Abres el buzón, y esperas que te lea una historia, esperas que se desnude en tu cama mientras rompes el sobre. Pero no te ilusiones, hoy es un día atrás, una noche por delante. Todas las que te quedan por vivir.
En su cualquierescencia efervece de la flor más barroca en las calles de Totana una nada vestida de pieles muertas. Toca entonces un guante de cuero el timbre, da cuerda así a la melodía paralisíaca de Beethoven.
-Una carta desde el caballero Menor, le muestra todo su decoro.
Bajas con tus piernas casi congeladas, con la bata casi mojada, pero no es agua simplemente es el frío que parece mojarlo todo y sin embargo no habla. Ilusionada casi temblando firmas desquitada y me abres la manga. Siento decirte que tu amado acaba de ser encontrado sin vida, que el silencio que te presta el caballero de los universos de piedra no puedo llenarlo con esta simple tinta. Cuarteto de cuerdas sin arco, ilusiones cayendo en mi vaso y tú simplemente mirando. Aún no has llegado a la palabra floral aún pareces ilusionada percibiendo el calor de otras de sus cartas. Te ves tan bella desconociendo mis brindis, desea el mundo encuadrarte en su cuadro desde el ángulo del que te observa esta carta.
Al fín captas la cruda palabra.
Fallecido.
Me caigo al suelo, pierdo tu vista ahora me mojo con este frío silente, me envuelvo en la birria y acabo en la nada. Allí te encuentro, estás bella, fugaz, ermitaña.
