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Isabel y El Comodín (primera Parte)

Isabel y El Comodín – Marcel•lí Miret
marcelinosi@yahoo.es
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1

Estoy rodeado de playa tanto como Isabel que dice Hola y no se lo escucha nadie y solo paredes le responden con seco eco, ella ve la marcha de automóviles, desde su ventana, en su habitación y no ve la cabeza de las personas que van dentro. Ve anuncios de cosas que se anuncian en la propaganda y también ve cosas que yo no veo porque nunca podré tener sus ojos. Ella piensa en cortinas, en lámparas macramé y en su ventana de estrellas y a veces también de luna. Ella escucha música y a enanos, duendes y hace música cuando se lava los dientes procurando no reírse. Yo no lo puedo saber todo acerca de ella, pero me indica, me da pequeñas pistas en forma de caricias en la cara.
Estoy empezando a sospechar Que me ama.

2

Estoy rodeado de playa y tengo arena en los bolsillos y unos bongos clavados en la arena. Hay una barca de tres colores y diversas gaviotas de diferente carácter merodeando casi el cielo.
Hay una palmera que no tiene cocos, un sol que se adormece siempre a estas horas y todo un silencio de melodías calladas. Isabel no esta aquí. He venido yo solamente, para estar con los días, con los compases de entre los días y la be1leza de las sombras
de las rocas dibujando siluetas en sitios de azar.

La estrella del pastor ha asomado su brillante ojo entre las ennegrecidas montañas de caliza y las casas blanqueadas. El alba de medía tarde, azul y rosa a través de los diferentes tonos de porcelana del cielo, me tiene en su centro de divergencias de colores y yo tengo unos prismáticos con los que espío la casa de Isabel, la casa de telaraña de Isabel, verde transparente. La casa de agua de una estrella fugaz.


3


Estoy rodeado de playa y le escribo a Isabel una carta, que ya no podía seguir en blanco:

Hola Isabel, pequeña estrella de mar.
Miro las olas por la mañana, por la tar-
de, por la noche y también en los demás
momentos que me quedan. Sé que eres una
estrella de mar de color azul y que a
veces te conviertes en gaviota para des-
pistarme, pero siempre me doy cuenta. No
puedes engañarme. Soy más feo que
tú y con ello mas inteligible pero tú
me ganas en bonito, eres más bonita, pa-
rece que tengas caviar en los ojos y
pasteles a su alrededor. No te voy a de-
cir nada más, no sea que vayas a sospe-
char que estoy enamorado de ti.

The Joker.

Me he pasado el resto del día sonriendo.

4

Estoy rodeado de playa. Anochece.
Mi cuerpo anochece con la arena, Isabel es mas visible en la oscuridad. Un barco de papel ha estado navegando por agujeros en el agua. Las mariposas de la primavera han decrecido; el sol rompe jarrones y un crucigrama de letras se ahoga bajo la lluvia, pero todavía no ha llovido.
Isabel juega a flor en un jardín contaminado. Yo soy un indio. Isabel, dibújame un agujero en el cristal de tu ventana.


5

Hoy es aire. Isabel es la burbuja que ha soltado un pez y está en el aire y yo estoy en la montaña, rodeado de pinos. He conseguido ver toda la isla y también las casas blancas de la isla que parecen cajas de zapatos y que están habitadas por pescadores de ostras y de perlas, como los del caribe. Abajo hay una playa circular que forma la maqueta del mundo. El mundo está sobre una balsa de troncos y yo soy el pirata que la conduce.

(En un galeón corsario Isabel se asoma al mar por el ojo de buey de la habitación del capitán. He estado limpiando mis cañones de bronce y los marineros han preparado sus armas: botellas de ron y collares de conchas. En cuanto asome por el horizonte la bandera del navío inglés nos lanzaremos al ataque. Yo iré armado con un ramo de flores de rayo de coral).


6

El mar esta salvaje y las barcas del puerto rebotan en el agua. (Hoy será difícil avistar el mástil del navío inglés). Las nubes se mezclan con las olas y relampaguean claveles en el cielo. A lo lejos, fundido en el paisaje, se ve el faro encendido que descarga diamantes amarillos en la niebla.
¡Isabeeeeeel!.....


Estoy en la taberna del marino viejo y he comprado naranjas para Isabel, para cuando Isabel desembarque en la isla. Para ella también guardo mi cofre de tesoros. La lluvia gotea los cristales, las velas están apagadas, mis manos se mueven así en la oscuridad, el vaso de vino tinto, la mesa cubierta de papeles y de colillas y mi sombrero negro tapando la cabeza calva del perchero.



7

Estoy rodeado de playa tanto como Isabel esta rodeada de miradas y ella sonríe y las miradas se le clavan en la boca. Se pasea por el parque y en el lago del que nace un torrente flotan suaves cisnes de espuma. La brisa salada me explica su peinado y yo beso el perfume de las olas.

Lejos de aquí la ciudad duerme, vigilada por el tiempo y en ella todas las personas son prisioneras y el aire les impide saltar y la tierra les impide pisar y la hierba crece en rincones subversivos. Isabel vigila el puerto desde su ventana y yo miro la cara de Isabel que es como un globo perdido entre las ventanas de los edificios.

8

Estoy rodeado de playa y no puedo asegurarlo. No puedo asegurar el aire, ni las manos que intentan alcanzar imágenes que se disuelven ante los ojos y solo alcanzan el vacío. No puedo asegurar las olas, ni los caballos verdes con cabellera blanca que reaparecen, ni a la mujer que cabalga sentada a su grupa. No puedo asegurar casas, ni barcas hundidas en la arena, ni faroles de gas, ni redes, ni peces remojados.

El sol carnina dirección a donde lo arrastra el viento, mi pelo detrás de él, y yo sin ancla no puedo asegurar que Isabel me siga queriendo.


9

Ya no quiero recordarte Isabel. No quiero estar durante mas tiempo rodeado de playa y de cristales monótonos sino fondeando besos entre las plumas de tus brazos. No encuentro el puente ni el submarino, ni la forma ideal de que te realices en mi memoria. El día es gris y yo camino errante sobre una arena húmeda que brilla como tus ojos cuando apenas puedes disimular tu tristeza. No quiero estar aquí, en esta celda liquida, donde tú apareces como un jardinero haciendo de mi nostalgia una hermosa flor que se alimenta con las gotas de lluvia que han caído antes en tu cara.

Dulces sueños de ciudad se pasean a si mismos en un bosque limitado; los pájaros hablan de la naturaleza muerta, perpetua y calida detrás de los árboles y tú debes estar alegre y triste, rodeada de edificios como yo de caracolas incapaces de imitar las sinfonías del músico mas antiguo del mundo.


(No encuentro el sueño pálida figura, hay una luz insondable en el interior de mi ojos que solo es capaz de reproducir los colores de tu imagen...)

10

Continuo persiguiendo ausencias, estoy rodeado de playa y el viento no me marea. Mi mente no se cobija tras el pelo azul de un mar sin espinas. Hay un hueco en mis manos por donde se puede ver la luz de mis pensamientos, un hueco cubierto por horas de olas y color de ojos bonitos.


(El mar flota a mi alrededor y el cielo respira sobre mi cabeza. Un sol retrasado se zambulle en el agua, cuando todavía se le puede ver debajo del agua. Isabel ya debía haber guardado su pañuelo en algún bolsillo de su falda moteada de lilas sobre un fondo negro. Yo estoy llegando a un lugar del mar que los peces deben de haber abandonado. Yo debía estar llegando lejos de Isabel, a un sitio adecuado para mi, para mi cuerpo de vigas y cemento armado.
Desembarco. Desembarcaba. Desembarqué).

11

Mis pies se rozan con tus píes en lugares que desconocen. Hay fuentes que nacen de todos los poros de mi cuerpo y una gran mano que salé del mar me salva del Naufragio. No he conseguido encontrar el navío de ese corsario inglés, no hay sonido que señale tu voz, las nubes se posan sobre mi pelo y en mis ojos no hay sino un vacío que se busca asimismo por toda la isla.

Ya no hay luz y las estrellas están desbordando el espacio. La arena continua siendo blanca, ¿has caído recientemente sobre ella?...


12


Esta vez estoy sentado, pensativo e ignorando lo que me rodea (Llegué hasta aquí en una pequeña huida. Isabel estaba asomada a su ventana. Es importante su ventana. Y yo tenía la necesidad de conocerme en el reposo, sin ningún movimiento a mi alrededor.
Isabel esta en la ciudad mientras yo le voy fabricando artesanales ramos de poesías multicolores: se acaba la flor de esta poesía.
Comienza el retroceso, de la alegría a la nostalgia, luego la soledad y después la desesperación que no es mas complicada que un paraguas abierto al revés...)

Me levanto una vez mas, inclino mi cabeza hacia el cielo y me dejo deslumbrar. Las olas siguen repitiéndose, pero son hermosas y dignas; también la arena se repite pero está fresca y cubre mis indefensos pies desnudos. Por las mañanas el sol aparece tímidamente como si le diese vergüenza volver a aparecer. Isabel ya no es tan importante. Me acuerdo de ella. Sospecho que aun me quiere, pero de eso me preocuparé mas tarde, cuando la vuelva a ver.

Es tarde, Venus viene esta noche a saludarme, pequeño sol plateado del atardecer. A veces hemos mantenido largas conversaciones. Muchas estrellas empiezan a puntearse y el espacio expone su jardín inalcanzable sobre mi pequeña figura blanca, de arena espacial, de estatua autónoma.
Ahora ese pequeño pueblo me espera, sus repetidas casas blancas, azules por la noche, me aguardan. Es verano. El agua esta tibia, hay una apetitosa cena a base de pescados que no me puede esperar.
Mañana seguiré aquí. Yo sé donde estoy: rodeado de mar...Isabel es libre, imperceptible, y por eso, solo ella os capaz de elegir el lugar donde se quiere encontrar.




Isabel: Una vez te dije, que no te enviaría nunca
una carta que te pusiese triste y que si
tenía que decirte algo te lo diría, como
hago ahora.
Estoy en una isla, no te digo cómo es por-
que ya la conoces, y tú también has estado
en ella, intangible, espontánea, en la forma
que solo pueden adoptar las ondinas y las
ninfas: liquida. Porque en ningún momento
te he podido tocar, sino simplemente retener
tu imagen con un fondo de olas. Mi in-
dependencia, mi libertad, me ayudan a crear.
Estoy creando el mar que me rodea y lo es-
toy creando alrededor mío: yo soy su centro,
la columna de Hércules. Yo soy el actor,
la luna es la pitonisa y tu el calidoscopio de
cristales que va formando caprichosamente
el paisaje del mundo.

El Comodín.

P.D.: (Me gustarla recibirte a ti, si no es posible que te
puedas meter en un barco, por lo menos métete en una
carta y dime algo; no quiero poner ningún ejemplo...)


Hola Isabel, te hablé de un cuento, de una serie de evocaciones, donde, te dije, tu aparecías reflejada algunas veces. Este fragmento es un ejemplo del cuento, del estilo mas exactamente. Está escrito por El Comodín, que es un personaje sin cara, es un personaje que escribe, se hace a si mismo, y también hace el mundo a su gusto. Es alguien que está por encima mío y a la vez está conmigo, que no está, pero que evidentemente se ha de contar con él. Hago una advertencia: Su Isabel no existe, es probable que nadie conteste a su carta.

Marcelino.
Isabel y El Comodín – Marcel•lí Miret
marcelinosi@yahoo.es
http://webs.xadica.cat/quixotcatala/
Marcel01 de julio de 2013

2 Comentarios

  • Libelula

    Me gusta voy a leer la segunda parte

    03/07/14 08:07

  • Marcel

    gracias

    03/07/14 04:07

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