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Grupo Omega - Parte 1/16

1. Atardecer al filo del abismo

El sol desciende sobre el horizonte una vez más. Se esconde detrás del velo de las montañas, tiñendo de naranja una fracción del cielo. Las nubes sonrojan ante la partida.
Un sauce llora a lo lejos, parado en la esquina del abismo. Una mujer anónima mira hacia lo lejos, acompañando al árbol.
Deja un papel en el suelo, sostenido por un improvisado pisapapeles, una piedra gris y lisa, apoyada en el centro de la hoja.
Se coloca junto al filo y respira, siendo acaricida por los dedos delicados de la planta. Mira el sol una vez más, y luego observa las rocas del fondo, aparentemente suaves, como lijadas y barnizadas.
Pone un pie en el aire mientras está inmersa en sus pensamientos. Duda de poder hacerlo, de simplemente saltar. Una acción muy sencilla desde el punto de vista del hacer, pero más que difícil a la hora de la practica. Semanas de pensamientos negativos y de una tristeza incalculable marcaron muy fuerte en su carne.
La alegría que supo emanar de su cuerpo entero se extinguió como llama expuesta a la tormenta. Su corazón late ya sin sentido para su mente. No existen ni dioses, ni ángeles ni más allá.
Pero aun así no cree ser capaz de hacerlo, de callar esas voces en su cabeza. No es locura ni mucho menos. Quien haya estado alguna vez agobiado por la confusión, sabrá lo que menciono. Es una enfermedad cuyos síntomas son emociones de vacío, emociones imposibles de describir y que están susurrando al oído todo el día.
-Hazlo, salta. Termina con esto de una vez.
-te escucho… se me hace difícil encarar esta carta mientras tenga que pelear conmigo.
-salta
-no creo. No soy capaz….
-hazlo, me vas a cerrar la boca de una vez. Si soy la voz de tu tristeza pura, me callare cuando lo hagamos ambas.
- solo mientras sueño cierras el pico.
-ser ofensiva solo te va a agotar, como siempre. ¿Quieres vivir así por siempre? ¿Dándome pelea? Hasta yo estoy cansada de esta guerra inútil. También quiero callar. No malgastemos más energía en inutilidades, en cosas que no vuelven.
Cerró sus puños con fuerza y miro hacia abajo. El impacto rompería sus huesos con fuerza, incluso puede que ni siquiera llegue al golpe consciente, por el shock.
Se lanzo decidida al final. Ese tiempo largo que vino después de recibir la carta terminaba.
Un testigo vio a la mujer ir en la bicicleta hacia ese punto. Luego quedo el árbol llorando en soledad.
-¿nombre de la victima?
El policía, tal y como figura en sus expedientes, responsable en la causa tomo datos del testigo, un campesino que pasaba a caballo por la ruta de tierra. Como es de esperar, no tenia relación alguna con la mujer, no sabía nada de ella, solo que había llegado a ese punto del camino.
-¿no tiene más información que pueda ser útil?
-no señor.
Era claro que era un suicidio. Tenía en sus manos la dichosa carta que se encontró bajo esa piedra junto a las raíces del la planta. Parecía una especie de confesión a mano, escrita con letra manuscrita. Una letra fina y alargada, lúgubre a simple vista, con manchas que se escapaban del trazo azul de la birome.
Pero no era de la mujer en cuestión, si no de alguien más.
-¿conoce usted de algún otro asesinato sin declarar?
-para nada.
-bien… puede volver a su camino entonces. Tenga su documento y su cuchillo.
El anciano sale de escena montando el animal, agotado por una dura carga horaria.
El jefe de la policía del distrito bajo de la patrulla, tras anotar toda la escena. Debía esperar a los forenses aun, a los abogados y a quienes corresponda.
Se acerco a la presunta escena del crimen e hiso un perímetro. El cuerpo yacía a veinte metros de profundidad, apenas era posible verlo, no se distinguía muy bien por el color de la piel, y la ropa sucia y rasgada que usaba no era de lo más llamativa. Tras acabar con las anotaciones, se sentó en el capo, puso su mano en la frente mientras pensaba.
Se preguntaba muy a menudo que era lo que impulsaba a la gente a matar o morir. Que fragmento del alma era tan frágil para hacer que un ser actué contra sus instintos de supervivencia. Algo más allá de los hechos, mucho más allá de lo que le concernía como representante del orden.
Quisiera de minuto de silencio, porque cada persona que nos deja es una estrella que se apaga en el seno de su familia. Quisiera tan solo que recuerden un segundo de su vida antes de abandonar este mundo material. Más allá de las peleas que se tengan en la vida, Siempre es una acompañante excelente en este viaje el pensar.
-jefe, aquí… comisaria veintisiete de oasis.-interrumpió una voz femenina por la radio -.
-recibido, comisaria, aquí el jefe… ubicación: calle lagos a la altura ochocientos noventa y tres desde la ruta cincuenta y cinco.
-recibido, jefe. ¿Detalles del caso?
-femenino de edad adulta es hallada sin vida en el fondo del barranco de la ubicación en donde estoy, el día lunes dieciocho de noviembre de dosmiltrece a la 19:42 horas.
-¿evidencia?
-una carta a nombre de un tal… déjame ver… Saúl Menéndez. No la he leído todavía. Una bicicleta de color rojo gastado hallada en la escena del crimen.
-¿un asesinato?
-no creo que lo sea, Martina. Pero la ultima palabra la tiene el médico forense.
- corto.
-corto.
El médico se estaba aproximando junto al personal para sacar el cadáver. Bajo consigo una bolsa negra, una etiqueta y un maletín negro que llevaba siempre en su mano derecha, como acostumbraba.
-me presento. Doctor Alberto Rodríguez.
El hombre, de alrededor de cuarenta años, con canas marcadas en su cabello, resultado de sus múltiples experimentos con agua oxigenada cuando joven, extendió su pálida y áspera mano hacia el policía.
-jefe de policía.
Jefe con diez años de experiencia en ese puesto y 5 en los puestos menores. Su carrera como policía lo puso varias veces frente a la zona de tiro, como blanco de narcotraficantes en el pueblo de Oasis. Mejor estratega que diplomático.
-se trata de una mujer adulta, sin vida en el fondo de esa caída. Posiblemente a veinte metros de profundidad.
- ¿información de la difunta?
-ninguna, no ha sido posible su identificación por el momento.
Martina interrumpió la charla.
-jefe, hay una mujer declarada desaparecida en estos momentos por una pareja de adultos mayores, ¿los hago esperar?
-atiéndelos, confió en que lo hagas, nada más.
-corto.
El forense, ahora impaciente, daba las órdenes a los encargados de retirar el cuerpo. Los cuales descendían rápidamente. Cuando lo tenían ya en la parte más alta, la colocaron dentro de la bolsa.
-nos llevara alrededor de una semana realizar todos los estudios, me comunicare con usted cuando tenga novedades.
-de acuerdo doctor, la comunicación será por la sintonía código E-175. Usted y científica se encargaran de los informes y de mantener al tanto la sección judicial, es decir, yo mismo.
-muy profesional su trabajo, jefe. Estoy impaciente por ver que ocurrió con esta muchacha. Tendrá novedades con el correr de los días, adiós.
-bien, doctor. Estaré al pendiente, quiero saber que le sucedió, y devolverla a su familia.
Ambos se retiraron a la vez, subiendo a los vehículos, y tomando rumbos diferentes al llegar a la bifurcación de la ruta principal.
El camino largo y recto, directo a la zona urbana del área de Oasis, cruzaba por incontables arroyos artificiales, producto del exceso de agua en el rio principal. Estos arroyos solían ser, frecuentemente, fuente de vida para varias zonas pantanosas y lagos de poca profundidad. Pero en esta época del año, en pleno invierno, el rio se encontraba seco, ya que el dique que lo alimenta habitualmente cierra sus salidas de agua para almacenarla. Y consecuentemente, los arroyos desecados dejaban a las desnudas hectáreas de suelo sin cultivar, expuestas. Este día en particular, el jefe se detuvo a la orilla del camino en el arroyo 17, a 15 kilómetros del lugar del hecho.
Lo que llamo su atención fue un extraño resplandor proveniente del cauce del arroyo, Un brillo plateado. Camino lentamente y con mucha cautela hacia la pieza metálica, y la examino con detenimiento, cuidando de no borrar ninguna huella digital.
Se trataba de un magnum, calibre .44, el cual se encontraba en la zona con facilidad por ser muy usado en la cacería de cerdos salvajes. Pero su hallazgo en el lecho seco de un arroyo sí que era anormal. Este revolver aun no se encontraba oxidado, y estaba completamente descargado.
Tras volver al camino, encontró a un hombre parado junto a su patrulla. Su postura era más que anormal, uno de los hombros caídos y un pie rengo. su aspecto sucio y desarreglado podría hacer suponer a más de uno de que se trataba de una persona descuidada y desordenada, pero al cometer obediencia de sus prejuicios, más de uno se equivocaba.
-¿se le puede servir señor?
-en nada, gracias. Se nota que usted es nuevo por acá, déjeme que lo invite al bar, lléveme y tomamos una cerveza. ¿Es usted policía?
-si, soy el jefe de la comisaria. Manténgase a distancia, no por ser mi amigo lo voy a perdonar en un futuro, no señor.
-vamos, no sea tan serio. ¿Lo mandaron desde la capital?
-si, comenzó mi carrera allá y el trato es muy distinto. La gente es mas… ¿Cómo decirlo?... desinteresada… y contradictoriamente, convenientemente interesada…
-no crea que por mantenerse al margen no se va a enterar de nada de lo que pasa acá. Este lugar es un pañuelo y la gente sabe todo detalle que ocurre. Ya la gente habla de usted, por ejemplo…
-lo que la gente piense de mi no es mi problema. No me interesa en lo más mínimo.
-¿seguro?, porque las mujeres del pueblo ya comentan que…
-perdón, pero no. ¿Siempre juzgan sin conocer a la persona?... ¿Qué mas ahora? ¿Van a juzgarme de ser una persona despreciable por mantenerme en mi puesto?
- es lo normal, jefe. Ablándate. –le da una palmada en el hombro - .
-perdón, pero no soy ese tipo de jefe. –le saca la mano - . Veras, voy a ser más que brutal, pero gente como tú, al inicio simpática y servicial, se convierten por medio de ese conveniente interés, en los mas hipócritas de los que conozco… si eres una de esas personas falsas, te recomiendo que te vayas bien lejos, no obtendrás nada…
Se llamo al silencio, el gesto solido del policía permaneció inamovible. El hombre desprolijo movió los labios en una respuesta de repulsión.
-vas a caer muy dolorosamente amigo… yo lo voy a ver. Y voy a reír y bailar por días de alegría…
El hombre observo al jefe con asco, y se fue sin despedirse. Este, Controlando que no faltara nada, continúo camino a la comisaria.
El pueblo donde se hallaba la comisaria tenía un estilo colonial, con edificaciones agobiadas por el paso del tiempo y gente sentada en las entradas, meciéndose tranquilas, mirando el día pasar simplemente.
La comisaria era un antiguo fuerte de la guerra revolucionaria, restaurada. El techo alto, los salones amplios y vacios, con muebles arrinconados en sus esquinas y en el borde de las paredes, a excepción de una mesa de escritorio donde estaba la recepcionista que se encontraba en el centro.
-¿la pareja de ancianos que dijo? ¿Hay una denuncia o un extravió de un magnum calibre 44 recibido?
Martina reviso los archivos de la computadora y encontró un documento.
Mastera17715 de septiembre de 2014

2 Comentarios

  • Mastera177

    Texto desarrolado por mi. subiendo por grupo de 5 paginas desde el texto original. es extenso, pero espero que les guste.
    Parte 1 de 16

    15/09/14 05:09

  • Polaris

    Tiene ritmo, espero leer más.

    Saludos.


    Pol.

    15/09/14 06:09

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