Aaron Kosminski
Hace más frío del habitual
esta noche en Londres.
No tengo más ropa que la
que me dieron en el albergue.
Las estrellas del cielo de Londres
están más lejanas que en mi país.
O así las percibo yo.
Los edificios son lóbregos y
las risas que resuenan en los atestados
y malolientes pubs son música celestial.
Algo en mi interior me empuja
a estas calles.
Un aliento sagrado quema mis oídos y
mis ojos se entrecierran. Sueño con
mi Polonia y descanso mi amargura en el recuerdo.
Pero tengo que adentrarme en la oscuridad de
mi vida para olvidar. Olvidar que no tengo nada.
O si.
Oigo el sonido familiar de unos tacones que
se aproximan.
La veo doblar la esquina. Es ella de nuevo.
Mi confidente, mi diosa de las sombras.
El refugio de mi ser, que debo hallar.
Frente a ella, la soledad y yo.
Pobre de mí.
Y extraigo mis armas. Para buscar en sus entrañas
mi alma.
Ella me mira sin entender nada.
Las estrellas de Londres enrojecen la noche,
y la mujer se enfrenta a mi rostro atormentado.
Soy Aaron, pero los diarios me llaman Jack.
(Manuscrito hallado en un chaleco de Aaron Kosminski, emigrante polaco)
