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Confesiones de Domitila

Una tarde de mayo, gris y sombría, Domitila confesó que sospechaba que estaba embarazada y cuando Sor Dida, la Madre Superiora, le preguntó porque presumía eso, Domitila contó, con lujo de detalles, como había sido ultrajada.
- Espera, espera mijita, más despacio que no te entiendo& ¿Y decías que nunca le vistes la cara pero que su, su ...? ¿era inmenso? Cuenta, cuenta y no obvies ningún detalle.
Después de la confesión, Sor Dida, alarmada por el ingreso del pecado a su santa sede, decidió aislarla en la granja, fuera de la ciudad, y la encerró en el establo junto con los animales:
- Para que no contagies a las hermanitas- le dijo y le cerró el portón con un ancho madero y veintidós candados de acero inolvidable.
Apartada del mundo Domitila tuvo que luchar contra el dolor de la incertidumbre, la agobiante soledad y el ronronear en su vientre.
Una mañana, pálida, ojerosa y panzona y con intensos dolores llamó a avisar que había roto la fuente, la Madre Superiora llamó a una comadrona de suma confianza para que la ayude a atender el parto, y cuando la vieja, sucia, desgreñada, jorobada y tuerta comadrona llegó y vio la escena exclamó:


Mcluna13 de marzo de 2019

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