza la cifra de 235 euros anuales.

No he leído el boletín, ni pienso hacerlo.
¿Mi excusa? No quiero ser más hipócrita de lo que ya soy.
Me limito a pagar una cantidad irrisoria al mes a una empresa de lavado de conciencia. Soy un hijo bastardo de Occidente, que acalla su conciencia con aportaciones periódicas para sentirse mejor. Un drogadicto que camufla su adicción con buena voluntad.
Diré la verdad: no me importa esa gente. Es decir, me parece terrible lo que ocurre en la costa del Egeo. Y me siento totalmente asqueado ante el cariz que están tomando los acontecimientos. Europa es una puta traicionera, un continente enfermo de malicia, incapaz de garantizar las promesas sobre las que fue fundada. Sufro al ver a los refugiados jugándose la vida incierta por escapar de la muerte segura.
Pero, sinceramente, cinco minutos después de ver las noticias y lamentarme, he olvidado sus caras, sus llantos, su esperanza. Ese pequeño lapso de tiempo consigue difuminar mi humanidad.

¿Tan poco valor tiene la vida humana, que solo en trescientos segundos es derrotada por la cotidianidad?
¿En qué lugar me deja eso, como humano, como poeta y, en este caso, como "persona supuestamente solidaria"?
¿Ellos cruzan medio mundo para salvarse, y yo no soy capaz de leer un mísero panfleto?

Y la única pregunta cuya respuesta no me atrevo a contestar:
¿Me sentiría acaso mejor si me importara más?

No leéis a un hombre solidario.
Pero al menos creo que puedo afirmar, que no leéis a alguien como los demás.
El orgullo es un tesoro que la hipocresía no es capaz de saquear.

No quiero ser un poeta. Pero espero que leáis mi poesía. Y espero que, como dice Bukowski, salga espontáneamente del corazón.
Aunque sea de uno tan negro como el mío.



Luko179117 de marzo de 2016

2 Recomendaciones

1 Comentarios

  • Danae

    Esta es la humanidad que dignifica, Luko: la de la verdad incómoda, la de la asunción políticamente incorrecta.
    Y tiene más valor cuanto más autoinflingida es.
    Encantada de leerte.
    Un abrazo inmenso.

    27/03/16 11:03

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