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Blancanieves y Los Siete Enanitos Traviesos

Había una vez una niña llamada Blancanieves. Era blanca como la nieve, roja como la sangre y negra como el ala del cuervo… ¡Oye! ¡Parece un vampiro! ¿No? Ejem, bueno, sigamos, jeje.

Blancanieves tenía una madrastra muy mala, que se la pasaba todo el día mirándose al espejo para ver si no tenía arrugas en la cara. Ya saben, era como esas señoras que no reconocen que ya no están en edad para vestirse como adolescente e ir al levante. Y como Blancanieves era jovencita, linda y no necesitaba arreglarse para tener admiradores, la penosa reina explotaba de la rabia. Por lo tanto, un buen día, mirándose al espejo, se le ocurrió contratar a un pibe chorro para que le cagara a palos a la pobre muchacha.

Y así, el pibe chorro se acercó a Blancanieves y, antes de molerla a palos, siete enanitos aparecieron y la rescataron. El pibe chorro lo confesó todo y Blancanieves, entonces, se fue de la casa. Total, los enanitos la protegerían de todo.

Eso le dio mucho más rabia a la madrastra, que un buen día fue a la casa de los enanitos, se encontró con Blancanieves y la asustó. Ella, que en esos momentos comía una manzana, se atragantó y se ahogó. La madrastra salió del lugar, creyendo que al fin venció a su rival.

Por suerte, los siete enanitos llegaron a tiempo, le hicieron los primeros auxilios y Blancanieves logró despertar. Blancanieves le contó a los enanitos lo sucedido y ellos llegaron a la conclusión de que la madrastra solo dejaría en paz a la jovencita si se conseguía novio.

Blancanieves conocía a un príncipe joven, apuesto, pero lleno de deudas. Por lo tanto se acercó a él y le pidió que saliera con la reina. Al principio el príncipe se negó, pero al ver el semejante palacio que tenía la reina, más los autos de lujo, las suites, las cuentas bancarias y los millones que heredó de su difunto marido, al final aceptó ser su novio.

Así, la madrastra y el príncipe se casaron y fueron muy felices, mientras que Blancanieves y los siete enanitos se la pasaron de parranda en parranda, donde se convirtieron en los reyes del carnaval.
Meysahras13 de abril de 2013

1 Comentarios

  • Hellraiser

    se la pasaron de parranda en parranda, fiesta que iban, orgía que organizaban. Una vejación para los pobladores contestatarios, que asistían a las fiestas para beber un poco y bailar.

    Un mal día. Luego de una fiesta inmensa que organizó el leñador del pueblillo para celebrar que una de sus hijas cumplía 15 años. Blanca Nieves y los enanitos traviesos asistieron como de costumbre. Pese a la resaca repitieron el ritual malsano de fornicación.

    Atormentaron la fiesta de la jovencita entre la borrachera y la explosión de líquidos de amor enano que llenaron el lugar y embarraron a los invitados. El frenesí sexual hundido en los gritos de la blanca ninfómana aturdía a los invitados y los hacía estremecer.

    El leñador que, buscaba un poco de materia prima para iluminar la fiesta, se dió cuenta de la irrupción de los enfermos. Y decidió matarlos a hachazos. El festín de sangre y bilis, carne trozada y atmósfera alcoholizada denostó la sangría orgásmica más cataclismática. Los enanos gemían de placer por cada trozo de cuerpo cercenado. Su existencia se nubló entre los hachazos sangrientos que emitía el leñador con saña. Produciendo su muerte y el mayor placer a esos enanos y su musa adicta al sexo.

    FIN

    08/07/13 05:07

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