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Un Lujo al Oído.

Curiosa la forma en la que mis oídos reaccionan al sonido del mar.
Al vaivén de las olas, agitarse, como si me alcanzase a tocar, con prisas de llegar hasta donde estoy por miedo a que me vuelva a ir.
Después de tantos días en casa, hoy he dado un paseo por la costa de mi ciudad, me he sentado en un banco de madera en frente de la playa, y se me ha reiniciado la vida.
Como si alguien desde lejos, hubiera encontrado y pulsado mi botón de "reset", ese que creía inexistente en mi interior.
A veces no prestamos suficiente atención a las pequeñas cosas que tenemos al rededor, pequeñas cosas/personas/situaciones que de "pequeñas" no tienen nada, que son enormes, y no las vemos.
Y ahí esta el mar, peligroso y tranquilo como él solo, que se hace respetar, pero que si lo sientes, te enamora.
La mascarilla era mi "salvavidas" por si me caía, mis oídos seguían escuchando, y la brisa acariciaba mis mejillas rosadas y abanicaba mis pestañas al descubierto.
Inhalaba su aire fresco y exhalaba su aire salado, así continuamente.
Yo seguía escuchando.
¡Limitaciones horarias y responsabilidad por la parte que me toca!
Es hora de volver a casa, es hora de decir "hasta pronto".
Suaves decibelios por doquier para mis tímpanos, encantados ellos de recibirlos, todo un lujo al oído.
Sentir el mar cerca de nuevo, me ha dado una fuerza emocional "brutal" (hablando coloquialmente) que siento que soy capaz de afrontar todo lo que venga por delante, ¡porque yo puedo con todo!
Y esta noche, estoy segura que voy a dormir con una tranquilidad y estabilidad mental que hacía tiempo que no tenía, qué bonito es volver a donde a uno le hacen sentir bien.
¿Y tú, ya has encontrado ese sitio que consigue hacerte sacar las fuerzas de donde piensas que no las hay?

Marisnchez_07 de mayo de 2020

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2 Comentarios

  • Voltereta

    Los seres marinos siempre nos sentimos refugiados por el mar, encontramos la calma entre sus olas y nos gusta que la brisa marina acaricie nuestra piel, somos descendientes de Atlantis, una civilización perdida en lo más hondo del océano, pero que en la antigüedad fue una isla admirada por su riqueza.

    Vivo en el centro de la península, pero no podría vivir sin el mar, soy descendiente de una estirpe marina y por eso siempre que puedo, vuelvo a la costa y al contemplar la inmensidad azul, disfrutar la rumorosidad de las olas y oler el perfume del salitre, siento que estoy de nuevo en casa y mi alma se inunda de paz.

    Un saludo.

    07/05/20 01:05

  • Remi

    Todo un lujo tener el mar cerca, sentir todo lo que trasmite, su sana cercanía. Lo extraño.
    Buen texto Mari, un abrazo.

    10/05/20 07:05

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