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Karma, ¿qué Te He Hecho?

En mi pueblo han abierto, tras largos años de espera, por fin la nueva piscina municipal. Pero a diferencia de la vieja, esta la abren dos noches a la semana. Lo normal en chicas de mi edad es ir por las tardes a tomar algo de sol y darse algún que otro chapuzón, pero yo prefiero las noches. Como dice mi prima "por la noche todos los gatos son pardos". Da igual si no has tenido tiempo de pasarte la cuchilla o de hacerte el bigote, da igual si tienes celulitis o estrías o si te sobran un par de kilitos. Gracias al cielo la luz es muy ténue, y para imperfectas como yo es nuestra salvación.
Pues bien, anoche quedamos mi amiga Sara y yo para ir a la piscina. Es la primera vez que vamos este verano, y lo bueno de ir por la noche es que no se nota tanto el blanco nuclear. Yo me puse un bikini estampado de color morado sin tirantes que me compré el año pasado y no había llegado a estrenar. Después de largo rato en casa intentando ajustar los lazos para apretar la parte de abajo, conseguí que se me viera lo menos posible la raja del culo. Hay que ser una verdadera maestra en el noble arte de meterte en una talla que no es la tuya para conseguir equilibrar la parte de delante con la de detrás: que no se te vea la raja del culo ni el bello púbico.
Mi amiga llevaba un bañador, chica lista.
Llegamos a la taquilla para sacar la entrada y allí nos encontramos con tres colegas nuestros, Alberto, Jandro y Nico.
Alberto es un chico muy majo,con el que he compartido muchos años pupitre en el instituto. Jandro es uno de mis exnovios con el que me llevo muy bien, aunque hayamos tenido nuestros rocecillos. Nico es el chico que me gustaba antes de empezar con Jandro, y qué casualidad, acaba de quedarse soltero. Mi amiga Sara, mientras yo miraba e inspeccionaba a nuestros amigos de arriba a abajo disimuladamente, estaba cotilleando el facebook de su ex.
Decidimos sentarnos juntos al fondo, en el césped,junto a una familia con dos niñas pequeñas. Jandro las miraba y le hacía carantoñas, mientras que Nico se preparaba para meterse en el agua, donde ya estaba Alberto. No sé cuando se había metido...
Yo, que empezaba a desvestirme con cuidado de que no se me saliera un pezón, no me di cuenta de que mis bragas se habían empezado a desatar por el lado derecho. Así que cuando terminé de quitarme el vestido playero me fui a la ducha más cercana para mojarme un poco antes de meterme. Nico estaba mirándome desde el otro lado de la piscina, así que me hice la interesante y decidí tirarme de cabeza para ir buceando hasta donde estaba él. Y sí, un salto impecable, un largo impecable, y mis bragas... ¡Había llegado hasta él y no me había dado cuenta de que iba semi desnuda! Me giré rápidamente, pero no se veía nada. Él no se había dado cuenta, probablemente nadie se había dado cuenta, y nadie lo habría hecho de no ser porque una de las niñas que estaban a nuestro lado las había encontrado. Salió del agua y gritó: ¡he encontrado unas bragas! ¡Mamá, he encontrado unas bragas!Era difícil no escucharla, y al verla quise morir. Yo, que tapaba mis vergüenzas como podía bajo el agua, me sumergí para que nadie viera que esas bragas eran el conjunto de mi sujetador. Pero Nico ya se había dado cuenta. Salió del agua, dejándome allí, bajo ella queriéndome morir, y regresó con ellas en la mano, haciéndolas girar sobre su dedo, con una sonrisa de oreja a oreja.
Se metió en el agua y discretamente me las dio. Yo estaba muda. Ya estaba preparada para ahogarme, no pondría ni resistencia, me dejaría ir, lentamente...sin sufrir...
Quizás penséis que esto era lo peor que me podía pasar. Y quizá yo por un momento pensé que había tocado fondo. Pero qué equivocada estaba...
Nico intentó normalizar la situación, me consoló diciéndome que nadie me había visto, y que a él también le había pasado alguna vez... aunque yo no me lo creía, sabía que lo estaba haciendo para animarme.
Tras una larga charla se unieron a nosotros los demás. Cuanto más hablábamos, más recordaba por qué estaba pillada por Nico. Empecé a acercarme más a él, y a sonreírle de forma picarona. Estábamos en la parte que menos cubría de la piscina, a todos nos llegaba el agua por debajo del pecho, menos a Alberto, que con su metro noventa tenía más cuerpo fuera que dentro de la piscina.
De repente, sentí que algo me pasaba. Algo no iba bien. Tenía unas ganas inmensas de ir al baño. Intenté llegar a la escalera más cercana, salir corriendo hacia los vestuarios, pero algo me lo impidió. En ese momento, una anciana se preparaba para salir, y yo no tenía tiempo de buscar otra escalera, y no me veía capaz de subir por el bordillo. De haberlo hecho, hubiera sido si cabe, más catastrófico. Así que intenté ayudarla a salir, en un intento de acelerar la espera. La señora salió y justo en el momento en que mi pie tocó el primer peldaño, en ese mismo instante, en el instante en que mi pié tocó con la punta del dedo gordo de mi pie derecho ese maldito peldaño, me cagué.
¿y ahora qué?

Me fui al rincón de la piscina, para mirar desde allí a Sara y hacerle señales de que viniera URGENTEMENTE. Sara estaba de cháchara con los demás, y yo estaba desesperada. Hasta pensé que lo mejor sería quitarse la parte de abajo, lo mismo que antes me hizo querer morirme ahora quizá era mi salvación. Me quitaría "el lastre", pero no resolvería mi problema. ¿Cómo iba a salir de allí?
Tras diez largos minutos, los diez minutos más largos de toda mi puñetera vida, por fin Sara me vio, y vino hasta mí. Le conté lo que me pasaba y después de reír sonoramente me dijo que no me preocupara, que siempre llevaba ropa interior seca para cambiarse.
Así que me quité las bragas, las tiré detrás de unos setos discretamente sin que nadie se diera cuenta y esperé en el rincón a que llegara Sara. Quizá hubiera preferido un culotte o unas braguitas negras, pero no se podía pedir más. Me dio un tanga de hilo, el tanga de hilo más pequeño que Dios haya creado nunca, que total, para ponerme eso más me hubiera valido salir en bolas y asumir mi derrota, pero antes muerta que con el chirri al aire. Me lo puse bajo el agua, salí por el bordillo ocultando todo lo posible mis vergüenzas y me lié la toalla a la cintura.
De aquella terrible situación salí lo más dignamente que pude, hice el menos ruido posible. Pero obvié el hecho de que tras los setos había merenderos, y una familia cenando tranquilamente hasta que una mierda voladora irrumpió en su cena. El Karma vuelve a tenérmela jurada.
Mercetg07 de julio de 2016

1 Comentarios

  • Janet

    Pasa más a menudo de lo que uno cree jajaja menudo Karma
    Me gusto tu tema me hizo reír.
    Saludos

    08/07/16 04:07

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