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El Castillo de Naipes (parte 1)

Un relampago sonó sobre las calles de Avilés. La luz del rayo ilumina la fachada de un edificio, entrando de refilón en un desordenada habitación. Con libros sobre una pequeña mesita de noche en precario equilibrio, papeles repartidos en montones desiguales acompañados de restos de comida basura aquí y allá. En las paredes posters de películas pasadas de moda y en medio de este paisaje se levanta una cama con un viejo edredón con motivos de los años setenta. El sonido de otra descarga, es acompañada por el grito de terror de un muchacho empapado en sudor. Que alterado como está, se levanta con la mala fortuna de pegar con el pie en la pata de su cama.

- ¡Joder, puta cama! – gritó furioso Samuel.

Con lágrimas en los ojos, por el dolor y la rabia salió cojeando de su cuarto se metió en el baño. Se echó agua en la cara para calmar sus nervios,alzó su pálido rostro producto de pesadillas de las cuales no recordaba nada escepto unas vagas sensaciones. Miró reflexivo su reflejo, en el cual lo más llamativo eran sus ojos marrones de mirada franca, su cara por lo demás era común, aunque para su madre y para él le recordaba a la de su difunto padre del que había fotografías por la casa.

Paso unos minutos, antes de que su corazón recuperase el ritmo normal y dejó de dolerle el pie. Entonces intentó buscar el hilo de sus sueños pero, ya no recordaba ni siquiera sus leves sensaciones. Y lo peor era que siempre los recordaba,tenía la costumbre de anotarlos en un diario y llevaba dos o tres noches de pesadillas que se disolvían en la nada antes de que pudiese ni siquiera analizarlos. La cosa empezaba a ser preocupante, maniático como era en estos asuntos, no quería darse por vencido mas, después de una larga hora se cansó y volvió a dormir.

No volvió a pensar en sus sueños en mucho tiempo y quien se lo iba a reprochar cuando, tenía unos horarios tan ferreos de estudio para las becas. Su madre no se había vuelto a casar y trabajaba duro para sacar adelante tanto a la casa como a sus dos hijos. Era por lo que Samuel se esforzaba tanto, no quería ser una carga para ella.

Aun así su madre estaba preocupada porques u hijo no tenía, a su opinión, una vida como los demás chicos de edad. No quería que llegase el día en que al mirar atrás se arripintiese de no haber disfrutado más de la vida. Debido a lo cual, decidió que puesto que estaban en verano,podría apretarse un poco el cinturon y ahorrar para que su hijo fuera al menos unos días de vacaciones con sus compañeros de clase. Nunca se había atrevido a mirar entre las cosas de Samuel pero, era por una buena causa y se alegró al ver que si tenía amigos o por lo menos conocidos. Llamó al primero de la lista, conuna mezcla de nerviosismo y amor filial. Cogió el teléfono un chiquillo, menos mal, pensó.

- Buenas tardes,¿quién es? – preguntó voz del otro lado del teléfono.

- Soy la madre de Samuel – esperó unos instantes antes de continuar - ¿vais a algún lado por verano? Ya sabes, los compañeros de clase.
- ¡¿Eh?! Sí, este año vamos a un pueblo de León – respondió sorprendido - ¿por qué lo pregunta?

- Es que mi hijo se olvidó de decir que este año iba con vosotros y llamé para enterarme por él.

Siguieron hablando sobre los detalles del viaje y algunas dudas que ella tenía. Al principio Andrés estaba extrañado pero, según la conversación avanzaba se fue convenciendo de que, tras unos cuantos años intentando persuadir a su amigo para que fuese con ellos, iba a ser su madre quien lo forzase a ello le costaba trabajo no reirse de lo cómico que le resultaba. Los detalles tales como el día de la marcha, regreso y varios cabos sueltos más los dejaron en el aire porque según el chico, no los tenían muy claros y habían quedado para discutirlos al día siguiente.

De este modo quedaron las cosas, en espera de lo que ella sabía que iba a ser lo más dificil, convencer a su hijo de ello. En efecto, fue una de las unicas veces que su hijo se rebeló en su contra, esgrimiendo argumentos como la economía domestica y la total perdida de tiempo que le parecía. Mas, con todo no le quedó más remedio que aceptar y rendirse ante la evidencia de que su madre había dicho su última palabra y que de ahí no se movería.

En contra de su voluntad, Samuel se presentó a la hora acordada en el portal de Andrés. Puesto que, la reunión se celebraba en su casa ya que,este era el organizador de estas cosas y le encantaba meter las manos en todo y ser su artífice. Al verlo entrar los presentes se quedaron a cuadros, a escepción del afitrión que lo recibió con una complacida sonrisa. Un timbre desafinado lo interrumpio, con grandes pasos salió de la salita, al volver iba acompañado por las chicas del grupo Isabel,Paula,Idoilla y Laura y por el chico que faltaba, Oscar. Los recien llegados también se asombraron de encontrarse en la reunión a Samuel, una vez la normalidad Andrés tomó la palabra.

- Este año no vamos a ir a Valencia de Don Juan como todos los años ... – y guardó silencio para estudiar sus reacciones.

- Pero si todos los años vamos – dijeron las chicas en bajo.

- Eso, ¿y a dónde nos vas a llevar? – comentaron esta vez varios chicos.

Andrés consiguió lo que buscaba, los tenía desconcertados y le prestarían toda su atención,tal y como él quería. Samuel que era la primera vez que los veía fuera de las clases estaba atento a las reacciones y tomaba nota de todo lo que pasaba.

- Este año vamos a ir a Trobajo – continuó tras esperar un tiempo que le pareció el apropiado.

- ¿Y qué hay hay allí de interés? – preguntó Isabel ante la aprobación de los demás.

- Pues,... – Andrés levantó fue levantando los dedos – los lagos, un camping con piscina, un castillo en reconstrucción, ...
- Suena bonito – dijo Oscar con falsa calma – pero, lo que todos queremos es marcha, ¿ la hay ?

Recibió la obación de los presentes y agradecido por la repentina atención saludó de forma un tanto teatral a diestra y siniestra.

- A ese punto quería llegar, estimados colegas. Sí, hay marcha – exclamó con los ojos muy abiertos para dar más enfasis a sus palabras – la juventud de toda la zona, para ser más exactos. Unos diez pueblos que se mueven como uno de fiesta en fiesta.

- Eso ya suena mejor – se tranquilizó Ivan,que tenía fama de ser un ligón.

- Por ello, tenemos que hacer las reservas de tren porque tenemos que ir en tren a León para después pillar un autobus, ya sabeis quien no pueda ir a lo del billete que suelte la pasta a uno que si vaya a ir.

Uno de los presentes, tenía la vista ausente repitiendo una y otra vez para si “ un castillo en reconstrucción “ como si le trajera recuerdos de un mal sueño por suerte olvidado. Aunque alguno se dió cuenta ninguno dijo nada.

- ¿ Qué te pasa Samuel? – preguntó Laura sentándose a su lado – desde que Andrés habló de a donde vamos no has dejado esa cara.

- No es nada más que una pesadilla que tuve pero, no me acuerdo de ella – respondió este con una voz apenas audible.

- Si quieres, te puedo acompañar a casa – le propuso preocupada, pasando de las miradas de desprecio de sus amigas.

- No hace falta, tranquila – y una vez dicho esto se marchó.

Al salir de la casa Isabel, Paula e Idoilla no pararon de burlarse de su amiga por haberse portado así con Samuel. Haber si se va a hacer ilusiones el hombre, pobre niño de mamá o frívolas y superficiales críticas sobre su forma de vestir fueron las frases más usadas durante un buen trecho del camino, hasta que Laura se separó de sus amigas.

Tenía que pasar por una tienda a comprar sus revistas favoritas Ragazza y Loka. Con ellas había conseguido dos regalos para el verano, unas chanclas naranjas y una bandolera para llevar las cosas a la playa. Era un día aburrido,de calor como pocos que había en verano y esto la agobiaba, pues no le hacía mucha gracia tener que ducharse cinco o seis veces al día. En estas ya había alcanzado la planta de su casa, que estaba llena de plantas que su madre cuidaba con esmero. Pasó hablando con cada una, saludandolas por su nombre como su madre le había inculcado desde peqeña . Su casa era de unos treinta o cuarenta metros cuadrados, por lo que no tenía la costumbre de llevar a nadie pues le daba vergüenza. En su cuarto, el más pequeño de la casa se tumbó sobre la cama, en ropa interior para mitigar el calor y oyendo a Eros Ramassoti a la espera de la bajada del calor para ir a Gijón por el billete del tren.
Daba vueltas y más vueltas a la reunión y sobre todo a la actitud de Samuel al oir a Andrés. Le era raro verlo fuera de las clases y además, podría estar mucho mejor si cambiase un poco aunque, fuese el corte de pelo. El pelo largo le quedaba mal pero, tenía algo que le llamaba la atención. No sabía que era porque definitivamente no era su tipo.Le atraían más los chicos como Oscar atrevidos y con su punto de chulitos.

Las horas le pasaron lentas, no paró de dar vueltas sobre la estrecha cama, hasta que con el bochorno le entró también el sueño.Cuando despertó vio sobresaltada el reloj de Taz que tenía colgado en la pared, había dormido demasiado, tenía que darse prisa para coger el de las seis y cuarto. Se vistió una camiseta sin mangas con bastante escote y que apenas le tapaba el ombligo, si tienes pa ensenyar muestra era su forma de pensar, unos pantalones piratas y unas sandalias negras parecidas al charol. Dando saltos por las escaleras y más tarde corriendo todol oi que le permitían el calzado se dirigió al apeadero. Respirando entre cortadamente, cogió el tren por los pelos. En esto sonó su móvil, un tanto intrigada lo sacó del bolsillo y leyó el mensaje. Era de Paula que quería quedar a las siete para tomar un café,le respondió que sí.Mientras se ponía los cascos del mp3 pensaba en para qué la querría ver a solas su amiga. Si ella no era partidaria de los chismorreos y las tonterías superfluas que hacían que apenas la llamasen escepto cuando estaban solas.Era ciertamente un asunto intrigante.

Se sentó en el asiento que encontró libre. El tren era estrecho, de decoración más bien asectica, sólo tenía un par de carteles con el nombre de las paradas, los asientos eran de plástico forrados de una tela verde, un tanto incómodos en comparación con los mullidos asientos que tenía hacía unos cuantos años atrás. Las ventanas no se podían abrir ni con calor porque tenían seguro que solo lo podía abrir el revisor,lo cual era un fastidio, por lo que se enchufó al mp3 para tratar de evadirse del calor.

En la siguiente parada del tren, alguien se sentó a su lado. Pero, no le hizo caso y siguió ensimismada en su mundo, con la música a todo volumen y con la vista perdida en el paisaje pero,si ver nada. La persona sentada a su vera no la dejaba de observar, no le quitaba la vista de encima y esto comenzó a irritarla. Le quiso devolver una mirada de odio para que la dejase de mirarla pero, cuando lo hizo sus labios esbozaron una sonrisa.

- ¡ Hombre, Samuel !- dijo mientras se quitaba un auricular – que sorpresa, no esperaba verte ¿dónde vas?

- A comprar el billete, no me gusta dejar las cosas para última hora.

- ¿ Cómo es que este año vienes? Pensaba que no te gustaba salir.

- Me obligan a ir – bajó la cabeza ruburizado – era esto o la cárcel – bromeó.
- No será para tanto, hombre – se sentía tentada a reirse pero, su cara la frenó – ya verás como te diviertes no es sano encerrarte en tu mundo, de vez en cuando hay que hacer turismo y psarlo bien
.
- Hablas como si todo en esta vida fuese solo diversión y si faltase eso no hubiese más.

- Y tú como si la vida fuese un funeral, si no eres más flexible acabaràs rompiendo no te puedes anclar en un pensamiento fijo.

- ¡Ja,ja,ja! Osea que, según tu no te puedes enamorar.

- ¿ Qué ? yo no dije eso.

- Pero,es lo que sugieres. Al enamorarte tienes unas ideas fijas y un pensamiento, esa persona no es lo mismo que encoñamiento. Esa persona es tu mundo y tu felicidad, es increïble lo que puedes llegar a hacer para conseguirlo.

- Yo no veo así el amor, si te gusta alguien se sabe cada uno puede tener su espacio y no es necesario comerse tanto la cabeza, no es tan opresivo como tu lo pintas.

- Vale, te voy a hacer unas preguntas y te presentaré un caso hipotetico,¿okis? – ella asintio con la cabeza - ¿ crees en el amor a primera vista? ¿en que cuando te enamoras lo das todo? ¿qué lo que quieres es que esa persona sea feliz?

- Creo en los flechazos, lo doy todo también porque creo que con esa persona esta mi felicidad y más si el es feliz.

- Ok – esperó unos segundos para reflexionar.

>.

- Nunca haría una cosa así, no permitiría que llegasen las cosas a eso.

- No digas “ nunca haría esto o lo otro “ no sabes lo que puedes hacer. Vamos metete en el papel e intenta entender a los personajes, podría pasar.

- Lo pones de forma unilateral, falta la otra versión de la historia pero,como quieres mi punto de vista es normal que la otra parte se excluya. Pues yo aceptaría lo de romper ¡que remedio! pero,le seguiría queriendo, trataría de verlo, de ser su amiga y de incluso de volver.

- Sigo.
>.

- ¡ Uff ! no sé lo pintas muy mal. Él parece que es una persona caprichosa y consentida que no sabe lo quiere, y yo parecco una persona que en cuanto se enamora lo da todo y que comete locuras por él sin mirar nada ni como me trata ni que en una relación tienen que dar los dos por un estilo.

>.

- Al enamorarte arriesgas lo más preciado que tienes tus sentimientos, tu corazón, tu dignidad, ...- dijo Samuel a la par que apretaba el botón de la puerta del tren, ya habían llegado a Gijón.

- Ya pero, si no es por amor o tienes otros sueños, ¿cómo vives? ¿qué te ayuda a sobrellevar tu día a día ? debes de tener algo que de sentido a tu vida, ¿no ?

- ¡ Ja,ja,ja ! es una forma de ver las cosas tan vàlida como cualquier otra, mujer.

Laura no pensaba así, para ella el mundo no era en blanco y negro como al parecer lo era para su amigo. Este parecía triste y abrumado como perdido en sus pensamientos, de repente se dió de que sin querer le había contado más de lo que él hubiese querido. En su narración hubo sentimientos tales como amor, aflicción y muestras de resentimientos de una historia real y no hipotética. ¿Y si eso le pasó y por eso era un chico solitario y retraido? Durante el viaje de vuelta no paró de darle vueltas a este aspecto, por eso el viaje se hizo en silencio. Pero, al pisar el apedero no se pudo resistir más y le preguntó.

- Esa historia que me contaste, ¿fue real? Y te pasó a ti, ¿ verdad ?

- ¿ Eh ? – lo había cogido con la guardia baja – No, sólo era un ejemplo y ... – bajo la cabeza para esquivar la mirada de su amiga – nada más.

Samuel giró y se marchó a paso rápido. Ella, se quedó un tanto preocupada por si había tocado un punto demasiado espinoso de su vida. Fue puntual a su cita con Paula que parecía que recien había venido de la playa. Tenía al lado de la mesa el bolso con la toalla, encima de la mesa estaban sus gafas de sol de imitación de Chanel y llevaba puesto un chandal y la melena recogida en dos coletas debajo de una
gorra de los Nicks. Nada más sentarse la borbardeó con preguntas sobre temas de los que ella nunca hablaba pero,se dió cuenta de que los trataba de forma más superficial que de costumbre. Pero, aun así le crispaba tener que oir hablar sobre esas cosas pensó que si en dos minutos no dejaba esos temas se disculparía y se iría.

- Me gusta Andrés – soltó de repente ruburizada .

- ¿ Ah, síii ? – dijo sorprendida – cuenta, cuenta.

- Es desde hace tiempo pero, no sé como dárselo a entender.

- Yo pensaba que te gustaba Oscar por como lo miras.

- Si te das cuenta eso es porque siempre estan juntos.

- Tienes razón pero, porque no se lo dices tu. Ya sabes, declárate.

- Es que me da palo, ¿qué cara pondría si me dice que no ? ¡me moriría de verguenza! No puedo.

- Estamos en el siglo veintiuno, ahora nosotras tambien podemos hacer eso, si no piensa en los chicos cuando lo tienen que hacer.

- Ya, pero es diferente si lo hacen ellos tu hasta te puedes reir – y le guiñó un ojo.
- Buenoo, si quies te puedo ayudar a estar a soloas con él para que lo intentes, ¿ okis ?

- Ok, cuento contigo entonces, no me falles.

Al despedirse, habían acordado que en el camping, hayaría la forma de que se quedaran a solas y que Paula se declarase de una vez a Andrés. Si este quería pues bien, sino ella ya se podía quitarselo de la cabeza. No era que no hiciesen buena pareja pero, no le parecía que hiciesen buena pareja y así subió para su casa.

Tumbado en su cama, estaba pensando en cuando se marchó dejando a Laura en el apeadero. La verdad era que, se había acercado demasiado a su corazón poirque le reveló parte de su vida y eso nunca lo había echo con nadie escepto con sus diarios y sus historias inacabadas. Como el poema que tenía pegado con celo al lado de su espejo que releyó después de mucho tiempo.
He sido un ángel de cristal
mas ahora un ángel caido soy
porque maldita tengo el alma
al cometer el peor de los pecados
al cometer el pecado de amar.
Toy perdido entre dos mundos
pues soy un diablo con cara de ángel
pues soy un ángel con corazón de diablo
que ama sin ser amado.
Después, venían otra estrofa pero, estaba demasiado tachada y corregida como para entenderla bien si no era de cerca y con una lupa. Tenía mucho que hacer porque el viaje se iniciaba al día siguiente y preparar las maletas no era precisamente su fuerte. Su desordenado cuarto era el fiel espejo de su forma de ser.

Estaba delante de la que sería la prueba más dificil de su vida,hacer unas maletas.. Cosa que nunca había echo, le irritó no poder llevar todo lo que quería, no había forma humana de meter sus libros favoritos sin quele cogiera nada más. Para llevarlo lo mejor posible tuvo que pedir ayuda y finalmente, acabaron siendo dos maletas de deportes hasta los topes. Era la una de la madrugada cuando se acostó, le quedaban siete horas para descansar. En sus sueños le perseguían sutiles sombras por unas calles que le resultaban conocidas hasta que lo arrinconaban . Se pasó la noche con pesadillas como esta y otras por el estilo que, luego se desvanecieron de sus recuerdos con los primeros rayos de sol que entraron por la ventana de su habitación.

Todos estaban bostezando al encontrarse en el apeadero, menos Andrés que estaba sonriendo a la vez que los iba saludando uno a uno según aparecían. Pero, aun así nadie habló en el viaje a Gijón en el tren, cada cual estaba ensimismado en su mundo, oyendo música o leyendo un libro. El vagón litera que les tocó fue el 331, los pasillos eran estrechos, apenas cabían más de una persona por ellos por la que la dificultad de pasar con las maletas y mochilas era más que evidente. Las ventanas no se podían abrir, el pasillo estaba enmoquetado de color verde pero, lo descuidado que parecía les resultaba un tanto ilógico sobre todo con lo que costaba el billete todo el tren daba una sensación de ligero abandono.En cada vagón había tres baños, uno al principio del vagón con un letrero que rezaba “ no usar cuando el tren esté parado” contenía un pequeño vidé de agua no potable y un inodoro. Los otros dos estaban al final uno de ellos era como el se hayaba al principio y el otro solamente contenía el vidé.

Las literas eran estrechas, casi no cabían en ellas, en cada habitáculo había seis literas, justas pensó Samuel una para los chicos y otra para las chicas. Dejó a sus compañeros de viaje jugando a las cartas y charlando sobre lo que pensaban hacer y salió al pasillo. Que, pese a su estrechez estaba aborrotado de gente mirando por la ventana el paisaje, a duras penas pudo pudo ir a la puerta entre vagones. Preguntó por la cafetería con la esperanza, de encontrar un sitio tranquilo para gran parte del viaje. Le indicaron que tenía que pasar dos vagones, otro de segunda y uno de primera, y que después lo encontraría.

No sabía en que se diferenciaban unos de otros, sólo que en los de primera no habían literas sino asientos extendibles. Quitando eso, eran iguales pues, cabían la misma cantidad de gente y estaban más o menos igual de apretados. Aunque de estas veía al pasar muchas más vacías que en las de segunda, por fin llegó a la cafetería que, gracias a Dios estaba casi desierta, se sentó en una mesa solo y se puso a observar el paisaje.
- ¿ Estas solo, guapo ? ¿ buscas compañía ? – le sorprendió una voz de mujer.

Dió un sobresalto al oir que se dirigía a él. Al mirarla no pudo ocultar la sorpresa que le había dado.
- ¡ Ja,ja,ja ! – rió la mujer - tranquilízate muchacho, solo es que tu mesa es la que tiene menos gente y me preguntaba si no te importaría que me sentase en ella – sin esperar respuesta se sentó – gracias.

- De nada – dijo algo cortado Samuel mientras volvía su atención al paisaje.

Algo de aquella mujer le daba escalofríos,como si la conociese de algo pero, no recordaba de que. Despacio le fueron viniendo a la cabeza pequeños retazos de sueños de la noche anterior y por extraño que pareciese ella aparecía en ellos.

- Esto parece un deyabú – dijo en voz alta sin poder contenerse.

- ¿ Por qué ? – preguntó la mujer mientras tomaba un sorbo de café.

- Le parecerá una tontería o que estoy loco pero, me parece que ayer soñé con Ud y con este encuentro.

- Hay personas que tienen ciertos dones, Samuel. Aunque no los conoccan y los usen de forma inconsciente o los repriman y se manifiesten de otra manera.

- ¡¿ Eh ?! ¿ cree realmente en ese tipo de cosas ? yo pienso que son un fraude ¡ je,je,je !

Ella simplemente se encogio de hombros dedicándole una candida sonrisa como si eso no tuviese la menor importancia. Iba vestida con una larga falda color café plisada y con un sueter negro que resaltaba su delicada figura. Era notable que alguien que rayase los cuarenta, esa era la edad que le echaba por las patas de gallos, arrugas de expresión y por las ojeras, creyese en esas cosas. Pero, ... ¿ cómo era posible ? le había llamado por su nombre, ¿ no ? y el caso es que él no se lo dijo.

- Un momento, ¿ cómo sabe mi nombre ?

- Eso no tiene importancia, Samuel. Nuestro encuentro estaba escrito, en Trobajo no vayas al castillo con la luna llena ni al lago cuando rodee al astro lunar un anillo de nubes – al acabar la frase se marchó dejando al jóven con preguntas en la punta de la lengua.

Samuel desconcertado, quedó sumidoen sus fracmentos inconexos de sueños y en los raros consejos de la mujer. Mientras el paisaje y la luz del exterior iban cambiando poco a poco, jugando con distintos matices de los colores y las luces y las sombras.

Ya había pasado un rato desde que Laura vio pasar por la ventana a su amigo, con cara seria y hablando con la gente para poder pasar. Paula, Idoilla e Isabel estaban desde hace una hora cada cual enfrascada en sus asuntos pero, antes de no habían parado de criticarlo todo. Desde como iban vestidos los chicos, todos de chandal a escepción de de Samuel que iba en vaqueros o la antigüedad del tren que, su opinión debía de ser retirado hacía muchos años. Con cuidado, las esquivó y abrio la puerta pero, no fue con el suficiente sigilo.

- ¿ A dónde vas ? – preguntó Isabel y las otras dos la miraron también.

- Voy a estirar las piernas.

Diciendo esto cerro la puerta, preguntó a una señora con patas de gallo vestida con una larga falda color café y un sueter negro que había hacía donde su amigo había ido. La desconocida la observaba como si la conociese cosa que Laura, pensaba que era imposible pues era la primera vez qiue la veía. Incómoda por este anàlisis pensó en retroceder, cuando con una sutil sonrisa le dijo que probablemente estaría buscando el vagón de la cafetería que, se encontraba dos vagones más adelante.

Abrió la puerta de cristal de la cafetería, mirando por todos lados con nervios. Esta era pequeña, como todo en el tren, por lo que lo hayó enseguida sentado, con la cabeza apoyada en la mano, los rayos de sol le arrancaban a su pelo y a su descuidado flequillo reflejos rubios de su oscuro cabello en contraste con su blanca piel.

- ¿ Puedo sentarme ? – preguntó al estar a su lado.

Despertando de un trance, afirmó con la cabeza. De vuelta de sus ensueños, se fijó en como iba vestida su amiga. Esta llevaba su típica camiseta sin mangas que, apenas le tapaba el ombligo, unos pantaloncitos cortos rojos y unas chanclas imitando el charol. Era como si no se diese cuenta pero, al entrar en una habitación llamaba la atención de todo el mundo de eso, no tenía dudas. Porque siempre se fijaba en la forma en que todos los chicos se giraban para darle por lo menos un repaso a sus pechos y a sus caderas. Ella comenzó a hablar sobre el viaje y las ganas que tenía de llegar entre muchas otras cosas pero, Samuel estaba absorto en sus ojos azules. Le encantaban, no era que sus demás atributos le fuesen indiferentes la verdad, es que más de una noche había soñado con su cuerpo. Con besarla e ir bajando quitándole con lujuria la poca ropa que solía traer. Sacudió la cabeza con el fin de rechazar tales ideas, era la primera vez en mucho tiempo que se sentía a gusto con la compañía y la charla de otra persona. Y no estaba dispuesto a fastidiarla por mucho que desease besarla y tomarla entre sus brazos le hiciese arder el corazón e invadiese sus sueños.

- ¡ Aaaaa...! – suspiró sin poderse aguantar al mirar sus labios.

- ¿ Te aburro ? – preguntó Laura arrugando ligeramente el entrecejo.

- No, solo pensaba en una extraña señora que vi antes de unos cuarenta años,con patas de gallo y ojeras.

- Yo también me encontré con ella.

- ¿ Eh ?

- Sí – y le describió como iba vestida – me miró de manera extraña y

después me indicó donde estaba la cafetería, donde te encontré.

Muchas coincidencias, ¿ no ? pensó Samuel pero, ¿ qué otra cosa podría ser ? eso de los dones era una patraña, que hubiese soñado con ella, pura coincidencia pero, para lo que no tenía explicaciones era para que supiese su nombre. Que sucesos más rebuscados, parecía algo sacado de una novela barata de serie B pero, todo tenía una unión fuera de lo común. Necesitaba pensar en esto a solas, en su litera sin ninguna distracción. Salieron los dos juntos de la cafetería, él delante porque a ella le costaba abrir las puertas de entre los vagones. Estaban entre dos vagones Samuel sujetando la puerta y ella entrando cuando, el tren dió un brusco frenazo y se apagaron las luces. Laura por instinto se agarró a su amigo que la atrajo hacia él con la intención de protegerla. Volvió la luz pero, siguieron abrazados y mirandose a los ojos, a pocos centrímetros el uno del otro. Cuando volvió a arrancar, se precipitaron y se besaron, Laura se sorprendió y se separó de él. Pero, Samuel la atrajo y la volvio a besar de forma apasionada.

Con todas sus fuerzas lo empujó para liberarse de su abrazo y le cruzó la cara con un cachete. Sonrojada, marchó corriendo y empujando a todos los que se encontró por el camino de vuelta. Entró como una esalación en su compartimento, tumbándose en su litera y ocultando su cara con la diminuta almohada.

- ¿ De dónde vienes ? – le preguntó Isabel.

- ¿ Qué te pasa ? – preguntó Idolla más perspicacad.

- No será tan grave – dijo Paula – puedes confiar en nosotras.

Mas no las estaba oyendo porque estaba repitiendo mentalmente una y otra vez el momento del beso. Lo intentó analizar, el primero fue por el frenazo y la puesta en marcha del tren, buenoo, pensó, ese no cuenta porque le podría haber pasado a cualquiera. El segundo, en cambio era intencionado de eso no había ninguna duda, había pasión en el y le había dejado la mente en blanco. Y y.. le gustó sí, ahora que lo pensaba friamente había sentido un vacio y hormigueo en el estómago. Luego se sintio rara, como si la hubiese forzado por lo que lo había pegado y marchado sin ni siquiera mirar como reaccionaba, ¿ cómo habría quedado él ? buenoo, acabó pensando, lo echo echo está.

- Es que me caí contra una puerta y unos chicos se rieron de mi – mintió.

- ¡ Vaya torpe ! – exclamó Paula.

- Si quieres podemos ir a quedarnos con esos tontos – propuso Idolla.

- No hace falta, si tampoco fue para tanto – pensó que lo estaban tomando demasiado a pecho.

- Entonces, ¿ por qué llegaste como un huracan y llorando ? - preguntó Isabel – en mi opinión Idolla tiene razón, ¿ los buscamos ?
- Iremos compartimento a compartimento, hasta que los encontremos y les daremos una buena lección – propuso esta vez Paula de buen humor ante la posibilidad de meterse con alguien de forma gratuita.

Buscaron por casi todos lados, cuando a Laura le comenzó a resultar agobiante la situación y a entrar as ganas de confesar que había mentido vió a un grupo de chicos a lo lejos que estaban bajando del tren. Aprovechó la oportunidad, viendo que no les iba a dar tiempo a decirles nada y los señaló diciendo eran aquellos. Como se se imaginó, se apresuraron para insultarlos pero, el tren arrancó y se quedaron con las ganas, interiormente Laura respiró aliviada. Desalentadas se encaminaron de vuelta a sus literas, encontrándose con sus amigos, que las estaban esperando.

- ¡ Ja,ja,ja ! – rio Oscar – Iván me debes tres euros, la primera en entrar fue Isabel.

- ¡ Cabrón con suerte ! ya te invito a una copa.

- Ya que estamos todos juntos de nuevo – empezó a decir Adrés – vamos a ...

- De eso nada, que falta Samuel – interrumpió Luis.

- ¡ Bah ! – esclamó el interrumpido – ya es bastante que haya venido, de momento dejemosle con sus cacaos mentales.

- ¿ Qué le pasa ? – preguntó Laura con curiosidad.

- Nada, que aparecio en el vagón hace un rato con la cabeza gacha y con la mejilla roja – contestó Iván.

- Le preguntamos – Oscar miro a los otros chicos y estos asintieron – pero, fue como si lo hubiesemos echo a una de estas paredes. Y después se puso a escribir.
- ¡¿ Eh ?! ¿ escribio ? – se extrañó Laura.

- Sí, una cosa de filosofía, me pareció – siguió Oscar – algo como “ la realidad no es global,hay muchas y cada persona elige en la que quiere vivir por lo que que no existe una realidad verdadera sino, el conjunto de muchas que chocan unas contra otras, al igual que no existe un solo mundo porque cada uno tiende a elegir el suyo propio en el cual construye sus sueños ...”

- Vaya pensamientos que tiene – exclamó Isabel – si lo piensas dice la verdad pero,da un pelín de repelus, ¿ no ?

Todos quedaron enmudecidos,sumidos en sus mas secretos y oscuros pensamientos y esto se reflejó en sus caras.

- ¡ Ejem, ejem ! – tosió Andrés – pasemos a cosas más divertidas, ¿jugamos a las cartas ? aún nos queda un buen trecho hasta León y hay que pasar el
rato, así que que manera lo podemos pasar mejor, ¿ no?

Jugaron varias horas a numerosos juegos de naipes, haciendo apuestas de como mucho veinte centimos para hacerlo más interesante. En esta ocasión hasta Paula, la que nunca se animaba a jugar a est opero mejor entretenerse de esta manera que no estar apartada y aburrida pensó. Las manos de los distintos juegos fueron pasando al igual que el dinero de unos a otros, Andrés y Oscar fueron los que más perdieron en provecho de Iván e Isabel que casi se acabaron llevando la mayoría del dinero.

- La próxima parada es León – dijo el rebisor al abrir la puerta.

Bajaron con el equipaje sin saber muy bien, hacia donde dirigirse. Andrés sacó un plano de su mochila con el que, tras varios fallos y varios rodeos sin sentido por no preguntar,dieron con la estación de autobuses. Durante el camino y espera a que partiese el vehículo los únicos que no se hablaron entre sí ni se miraron fueron Laura y Samuel .El viaje fue mucho más corto de lo que habían pensado,apenas una hora.
Trobajo del camino, no era como se lo pintaron no era solo un lago y un camping . Pequeño, con muchas tiendas de regalos, las calles empedradas, con casas bajas de no más de dos pisos de altura y las fachadas blancas para aminorar el clima seco y caluroso en verano y frío y con nieve por el invierno,lo malo erea que había sido remodelado de cara al turismo y perdido de paso gran parte de su encanto. Aunque, aun así seguía conservando parte de su parte rústica, mucho más interesante desde el punto de vista económico y de quien le gustase lo autenticamente rural.

No tenían echas las pertinentes reservas y como era temporada alta, no había forma de conseguir otro alojamiento. Finalmente, optaron por ir al camping de la localidad, que quedaba a un kilómetro y medio de distancia del pueblo. Hasta el mismo, no había otro medio de llegar que no fuese caminando, la marcha era bastante pesada,al cargar con las maletas. Y aunque se repartieron entre los chicos los bultos más pesados y las chicas los más livianos, a estas les resultaba casi tan duro como si hubiese sido al revés. Hicieron varias paradas para recuperarse y beber agua pero, aun así acabaron rendidos y sudorosos al posar las maletas a la entrada de este.

Parecía que tampoco iban a tener suerte aquí tampoco pero, les dijo la encargada que había tenido cancelaciones de ultima hora y que le quedaban un par de tiendas libres. Impacientes, deseosos de descansar y con ganas de ducharse aceptaron enseguida, hubiesen cogido lo que fuese con tal de descansar. Las tiendas eran para cinco personas,les quedaban un tanto pequeñas pero, mejor eso que nada pensaron. Dejaron las mochilas para acto seguido ir a darse una ducha y cambiarse de ropa, quedaron para comer después. Las instalaciones de las duchas estaban en un pequeño edificio, cargado de hiedra que apenas permitía ver la entrada, el suelo era de cemento con algunos restos de baldosas y de las tuberías tenían numerosas fugas de agua formando charcos.

Oscar se bañó como siempre en un tiempo record. Se aburría de esperar y se decidió a dar una vuelta por el lugar para ver que encontraba. Lo primero en lo que se fijó fue en que este parecía dividido por países, en determinados lugares
encontró banderas de otras naciones. Las que más había eran francesas, alemanas, italianas y portuguesas. Lo segundo, era una piscina pequeña pero, eso era un golpe de suerte ya que odiaba la idea de bañarse en el rio y le desagradaba el recuerdo de las duchas con sus manchas de humedad y su moho creciendo por algunas esquinas. La tercera, la más interesante, desde de su punto de vista es que en aquel lugar había un mini mercado. Ni corto ni perezoso entró en él, le apetecía una cerveza fría. Dentro, otro descubrimiento le hizo dar saltos de alegría, al menos interiormente, el alcohol era muy barato. Entonces, se le ocurrió una idea mucho mejor que la cerveza, miró su cartera echó cuentas y vió que su nueva idea es viable. Salió de la tienda cargando con bolsas con botellas de martini,cuarenta y tres, licor de melocotón y licor de menta.

Iván se estaba impancientando de tanto esperar, ¿ por qué eran tan lentos todos ? Bueno, tenía que reconocer que el único que era más rápido que él era Oscar. Quien seguro que traería noticias de como era todo y alguna sorpresilla adicional, pues era muy curioso y nada se le escapaba. Pero, seguro que tardaría un buen rato como todos los demás, por un lado de las tiendas vio pasar a una preciosidad peliroja y después sus voces parecían de varias chicas. Que interesante, pensó, y si me acercó para verlas mejor y probar mi fortuna un poquito je,je,je.

Eran un grupo de cuatro chicas. Una peliroja de piel clara que vestía con camiseta blanca, pantalón de chandal azúl marino y chanclas rojas, una morena de pelo largo que se perdía en una trenza por su espalda llevaba una camiseta rosa de tirantes y una minifalda vaquera. Una rubia ceniza de media melena con una camiseta y unos piratas blancos y por último una castanya rizosa con prendedores en el pelo vestida con un top amarillo que apenas le contenía su busto y unos pantaloncitos azúles. Se fue acercando a ellas suavemente, como el que no quiere la cosa.

- Perdonar, ¿ teneis un cigarro ?

La chica de los pantaloncitos se lo pensó pero, después le dió uno que sacó de la cajetilla que llevaba en la goma del pantalón. Iván no pudo la tentación de fijarse de donde lo había sacado Dios mio, pensó, que buenas estan.

- ¿ Y fuego ? – sonrió abiertamente – el pulmón no que es muy cara la operación.

- ¡ Joder, tio ! – exclamó la chica de los pantalones sonriendo también – pides más que hacienda.

Bingo, lo conseguí ahora me puedo quedar e intentar ligar, pensó alegremente. Cogió el mechero que le tendió y con toda la calma del mundo encendio el cigarro y le dio la primera calada antes de devolverselo, eso sí con mucha tranquilidad. Mientras, ellas siguieron hablando como si él no estuviese.

- Este sitio es aburrido – dijo la peliroja – no hay nada para divertirse, no sé porque vinimos.

- Ya nos dijeron que este finde hay fiestas – dijo la morena – y entonces verás como hay gente.
- No sé, no me acaba de convencer la idea – comentó la rubia – podríamos haber ido a otro sitio como San Sebastian, Mayorca o Barcelona en ve aquí.

- ¡ Claro, como a la señorita le sobra el dinero ! – exclamó la castaña rizosa – no todos nos lo podemos pagar como otras.

- Si es marcha lo que buscais – intervino Iván que vio su opurtunidad - aquí la juventud va de pueblo en pueblo con las fiestas.

- Es lo que les estoy intentando decir a estas cabezotas – dijo la morena– pero, no quieren entrar en razón.

- Solo vamos a estar una semana y ya llevamos aquí aburridas dos días – protestó la peliroja.

- ¿ No hay nada de nada ? – siguió Iván.

- Buenoo, tienes el castillo que no esta mal – contestó la rubia – y el pueblo aunque solo la zona turistica que es la que mejor esta.

- No te olvides de los lagos – agregó la rizosa – y por mucho que a ti no te guste la parte “rustica” del pueblo, esta también tiene su encanto. Me encanta su iglesia que es preromànica.

- ¡Aaah ! – exclamó él - ¿ y de dónde sois ?

- Somos de Sevilla – respondió la peliroja - ¿ y tú ? que tanto preguntas.

- Soy de Avilés, de la villa del adelantado.

- ¿ Y dónde queda ? – preguntó la rubia.

- Esta en Asturias, hay bastante ambiente pero, por verano esta más bien muerto.

- ¿Y de ahí veniste aquí ? – dijo sorprendida la peliroja – pues vaya cambio, ¿ no ? je, je, je.

- Bueno, de vez en cuando viene bien hacer un poco de trasumancia, ¿no ? – dijo guiñando un ojo de forma pícara.

Todas rieron, lo conseguí, bien pensó Iván. Nunca fallaba, buenoo, casi nunca pensó con amargura, ahora el último movimiento y tal como parecía que iban las cosas todo saldría a pedir de boca, de acuerdo con sus planes.

- Por cierto, ¿ cómo os llamabais ? - preguntó con una sonrisa y con cara de inocencia – no me acuerdo.
- Yo me llamo Cristina – dijo la peliroja – pero, mis amigos me llaman Cris.

- Mi nombre es Elena – siguió la castaña rizosa.

- Yo Susana – dijo la morena de pelo largo.

- Que hipócritas sois – dijo la rubia – él ni siquiera se ha presentado y lo sabeis de sobra – dicho esto marchó dirección a su tienda.

- Perdona a Maria – le pidió Cris – pero, ella es así aunque cuando se la conoce es buena persona.

- Buenoo, en parte tiene razón ¡ je, je,je ! reconoció Iván y se presentó.

Hablaron durante un rato sobre los diferentes planes que tenían para esos días; a los que él les contó los suyos, el número de personas que componían su grupo y alguna que otra cosilla por encima. Finalmente, se intercambiaron sus cuentas de correo electrónico y aunque en principio se negaron acabaron dándole también los números de sus móviles. Como ellas tenían cosas que hacer y él, ya se retrasaba bastante se despidieron y se fue con sus amigos con la esperanza de que no hubiesen acabado toda la comida.

Estaban todos medio borrachos, botellas tiradas por el suelo y hablando más alto de lo normal. Sonriendo, Iván buscó una botella para él y no tardó,teniendo el estómago vacio, en estar como el resto de sus amigos fundiendose con el resto en la esporàdica fiesta que tenían organizada. Bebieron el alcohol en poco tiempo pero, para ser justos tampoco es que hubiese tanta bebida. La fiesta fue degenerando y se dividieron en pequeños grupos; unos hablaban de fútbol, otros de baloncesto especialmente de los partidos de la NBA y las chicas de todo, especialmente de moda; hasta que uno a uno fueron a dormir la borrachera.

Paula, Idolla e Isabel al despertar decidieron dar una vuelta por el pueblo. No era lo mismo darla como estaban por la mañana, cargadas de bolsas y escoltadas por sus amigos quew solas y a su aire. A Laura no había quien la despertase, la habían zarandeado pero, nada peor para ella pensaron. Tardaron cerca de media hora en llegar a Sanabria, Idolla y Paula querían hacer turismo por la zona empedrada e Isabel deseaba ver la parte más rústica por lo que tomaron diferentes caminos al entrar.

Isabel disfrutaba de la parte antigua mucho más de lo que hubiese echo de la otra; una cosa era un pueblo con sus animales, sus casas sin estar a escuadra, sus pintorescas calles unas pavimentadas y otras no y la la parte turística que era la otra cara de la moneda. La de pueblos que para atraer al turista se hacían un lavado de imagen, perdiendo toda su edentidad y tradiciones en pro de unos turistas que lo que buscaba en aquellos lugares era precisamente lo que sacrificaban.

Las casas eran blancas, pintadas con cal, de como mucho un piso de altura con sus correspondientes ventanas y contraveventanas de madera; fuera de las casas había bancos de madera otros de cemento o de piedra donde las personas mayores
se sentaban al sol sujetando entre sus manos bastones con los que, alguna vez, hacían dibujos en la tierra suelta. Esto le gustaba, la relajaba pero, también comprendía que vivir en un sitio así debería ser agobiante; tan aislado de todo además, tampoco le agradaba ( aunque algunas veces le hiciese reir ) las moñigas de vaca que, estaban por todo el camino.

Había empezado saltándolas de un hueco a otro mas, tras unos cuantos saltos se preguntó como sería verla haciendo eso; al pensarlo sonrió porque debería de parecer estúpida o algo parecido así que, comenzó a andar. Encontró una farmacia pegada a un local con un rótulo en forma de rana,cosa que le pareció rara, tanto le llamó la atención que sin querer se acercó a su puerta, justo cuando esta se abrio.

- ¡ Hola ! – le dijo el chico que salía - ¿ te gusta el pueblo ?

- Sí , es muy bonito, ¿ cómo sabes que no soy del pueblo o de la zona? Por lo que he visto es bastante grande.

- ¡ Ja, ja, ja ! ¿ es broma ? casi todos los chavales de la zona nos conocemos, vamos al mismo colegio.

- ¡ Ah ! ¿ y esto qué es ? – señaló a la rana y al local.

- Es el local de la juventud del pueblo, osea, donde esta la asociación de festejos que colabora con el ayuntamiento, montamos nuestras fiestas y cosas por el estilo y este edificio – indicó a la farmacia – es la casa-farmacia del pueblo.

- ¿ Y no la molestais con la música y el jaleo todo el año ?

- Sí ¡ je, je, je ! por esa razón sólo la abrimos durante este mes que la farmaceutica se va de vacaciones. Estamos liadillos con las fiestas de este finde.

- ¡ Ah ! entonces te dejo en paz, ya te debo de haber distraido bastante, ¿ no ?

- No, tranquila, ya lo tenemos todo organizado, ¿ dónde estas alojada?

- En el camping, vine a dar una vuelta.

- Si me lo permites, te hago de guía – dijo sonriendo – me llamo Marcelino, ¿ y tú ?

- El mio es Isabel.

Juntos caminaron por las pocas calles que quedaban por ver. El guía le iba respondiendo como podía a todas las preguntas de su acompañante sobre el moliuno abandonado, la cantera en la cual trabajaban la mayoría de los lugarenses que no querían o estaban hastiados del campo y de la ganadería. Al final, dando una vuelta por diversos estrechos callejones salieron a la plaza central donde estaban colocando los adornos y las luces para las fiestas. Ella insistió en ver la iglesia que quedaba un poco
separada, era un edificio de piedra amarillenta, con una única torre a la cual se accedía por uno de sus laterales. Se podía subir por ella usando unas vigas de madera que iban de pared a pared haciendo la ascensión en forma de caracol, probó subir pero, los crujidos que producían junto a la cantidad de polvo que caía y los huecos entre cada escalon por los cuales podía ver perfectamente la caida la hicieron recapacitar y volver a trás.

El edificio por dentro era pequeño, sin muchas figuras de santos solo había tres una de la Virgen de Mayo, otra de San José y una del niño Jesús. El altar estaba presidido por un retablo que representaba el alumbramiento aunque, estaba un tanto deslucida pero, aun así estaba muy lograda y se notaba su antigüedad. Al salir a Isabel le llamó la atención una cuerda que caía de la torre y en la cual no se había fijado antes, la cogió y tiró de ella por pura curiosidad pero, no iba.

- Tira más fuerte, a ver que pasa – le sugerió Marcelino con expresión pícara.

Isabel obedeció y esta vez tiró con todas sus fuerzas ¡¡ gong !! sonó la campana, a continuación su nuevo amigo la cogió de la mano y echó a corrar arrastrándola con él. Le iba a preguntar enfadada a que venía eso cuando oyó un grito a sus espaldas.

- ¡ Marcelino ! tenías que ser tu – gritó un hombre vestido con una sotana gris – cuando te pille te voy a freir en cal viva.

Dieron la vuelta a un edificio y cuando vieron que pasaba el peligro y lo habían perdido, se rieron mirándose a la cara.

- Sabías lo que iba a pasar, ¿ no ? – dijo mientras se secaba las lágrimas que le salieron de tanto reirse.

- Buenoo, la verdad es que sí pero, ¿ no fue divertido ?

- Sí que lo fue – miró su reloj – lo siento, me tengo que ir he estado más tiempo del que creía.

- ¿ Vas a venir a las fiestas ? ¿ podríamos vernos entonces ?

- Sí que voy venir – lo miró de arriba a abajo – si, podríamos quedar, no me importaría.

- Entonces quedamos el viernes junto a la barraca, ¿ ok ?

- Okis, dentro de dos días. Hasta entonces – y se marchó.

Se encontró con Idolla y Paula a la salida del pueblo; les pregunto que habían echo, le contestaron que viendo tiendas aunque no habían encontrado nada interesante. Pero, que en un bar hayaron a un camarero que estaba muy bueno y que habían estado tonteando con él toda la tarde con el, las dos a ver a quien le caía pero,
que resultó ser gay. Vaya desperdicio dijeron y suspiraron las dos a la vez.

- ¿ Cómo lo supisteis ? ¿ os lo dijo él ? Porque os lo podría haber dicho para librarse de vosotras ¡ je, je, je !

- No nos lo dijo, llegó un chaval y se besaron. Nos dejó heladas – comentó Paula alicaida.

Entre risas entraron en el camping, le preguntaron a Isabel por su tarde, ella les contó lo que había echo sin nombrarles a Marcelino para nada. Casi se calleron al suelo imaginándose al cura agarrando la falda de su sotana, persiguiéndola.

Para cenar se juntaron en una especie de picnic, en el que juntaron los bocadillos que les quedaban y bebieron un par de botellas de martini. En medio del mismo, sin probar una gota Samuel desapareció, sin que nadie se diese cuenta. A escepción de Laura que quiso ir tras el para ver a donde iba pero, estaba en medio de Paula e Isabel quienes le estaban contando entre risas lo sucedido en la tarde.

Cuando se libró de sus amigas, ya pasaba cerca de una hora. A saber donde se habría metido su amigo, como le era imposible averiguarlo, tomó la decisión de dar una vuelta. Encontró una encrucijada que indicaba el camino a los lagos, ya que estaba ahí emprendió el camino entre otras cosas porque no quedaba lejos. Este atravesaba una pequeña arbolada de chopos, el juego de las luces de la luna y las deformes sombras de los árboles creaban divertidas formas; los árboles crecían retorcidos debido a la feroz competencia por la luz del sol, las raíces de algunos de ellos salían de la tierra y se comían de manera literal parte del paseo, cubierto por gravilla suelta; debía de ser un camino precioso de día, pensó.

Al salir al último descampado se agarró al tronco de un árbol, los lagos eran más bien dos charcas un poco grandes, no entendía porque los llamaban lagos con las dimensiones que tenían. Una solitaria nube tapaba la luna mas, aun así podía divisar casi toda la paronámica; era un terreno rocoso, creado por los continuos desprendimientos, pensó. No pudo resistir la tentación de coger varias piedras y tirarlas al agua para hacer ranas, en esto vino una corriente de aire que se llevó poco a poco la nube. Las haces de luz de la luna fueron bañando una solitaría figura de cabellos negros y a pesar de la distancia Laura pudo ver que estaba pensativo. Este iba vestido con una camiseta negra, pantalones vaqueros y botas, estaba sentado al borde de una roca mirando el lejano castillo. Era Samuel, que suerte pensó.

Samuel, estaba inmerso en como había sido su pasado. Especialmente el trozo que le había contado a Laura, era algo melancólico el revivir aquel trágico amor. Pero, ¿ cuántas veces se tenía que torturar recordandolo? Si dejaba su mente sola podría volver a verlo y a sentirlo como si estuviese allí otra vez. La amargura lo llegó a consumir, porque aparte de darlo todo como le había contado a su amiga, nunca había llegado a ser querido, por lo menos no de la forma en la que él se había entregado de manera total a ese amor. ¿ Por qué todas sus relaciones lo dejaban tan marcado? Vale que tenía buenos recuerdos de todas y cada una pero, lo que le quedaba al pasar los años era la sensación de que había sido el el que había echo posible esos recuerdos y que
tendría que haber exigido más pero, eso iba en contra de su forma de ser. En esto le volvió unas cartas que se habían escrito, cuando aun se querían y no estaba cerca lo que les había pasado después, vio toda la escena de antes de las cartas y estas mismas.

Había ido a pasar la noche con su novia, con lo cual había tomado varias decisiones y discutido con sus padres, cosa que su querida nunca llegó a saber. Llevaban ocho meses y deseaba con toda su alma pasar la noche a su lado en una cama, no por hacer el amor sino que simplemente para estar a su lado y poder dormir con su cuerpo pegado al suyo. Pero, al final todo se torcio y no pasó nada de lo que Samuel quería que hubiese pasado además de no poder dormir juntos, se pasaron toda la noche con un amigo de su novia que portó como una carabina. Unos días después le mandó un mail.

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Pasaron varios días hasta que recibió la respuesta al mail que había mandado, una respuesta que cada vez que la volvía a leer se le encogía el corazón puesto que, era el reflejo de lo que sentían.

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Lo que en ese instante no se imaginó fue que las palabras escritas por ella nunca se cumplieron. Ni pudieron pasar siquiera una noche juntos, ni volvió a decirle lo que le había dicho esa noche con lo cual se quedó como estaba,sin saberlo.

A la velocidad de la luz su mente la sacó de sus recuerdos dejándole verla y oirla otra vez. Con increíble precisión recordó todo lo que sentía por ella, sus gestos, lo que hacían juntos, los lugares a los que habían ido,...Pero, lo más vivo fue el momento en que lo dejó,era su espina, no quería pensar en ello. Primero con un mensaje frío al móvil y más tarde a la cara lo había tratado de manera un tanto cruel,delante e la gente dando motivos caprichosos y egoistas propios de las niñas mimadas.

Sacudió la cabeza como desechando estos pensamientos que siempre le hacían llorar, volviendo intentar aferrarse al presente; esforzándose por recordar sus sueños y relacionarlos con la misteriosa mujer del tren; ¿ hayaría la respuesta a todo esto en el castillo ? ¿ o sería una total y absoluta pérdida de tiempo ? no se decidía a visitarlo, porque lo único que recordaba era una vaga sensación de peligro y oscuridad. Además, había que reconocerlo se lo estaba pasando muy bien con sus compañeros de clase, ¿ no era así siempre ? antes de pasarlo mal tocaba algo bueno para que no se quejara demasiado. También estaba el tema de Laura, tenía que hablar con ella a solas o al menos, disculparse por lo del tren. Suspiró, ¿ qué haría con ese asunto ? si supiese si le había gustado pero, esa no era la cuestión. No quería volver a enamorarse, ya que consideraba que ya había sufrido bastante; con estos pensamientos bajó de la piedra dejándose deslizar.

- ¡ Hola ! – dijo Laura con una sonrisa.

- ¡ Hola ! – respondió Samuel, pensando ten cuidado con lo que desees, puede hacerse realidad.

- ¿ Qué haces aquí, tan solo ? ¿ no te diviertes con los demás ?

- Vine a dar una vuelta para pensar, me lo paso bien con todos vosotros – estuvo a punto de decir contigo pero, lo cambió sobre la marcha – pero,no estoy acostumbrado a beber.

Echaron a caminar dando una pequeña vuelta a los lagos, la muchacha
no se pudo contener y hacerle una pregunta.

- ¿ En qué pensabas ? estabas triste, como si eso te deprimiese.

- ¡¿ Eh ?! ¿ cuánto llevas mirándome ?

- Tan solo un par de minutos a lo sumo pero, contesta.

- Pensaba en el castillo y en unos sueños que tuve – no pudo darle un rápido repaso como hacían todos.

- ¿ Qué sueños ? – si se arreglase un poco, pensó Laura.

- Unas pesadillas, solo recuerdo el castillo y el lago nada más.

- Curioso, ¿ no ? ¿ y nunca antes habías venido ni visto fotos de estos lugares ? – él respondió negativamente con la cabeza - ¿ no quieres verlo ? así podrías recordarlas o quitartelas de la cabeza.

- Sí, tendré que hacerlo – suspiró - ¿ me acompañas ?

Laura se sorprendio, no esperaba una cosa así. Él pensó que ella se lo estaba tomando mal porque parecía demasiado seria.

- Buenoo, si no quieres no pasa nada – se escusó – es algo personal.

- Tranquilo, solo es que me sorprendiste un poco. No pasa nada iremos juntos, ¿ cuándo ?

- ¿ El viernes te parece bien ? a la tarde, ¿okis ?

- ¡¡ Mmm...!! supongo que nos dará tiempo a ir a la fiesta, entonces de acuerdo.

Por el camino de vuelta por el bosquecillo, los dos se encontraban bastante cortados; mirando cada uno a los arbustos que bordeaban ciertas partes del camino. Samuel estaba pensando en si comentar o no lo del beso.

- ¡¡¡ Aaa... !!! – gritó Laura asustando a su amigo - ¿qué es eso que hay entre los arbustos?

Con cautela,se acercó a ver lo que había asustado a su amiga, al verlo se rió y Laura enfadada le preguntó de que se reía.

- ¿ Qué creías que era?

Marcuan3009 de octubre de 2010

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