Cerraste los ojos durante tres segundos. Contemplaste, así, la belleza de lo que estaba por venir. ¡Cuánto deseabas su llegada!
En cuanto los abriste, habían ya pasado tres minutos, tres horas, tres días, tres semanas, y en un pequeño instante, ya se había ido, llevándose con sí nada más que tu mochila.
Afligido por la pérdida, no pudiste recordar qué era lo que llevabas en ella. ¿Era acaso un mar de risas? ¿la calidez de un abrazo?¿las lagrimas de una noche emotiva?, ¿o la tranquilidad de una tarde en el bosque?
Te habías desconectado, y ese instante parecía ahora un sueño pasado. Un sueño pasado visualizado con tanta precisión, con tantos detalles. Un sueño compartido, que cuando abriste los ojos, había sido una realidad. Y esas tres semanas, tu felicidad por un instante.
"En cuanto los abriste, habían ya pasado tres minutos, tres horas, tres días, tres semanas, y en un pequeño instante, ya se había ido, llevándose con sí nada más que tu mochila".
Me quedo con este párrafo.
Es magnífico, Lulanaón.
