Malditas Polillas
El eco de pasos irrumpe el silencio que tiñe la calle, las veredas ya se encuentran abandonadas. Pero a los vecinos no parece molestarlos. La indiferencia se convierte en tapones para sus oídos contra gritos, alaridos desesperados de ayuda afuera de su ventana. Los causantes se encuentran empujando un auto, aparentemente averiado.
El dueño del auto ya parece fatigado. Detrás de cada paso, un traspié. Detrás de cada caricia, un dolor profundo e inevitable. Muecas forzadas que intentan ocultar el hecho. Pero sus ojos no pueden mentir, han comenzado a perder su brillo característico.
Pero su acompañante, intenta empujar el auto y, a su vez, mantenerlo de pie. Silenciosamente, las lágrimas perlan su rostro. El cansancio insiste en reposar sobre ella. Sus pasos son firmes. Sus brazos comienzan a arder.
No dicen nada, el silencio a sus gritos de ayuda es suficientemente ensordecedor.
"Te desintegras parte por parte. Intento juntar los pedazos mientras empujo, pero nada parece ser suficiente. El volante no responde a mi voluntad. La oscuridad te arrastra cada vez un poquito más lejos de mí. No puedo hacer nada para evitarlo. -Ya va a arrancar, ten un poco de paciencia...-.
Mi corazón se resiste ante la presión impuesta por la situación, no puedo ceder, no puedo soltarte. Persistencia, egoísmo, esperanza... no sé a cual de todos ellos culpar.
¿Cómo debo interpretar tu silencio? ¿Cómo espanto a las polillas nocturnas que revolotean sobre tu cabeza, tu corazón, impidiéndote conciliar el sueño?
Malditas polillas que carcomen tus sueños, nuestro tiempo. Que se meten bajo tu piel, se introducen en tus venas. Cada vez, te alejan un poquito más de este mundo para poner el pie en el otro.
Maldita esperanza que florece en mi seno, de mi pecho yendo a mi cabeza, para finalmente bajar a mi estómago como un combustible que se instala por días, alimentando sutilmente este sentimiento, que me impulsa a no parar.
¿Te estoy perdiendo? ¿Acaso ya dejaste de empujar? ¿Debo continuar sola?.
