No soy yo es él, el hombre que amo
el de carne y hueso, el que penetra mis entrañas
como fuego, el que me eleva del suelo
sin alas sin un verso, sin rimas o sonetos.
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No soy yo la que divaga entre vibratos
de sones melodiosos es él, con sus silencios.
Con sus brazos de acero que contienen mis ansias.
Es mi refugio, el sereno descanso de mi alma.
No encuentro las palabras, no he leído acaso
lo suficiente para definir qué siento cuando me ama.
Estoy tan pegada a él como la piel al hueso.
Me socava hasta el ultimo hueco, me desnuda
por dentro, me vacía y yo me vuelco en él
me desangro me desgajo de horrores
y de sueños, me vuelvo etérea casi un ángel
una amante o una ninfa pudorosa
ardiente, desbocada y él no sabe lo que pienso.
Porque no sé como amarlo, como decirle
que quisiera beberlo y agotarlo para sentirlo
para que fluya en mí cada segundo
para que me acaricie por dentro, savia y flujo
llanto y goce, pero callo y me silencio.
No soy yo, aquella que en mis versos
describo las lejías mas sabias del amor.
Es esta mujer, la suya, la que ama La que calla
cuando el me mira y me desvasta.
La que no encuentra las palabras
La que muere de amor cuando él me ama.