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Mariano y Julia.

Caminaron por la avenida desierta y la noche negra se ilumino. La luz plateada rompía el cielo y en cada ruido fuerte ella se asustaba y reían. No tardaron en mojarse completos mientras que la gente abría sus
paraguas. No podían abrazarse para mantener el calor, así que apuraron el paso.
Cruzaron la entrada rápidamente. Esperaron mientras sus miradas se cruzaban. Ya no hablaban. Una vez adentro del ascensor, entrelazaron sus dedos para no pasar por la experiencia nuevamente de ser sorprendidos en medio de besos.
Una vez que llegaron, cerraron la puerta. Mariano llevo sus labios a la boca de Julia con furia y ella mientras, desprendió los botones de la camisa empapada. El espacio en penumbras y silencio, dejaba flotar en el aire, la respiración agitada de ambos. Pronto olvidaron el frio que les provocaba sus camisas mojadas y las dejaron en el piso. Mariano pasó su lengua por el cuello de Julia y ella hundió sus uñas en la espalda de él, mientras le susurraba palabras al oído. El levantó la falda de Julia y la tomó por la cadera llevándola suavemente al escritorio. Ella besó su torso y desprendió despacio el cinto. Él sujetó su cara y mientras la besaba, bajó sus manos por su pecho acariciando cada centímetro hasta llegar a sus muslos.
Ninguno podía disimular la excitación que los inundaba. Suavemente Mariano abrió las piernas de Julia y se acercó. Necesitaban entregarse para calmar el calor que los hacia transpirar y les secaba la boca. Un ruido fuerte interrumpió el ambiente. Una luz iluminó la penumbra de la oficina y Mariano soltó a Julia en un instante. Trato de normalizar su respiración, mientras caminaba hacia la cocina contigua. Habló unos minutos.
Cuando regreso, miró hacia el interior de la oficina. Encontró los espejos empañados y su camisa en el piso. Julia no estaba. Se llevó las manos a la cara y se sentó en su sillón.
Marc3mass12 de junio de 2019

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