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Pytia

Eres hermosa. Eres perfecta. Y lo mejor, eres mía

Pytia atravesó la puerta que la conduciría al exterior. Una multitud pasó ante sus ojos. Las personas y los androides caminaban en diferentes direcciones, indiferentes a su existencia.

Pytia sonrió. Se sentía optimista.

- ¡Al fin llegué!- dijo, en voz alta- ¡Siempre quise conocer esta ciudad! Espero aprender de las personas muchas cosas interesantes.

Lo que más le costó fue caminar entre aquella masa de gente. Recibió muchos empujones y varias veces se tropezó. Por lo tanto, fue a un rincón, cerca de unas vidrieras.

En las mismas, exhibían unos vestidos fluorescentes muy llamativos. Pytia se fijó en un vestido rosa pálido y deseó tenerlo puesto.

Tienes el poder. Puedes volar y viajar por el mundo. ¿Por qué quieres encerrarte en un cuerpo, si de por sí ya eres perfecta?

Pytia ingresó al local. Le atendió un señor rechoncho y bonachón. Lo acompañaba una chica rubia y alta. Al ver a Pytia, la chica le dijo:

- ¿Eres del “último modelo”?

El señor miró con reproche a la chica rubia y le dijo:

- ¡No seas así, Nina! ¡Sea humana o androide, aquí atendemos a todos por igual!

- Bueno… no soy precisamente un androide…-empezó a decir Pytia, cuando fue interrumpida por una explosión que venía de afuera de la tienda.

Los tres salieron. Un móvil chocó contra un pilar y generó la explosión. Las personas rodearon el lugar, hasta que fueron apartados por unos androides socorristas, que fueron a corroborar si no habían heridos.

- ¡Otra vez!- exclamó el vendedor.

- ¿Qué “otra vez”?- preguntó Pytia

- ¡Otro atentado!- le respondió Nina- ¿Qué no lees las noticias?

No necesitas mezclarte con los humanos. ¿Por qué quieres conocer su mundo? ¡Aquí estás bien!

- Me acabo de “desconectar”- le respondió Pytia a la hija del vendedor- ¿Qué pasa en este mundo?

Nina cerró la puerta del local y colocó el cartel de CERRADO. El vendedor fue a acomodar unas ropas y Pytia escuchó con atención lo que le contaba aquella chica.

- Hace unos meses, un androide fue “hackeado” y empezó a alterar todo el sistema virtual de los automóviles. Parece que es en protesta por el aumento de la pobreza, dado que gastan más dinero en vehículos que en curar enfermedades. Y bien, el androide desapareció y los ataques siguen. Y aún no se ha encontrado al culpable.

Eres una proyección de mi alma. Sin mí, no existirías. Yo soy tu Dios y tú eres mi gran creación. Por eso, nunca te dejaré ir

Pytia reflexionó las palabras de Nina. Ya había escuchado eso antes, pero recién podía verlo con sus propios ojos. Tenía curiosidad, pero como aún estaba fuera de su alcance, solo se limitó a mirar el vestido que la llevó a ingresar al local y dijo:

- Me gusta este lugar, a pesar de los ataques. Creo que me quedaré un tiempo. Por cierto, ¿Cuánto está el vestido rosado?

Eres tan hermosa, que desearía darte un abrazo. Pero ahora, solo me contento con mirarte. Y puedo hacerlo las veces que me plazca, porque eres mía y de nadie más

Pytia volvió a pasear por las calles, ya con el vestido puesto. El accidente pasó y la ciudad volvió a la normalidad. Aún así, deseaba conocer a aquel androide “hackeado”. Quería saber si, aún fuera del “mundo virtual”, igual podría ayudarlo.

Pasó delante de un espejo, que exhibían en una feria. Su “creador” la había diseñado con el aspecto de una joven veinteañera, piel blanca y cabellos cortos y rosados oscuros. Era claro que no se veía como una humana, dado a la extraña luminosidad de su piel. Pero tampoco era un androide. Era un programa virtual, creado para comportarse, pensar y sentir como un humano. Tardó muchos años en convencerle a su “creador” que la adaptara a algún cuerpo humanoide. Al final lo logró y podía pasear por la ciudad.

Nunca envejecerás. Nunca morirás. Si te programo en un cuerpo biotecnológico, podrías sufrir un accidente y perderte. Eres mía y de nadie más.

Pytia se alejó del espejo. Aún le daban escalofríos las palabras de su “creador”. Se hizo varias preguntas sobre su origen, el verdadero propósito de su vida. Sabía que era algo más que un ser vivo virtual, que era algo más que un programa informático. Los programas no tenían pensamientos propios. Ella sí los tenía. Pudieron haberlo incorporado durante su creación, pero ella solo los desarrolló a medida que “crecía”.

Pytia fue a las afueras de la ciudad. Estaba anocheciendo. Se refugió entre los árboles y observó a una pareja de pajaritos refugiarse en su nido. Era la primera vez que veía otra clase de seres vivos.

No tenía hambre. No se alimentaba como un ser vivo. Pero sentía sueño. Debía dormir. Su cuerpo estaba creado para recibir energías con los rayos del sol. Por lo tanto, se acurrucó en un rincón y, cuando el sol se ocultó por completo, durmió profundamente.

Te amo. Cumpliré tu deseo. Pero algún día volverás. Y seremos felices para siempre.



Nota: Tal vez lo continue, o lo incluya en una lista de historias relacionadas entre sí… aún no estoy segura XD
Meysahras12 de julio de 2013

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