Y estoy acá, pero allí me encuentro. Y cuando por fin logro distraerme de todo lo que, muchas veces, puede herirme involuntariamente al no dejarme ver más allá, entiendo que la pureza de la vida radica en vivir el presente, ese presente que usualmente damos por asegurado y eterno.
La pureza radica en estar consciente, en estar en la ruta sin señal, escuchando música tan vieja que solo puedo soñar sobre lo que sería bailarla en las discos de los años 40.
Miro por la ventana y, a mil por hora, solo diferencio el carril de al lado.
Sin embargo, me permito mirar más allá, y descubro un mundo en el que reina el cielo gris y tenebroso; pero preciosamente adornado por nubes.
Y observo los extensos campos y solo me pregunto cómo será, en verdad, ser libre. Cómo será estar perdida en un silencio tan intenso, que a su manera, ensordece.
Cómo será estar tan perdida en el silencio, y sin previo aviso, encontrarte.

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