Siempre quise ser ese hombre que se va, caminando por una calle mientras el sol ciega los ojos de los acompañantes que deja atrás, que le saludan con un gesto que él no alcanza a ver.
A veces he sido ese poeta, que se bebe la noche en los peores bares (de los que nunca entran fotógrafos) y que escribe cuando no está atrapado en una de las relaciones que le agobian, con mujeres más caras que el champán francés y versos hijos de puta que no quieren someterse a sus poemas.
Quiero ser ese aventurero que por igual busca en el fondo del mar o en el fondo de una pecera un tesoro escondido hace tantos años como granos de arena en la playa de Ipanema.
Seré ese hombre por, para y mediante el pueblo que no entiende de diestras, ni quiere entender de siniestras, que solo busca el bien de sus semejantes, que le han elegido por lo que hace, pero no por lo que dice, y menos aún por lo que hizo en su juventud.
Me gustaría poco ser ese padre de familia que siempre está buscando El Dorado por terrenos vedados y caminos equivocados, pendiente de que sus hijos no sean esclavos como lo es él.
Ojalá pudiera ser ese héroe con capa y máscara, al que todos aclaman en una ciudad en la que el peor enemigo es un arlequín psicópata; o ese centinela envuelto en una bandera cuyos ideales derrotan continuamente el fascismo, en un mundo que tiene como villano a un cráneo rojo literal.
Antes quería ser un trabajador leal, un bombero que ayudase a pagar las ascuas del odio que arden en cualquier piel ajena, sin más preocupación que ser solo yo sin necesidad de ser un arcángel, sino unas manos dispuestas a reparar este mundo.
Nunca querría volver a ser ese cabrón sin escrúpulos que ni sabe que hace ni le importa, dando la espalda a su familia y tan temeroso de su futuro que acaba pagando sus inseguridades con sus amigos, hasta ver a la muerte delante.
Tal vez estaría bien ser un niño de grandes ojos azules con un gran deseo: hartarse de golosinas mientras ve los dibujos animados en la televisión.
Durante un tiempo no me importaría ser un colaborador más en un país que me necesite, compartiendo miseria y sin embargo queriendo repetir sus platos y costumbres, como buenos hijos de Caín que somos.
¿Quién soy ahora? Escrito está en mi perfil, solo añadir que a veces trafico con marfil y adoro más escribir surfeando con estas ideas que me vienen a la cabeza que mirando mi correo electrónico, que es lo que debería estar haciendo. Adiós.
En ocasiones cualquier cosa más que uno agregue a algo escrito esta, precisamente, de más... Solo me queda decirte que comparto tus ideas, me parecen muy acertadas.
