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Mama Inés

Entré.
Entré, con esa imagen fija en la cabeza, del sitio que no cambió en tantos años, donde el recuerdo se había creado inmóvil, permanente, fijo.
Entré.
Entré, esperando verla, como siempre, sentada en su silla, con la cabeza cabizbaja y cansada.
Pero no, levante la vista y ya todo había cambiado, el salón ya no era el mismo, y de ella no quedaba ni el rastro que yo esperaba encontrar con anhelo.
Cerré los ojos esperando llorar, pero no cayeron lágrimas, sólo empezó a brotar la imagen. Mi imagen a su lado, los recuerdos que antes estaban escondidos, olvidados.
Una pequeña sonrisa asomó en mi rostro, volví a abrir los ojos.
El salón que al llegar sentí tan extraño y ajeno al de mi infancia, adquirió para mí una luz brillante y clara.
Encontré su rastro.
Entré y me senté, ella seguía sentada, a mi lado, diciendo siempre ¿Tu me quieres? Dame la mano.
Allí supe que para ver a mi abuela solo debía cerrar los ojos.
Menade08 de mayo de 2010

2 Comentarios

  • Gabrielfalconi

    emocionante relato
    nuestros seres queridos siguen estando cuando cerramos los ojos
    me encantó

    08/05/10 07:05

  • Menade

    GRacias Gabriel :)

    08/05/10 12:05

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