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Ni una Menos

Desde que desapareció Micaela, para los que no saben, fiel militante en contra de la violencia de género, sentí un pinchazo. Una profunda angustia me tocó el alma, y temí que la pesadilla se cumpliese otra vez: Una menos.
Y se cumplió, desde el segundo en el que una sandalia suya fue encontrada, supe que no había sido Micaela quien se deshizo de ella, fue alguien más.
¿En qué mundo la culpa la tiene ella por haberse ido sola? ¿En qué mundo sus amigas y amigos deben sentirse condenados de por vida a un "Y si la acompañaba, ¿qué pasaba?" ¿En qué mundo puede volverse una NORMA el hecho de ser VALIENTE, por volver a casa sin que te acompañen?
Solo en éste.
En el cual mostrar mis piernas no supone tener calor, supone gritar que quiero sexo. Mejor si es alguien desconocido porque claro que "soy una puta", "una provocadora", "yo me la busqué."
En el cual volver sola a casa supone que me EDUCARON para la mierda, que la falla estuvo en MI hogar, en MI familia.
En el cual supone un HALAGO oír machos alfa que, ya sea solos o en grupito, me griten por la calle "Si te agarro sola sabes qué..." o que, a las seis de la tarde por Cañitas, cuando estoy esperando que corte el semáforo para cruzar, me susurren en el oído "Qué linda nena" cuando tengo dieciocho años y vuelvo de laburar.
Un mundo en el que apretar con toda mi fuerza las llaves, para defenderme en caso de ataque, sea normal.
Un mundo en el que llegar a casa viva es un Milagro y sentirme libre es solo un sueño.
En éste mundo, con ellos sueltos, con esos animales que NO me ven linda, NO me ven con respeto, me ven DÉBIL, me ven PRESA.
¿Cuándo va a ser suficiente?
¿Qué te falta? ¿Falta que alguien cercana a vos aparezca VIOLADA y MUERTA para que sientas la impotencia a flor de piel?
No te fue suficiente, ¿no? Te veo ahí tan tranqui... En negación. O peor aún, en plena indiferencia.
Te veo ahí, olvidándote que podes ser la próxima. Vos, o tu hija, tu vieja, tu hermanita, tu novia, tu mejor amiga. Basta con que tenga tetas y un buen culo. ¡Pero OJO! Que por ser menor no zafas; hay veces que una nena con el cuerpo aún no desarrollado es más que suficiente para satisfacer a un enfermo. ¿O te olvidaste de Candela?
Te veo ahí, con el corazón acelerado, el sudor frío te corre por la espalda, sentís miedo. ¿Te toqué el nervio? Disculpame, ¿Te toqué? No sabes qué hacer, la desesperación crece con el paso de los segundos y seguís en blanco pero a mil por hora.
Te veo corriendo por tu vida, deseando haber hecho algo, cualquier cosa, cuando tuviste la oportunidad. ¡Qué imbécil fuiste! No deberías haberte puesto short cuando hacían 30° centígrados. No deberías haber salido a correr al atardecer, no deberías. ¿Y ahora? ¿Qué pasa?
Te veo más cansada, pero la adrenalina que se liberó en todo tu cuerpo no te permite rendirte. Sentís que lo que haces sirve, sentís que golpeándolo y rasguñándolo, mientras intentas soltarte, va a servir.
Te veo preguntándote cómo vas a terminar... ¿Como Angeles, en la basura? ¿O como Lola; en un médano, fría, sola, abandonada? Empezas a recordar tus buenos momentos, porque es lo único que podes hacer... Y de repente recordas a Candela. ¡Qué bueno que vos sí llegaste a egresar la primaria! Qué lindo fue el viaje a Córdoba, ¿te acordás?
¿Terminarás como Daiana? ¿Lucía? ¿o Micaela?
Te veo muy inquieta, hasta que no aguantas más.
Y ya no te veo.



Mag11 de abril de 2017

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