En México, en una reunión política.
Trotsky con vodka.
Zapata con sal y limón.
- Yo probé el cerebro de Hitler una vez. Me pareció muy, pero muy amargo.
- Bueno pues es que Hitler es como un caviar. Es un gusto adquirido.
- ¡Un gusto de mierda dirás!
- Voy a estar out unos días amiga.
- ¿Qué pasa?
- Es que le ofrecí mis sesos a mi marido pa celebrar su cumpleaños y bueno& tú sabes cuánto me cuesta crecer uno nuevo, con las justas lo puedo cocinar...
- Una joda.
- Una joda.
- ¿Y qué le vas a echar?
- Unas ramitas de laurel. Crema de leche. Mantequilla. Y un poquitín de vainilla.
- ¡¿Vainilla?!
- Si. Vainilla.
- ¿Vainilla? No jodas. ¡Vainilla!
- Si pues comadre, su primer cerebrito.
- Esta tan tierno, tan rosadito. Se ve muy bien gracias.
- ¡Ay doña Luzgarda! ¡Este va a ser un postre!
- Se acuerda usted ¿su primer cerebrito que comió?
- ¡Uy no te cuento! Pues fue el mío. Ya no podía resistir más. Me habían dejado sola en casa, no había que comer y zazz ya pe` me entro el hambre y me lo comí. ¡Riquindismo era!
- De los sabores del cerebro, el que más gusta es ese cerebro que viene con ideas. Es muy rico. Por decir el otro día en una juguería me dieron sesos batidos de cerebro pitecántropos&.
- Esa mujer esta bulímica Carito. No sabes lo pretenciosa que es. Para tragándose y vomitándose el cerebro en exceso. ¡Por Dios!
- Y la loca de la Lupe, dándose cucharazos en el coco queriéndose comerse el cerebro. Si ni siquiera le habían abierto los sesos&
- Loca es &
- Loca esa muchachita, la Lupe de Guadalupe.
- Si. Pero eso fue en Chepén.
- Y paisa ¿Qué hacía por el norte?
- Me fui a comer un cabrito.
- ¿Y su cebichito en Pacasmayo?
- Por supuesto.
Luego
Más tarde
Esa noche
Nada
- Profesor venimos por su cerebro.
- Esta en aparador. Por favor no lo ensucie mucho.
- ¿Al aparador?
- No idiota al cerebro. Que ocurrencia.
- Pásele, pásele. Éntrele, éntrele y ole y ole.
- Es el pelao, es el pelao hay que cobrarle&
