Sentiste Frío

Y sólo Dios sabe toda la fuerza que empleaste en ese abrazo absurdo a las llamas para mantener calor.
Pero no es que no fue suficiente, simplemente no fue posible.
Y puedo ver cómo peleas hasta el cansancio contra el viento, cómo te niegas a dejarte llevar por la corriente, sin embargo ésta te gana en intensidad.
Y no es que seas débil, es que los demás no son tan fuertes como vos.
No es que hayas llegado tarde, es que el invierno te ganó.
Sé cuánto peleaste contra la razón, como desdeñaste al otoño cuando te avisó que el viento gélido era un huracán atroz que estaba muy cerca de tu corazón como para herirte lo suficiente y dejar una notable cicatriz. Aún así luchaste hasta el cansancio desgarrador, lo intentaste todo.
Ignoraste el frío abrumador que te envolvió cuando tocaste sus labios, la tristeza inmensurable que abordó tu alma cuando supiste que era, nada más, que un beso vacío. Creíste escuchar palabras nunca dichas, y hoy son todo lo que oís cuando el mundo entero se silencia, cuando sólo habla tu corazón desde la postura de la locura y la insensatez.
Así que jugas al olvido hasta el cansancio, la superación sólo te sienta bien cuando es real. Siempre supiste actuar, pero jamás pudiste mentir.
Y conozco ese temblor en tus manos atadas, ese atropello de palabras cuando intentas explicar tu estado de ánimo, disfrazándolo de algo dulce. Conozco más que bien el nudo en tu garganta y la impotencia que corre en tus venas sin límite de velocidad.
La tristeza que te ahoga y su voz ensordecedora que sigue repitiendo, una y otra vez, el veredicto más doloroso que alguna vez escuchaste.
Sus manos derrochaban deseo, su corazón adrenalina. Pero sus labios eran fríos, sus besos borrachos y desiertos de amor.
Y a pesar de que diste absolutamente todo tu afecto, todo el calor que podías entregarle, nunca pareció suficiente para vencer la helada que, inevitablemente te transformó en un simple recuerdo.
Y no es que fuiste necia, es que estabas enamorada.