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Necesito una Copa...

Llovía&pero seguí caminando&
El agua parecía purificar mi espíritu en un sensual exorcismo.
En medio de la noche, que simulaba un frágil cristal arañado de millones de luces vestidas de color, estaba yo&solo, en medio de aquella cruel batalla de espejismos. Cada gota que chocaba con el suelo era un golpe a mi memoria, cada pisada un recuerdo&
De pronto me detuve y durante unos segundos que parecieron horas sólo oí el vacío de mi alma deslizándose entre el viento. Cerré los ojos, levanté la cabeza y grité:
-¿Por queeeeeeee?....
El eco de mi voz rompió en dos la madrugada al mismo tiempo que el cielo secó sus lágrimas con un velo de seda y brillantes. Y a continuación el silencio. Otra vez el silencio&
De pronto, una figura silueteada en la noche se acercó a mí con cierta torpeza. Su voz ronca y quebrada despertó la robusta estoicidad del silencio.
-Por favor, una moneda para este pobre viejo.
Sin hablar introduje mi mano en un bolsillo de mi chaqueta.
Es todo lo que tengo, pensé mientras ponía en su mano lo único que encontré&una moneda.
El hombre levantó la cabeza cubierta con un decrépito sombrero negro, me miró y apretándome la mano me dijo temblando:
-Gracias señor, muchas gracias, que Dios se lo pague.
Seguí sin hablar, y no pude evitar detenerme en su rostro. Se notaba que la vida no le había tratado bien. Las secuelas del dolor se asomaban a cada centímetro de piel creando surcos por los que más de una vez, estoy seguro, han fluido ríos de lágrimas en carne viva.
Aquel pobre viejo halló en una moneda una excusa perfecta para sonreír al menos unos segundos a su despreciable mal vivir. Sólo una moneda y alguien es capaz de alcanzar el cielo con sus manos&
Necesito una copa&pero salí de casa sin dinero, solamente aquella moneda&
Seguí caminando sin saber muy bien hacia dónde. El cielo se abrió para mí y me mostró poco a poco su inmenso amanecer dorado. Empezaba a hacer frío. Los huesos crujían con la brisa de la mañana mientras el suave concierto de los gorriones ponía la banda sonora a aquel misterio de luz.
Estaba cansado, no sé si de andar o de pensar. ¿Pensar&en qué? No lo recuerdo. El frío me ha entumecido el cerebro, necesito&necesito una copa.
Manu6723 de septiembre de 2016

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