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Rutina

Fue ese día recluso el espejo,
en que se piensa o recuerda la muerte
y no alcanzan pañuelos en oferta
ni cartas con flores a renglones.
Pasajera sin resistencia a trenes cotidianos,
espanta las miserias del aburrimiento,
aunque suena fuerte el despertador
y alguien no pueda silenciarlo,
es mejor que la mentira sorda
de no querer saborear la rutina
cuando ésta es el fin de todo.
Se engaña la almohada,
clava una cruz al fondo de la Tierra,
avanzan los minutos
en continuo retroceso,
saben que cada día
se nace y se muere a pasitos.

Autora: María Esther Valiente.
Mariaesther06 de agosto de 2015

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