El sol entraba por la ventana abierta y el calor se hacía presente en el ambiente. El ventilador largaba ráfagas de aire caliente y yo seguía humedeciendo el pincel en las acuarelas.
-¿Ya vamos a la pile?-me preguntó.
-Si claro, porque seguro tenemos el tiempo-respondí
-Yo si lo tengo. Yo vivo en tu cabeza y ahí no hay relojes, así que sí. Tengo todo el tiempo.
-Esa es la diferencia. Yo soy una humana que tiene que trabajar
-Pero hace calor. ¿Y si vamos a la pileta con Daniela?
-Basta, tengo que entregar esto para mañana.
-Siempre trabajando vos. Por eso aquel te dejó...-y se cubrió la boca con la mano
-¿Qué dijiste?
-Nada. ¿Pero podemos ir a la pile?- insistió
-¿Para qué queres ir si vos no te mojas ni un dedo?
-Pero vos cuando estas con ella, en la pile te reís y acá adentro hay flores, pajaritos y suena una música linda. Pero cuando trabajar hay olor a acuarela y no se escucha nada.
Miré el sol y pensé que podía continuar el dibujo más tarde. También recordé que hacía mucho que no iba a la pileta y me reía.
-Bueno. Está bien. Vamos a la pile -le dije.
-Siiii!! Esta bueno que te quieras un poco a veces.
