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Aldebarán


Mérope duerme.

Misántropo, misógino, débil, falso… por huir del desprecio, esconderme de abrazo, por preferir el humo de mis cigarros como único amante…

Mérope nunca me aceptó, siempre mantenía una distancia de tres cuerpos, ahora, del frío final me guarda con su cuerpo que recuesta sobre mi lomo dolido.

¿Qué esperanza queda para esta pobre bestia de corazón subestimado? El mundo ya ha dictado su juicio: misántropo es, por despreciarse a sí mismo, por pertenecer a esta raza patética, irónica cuan ridícula y por sobre todo, soberbia; la sentencia del destino aprestadamente se escuchó: perecer bajo los dardos del cazador, mi piel como túnica ha de servirle después de arrancarla con el filo de su daga.
¿Y por qué no? me dije, que puedo encontrar aquí que necesite. Soy mucho más fuerte que el cazador. Pero aún así, caí.

Medio muerto, medio vivo, desperté con el frío en mi hocico y mis pesuñas destrozadas por el tiempo, por las áridas rocas de fuego en las que he tenido que correr; uno de mis cuernos ahora sirve como trofeo para el cazador; sangre, pena y vergüenza corren por ríos mezclados con mis lagrimas, al escuchar la voz de Mérope narrando lo acontecido cuando mis fuerzas me abandonaron en la batalla con Odín.

“Ellas llegaron y luchamos por ti” “Tú que siempre lloras alejado del hombre; tu que siempre caminas orgulloso arrastrando las burlas a ti proferidas” “Tú que extirpaste la estrella pulsante de tu pecho, por miedo a herirnos con su fuego” “Tú estabas destinado a perder esta batalla”

¿Soy misógino, soy misántropo, soy débil, soy humano?

¿Qué más puede ser el hombre que ama y no es amado? Qué le queda sino la falsa esperanza del alivio, de sanar una herida cuando en realidad, sólo la oculta entre sonrisas y sexo.
¡Estoy muerto no entienden! renuncié a las caricias del amor, a los fuegos de la pasión carnal, al caminar entre vivos sin sentido o dirección.

Siete Doncellas me siguieron al exilio en que fui arrojado, pero ellas no son rivales para el caos o la incertidumbre que se aproxima, así que las odié y las desprecié para recibir odio y abandono de su parte… quisiera sentirme héroe; pero aún, cuando las palabras de odio que les dije para que de mí huyeran no salieron en verdad de mi, duele recordar sus miradas, sus voces quebradas… una vez antes había sentido este dolor: cuando mi amor fue rechazado.

Mérope sigue durmiendo. El relato me ha quitado toda fuerza o motivo de existencia. Seis cayeron al protegerme de Odín y ahora son presas de él, esclavas de sus vicios y mártires a causa de mi debilidad. Pero, ¿Por qué lucharon? ¿Por qué Mérope custodia mi muerte? Su aliento cae en mi lomo con gentil serenidad, con dulce tristeza… esperaré mi muerte, o caminaré entre estrellas afilando el último de mis cuernos, exhalando coraje de mi hocico dispuesto a batallar, a odiar al mundo… ¿estoy dispuesto a ello?
Mendaciloquus12 de enero de 2008

1 Comentarios

  • Mejorana

    Es mágico, Está lleno de magia. Es muy bonito.
    Felicidades

    16/01/08 05:01

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