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El DÍa

Eric es un camionero de cuarenta y seis años. Tiene dos hijos de seis y catorce, llamados Tom y Sofía, y su preciosa mujer, Adriana, de cuarenta y cinco años. Todos los días Eric deja su camión en la empresa y, de vuelta a casa, para a tomar un café en el bar de su amigo Logan. Esa noche en su casa, Eric le dice a su mujer que la empresa le propone hacer una ruta donde ganaría un extra, que le vendría muy bien.
Adriana le dice que esa ruta es peligrosa y tiene miedo, pues hay un gran porcentaje de accidentes por el mal estado de la carretera. Eric le dice que no se preocupe, que es un experto en ello y que no tiene nada que temer.
A la mañana siguiente se despide de ellos, y emprende ese viaje que durará entre ida y vuelta, cuatro días.
Al caer la noche, empieza a nevar y la cosa se pone fea; Eric empieza a preocuparse y aminora la velocidad. En una curva muy cerrada, el camión le hace la tijera y al no poder controlarlo cae a un precipicio. Un coche que iba lejos del camión vio todo, y avisó a las autoridades para poder rescatarlo.
A las cuatro de la madrugada la policía pega en la puerta de la familia Gordon.
Buenas noches, señora. ¿Es Vd. la esposa de Eric Gordon? Sí, ¿qué ha pasado?
Su marido ha tenido un accidente y se encuentra en el Hospital de Viena, en estado muy grave. Después de unos segundos en shock, Adriana reacciona y despierta a sus hijos. Camino del hospital les cuenta lo sucedido. Llegando a la sala de críticos, a los pies de la cama, ve a Eric lleno de tubos, en coma inducido. El médico se acerca a ella y le dice, ¿es usted familiar de Eric Gordon? Sí, soy su mujer, qué tiene mi marido?
Su marido tiene un fuerte golpe en la cabeza que le ha provocado un derrame cerebral, está en coma y las próximas 24 a 48 horas son fundamentales para su devenir.
¿Qué podemos hacer, doctor? Pregunta ella.
Sólo esperar y rezar por él.
Eric ve una luz y se acerca a ella. A lo lejos aparece un hombre. Eric le dice, ¿quién es usted? Sabes quien soy y he venido a por ti, dame tu mano y vámonos. Eric responde, señor, ¿porqué a mí? Es el día, ¿me dolerá? No Eric&irás a un lugar donde no hay envidia ni rencores ni aire contaminado& donde tocarás la estrellas con tu mano y el sol solo te dará calor, donde descansarás y tendrás mucha paz, donde veras mucha agua correr, mucho verde y un olor a flores.
Señor, ese sitio parece muy hermoso, pero prefiero estar con mi familia y decirles todo lo que los quiero, ver crecer a mis hijos y verlos hechos hombres de bien. Eric tuviste tu oportunidad y no lo aprovechaste, decidiste trabajar sin descanso y no disfrutar de lo que la vida te ofrece. El ser humano no escarmienta hasta que lo pierde todo y, a veces, es tarde.
Señor, le pido por favor una oportunidad y no la dejaré escapar, déjeme que le diga a mi mujer lo importante que es para mí, y a mis hijos que jamás me perderé nada importante en lo que deba estar su padre. Le diré a todos que debemos disfrutar de la vida sin exceso y que perdonemos a aquellos que nos hicieron daño, de qué nos vale si no somos nadie en la vida. Después de unos segundos, se da la vuelta y le dice, Eric te voy a dar una última oportunidad, pero quiero que recuerdes que yo la muerte estoy en cualquier parte, en cada esquina, no dejes de luchar por aquello que crees y amas, no dejes de decir lo que sientes en cada momento y disfruta de todas las cosas maravillosas que se te ofrecen, pues cada día que pasa es un día más para no dejar de soñar.
Gracias, señor, y aunque el día llegará, no dejaré nada por hacer ni por decir, y dar gracias a la vida por todo ello.
Manuelfajardo28 de febrero de 2017

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