TusTextos

Frente al Océano

Mis pies desnudos deambulan por la soñolienta playa mientras mi mirada se embelesa con la magia de un nuevo amanecer. A lo lejos, una extraña figura llama mi atención. Me aproximo lo suficiente para comprobar que se trata de un anciano, está arrodillado justo en la orilla, frente al inmenso océano, repitiendo el mismo gesto una y otra vez; sus manos forman un pequeño cuenco en el que va recogiendo el agua salada, la observa, se entristece y vuelve a empezar. No logro comprender qué es lo que está buscando pero el dolor en su rostro es tan fuerte que impregna mi alma. Me acerco un poco más y, en leve ademán, rozo su hombro. Él, me mira de reojo y continúa con lo que estaba haciendo. Yo, consumida por una mezcla de preocupación e intriga, le pregunto;
- ¿Ha perdido algo, señor? ¿Necesita ayuda?
A lo que él responde;
- He convertido mi vida en un segundo tratando de encontrarla pero no está, simplemente, se ha ido.
Tras lo cual, reanuda su búsqueda. Llegados a ese punto, no sé qué hacer. Me gustaría ayudarle pero, sobre todo, comprender cuál es el motivo que le ha llevado a ese estado. Portada por la curiosidad, intento fijar la mirada en el líquido que lentamente se escurre de sus manos.
- ¡Vive!
Su explosivo grito me sobresalta. Doy un paso atrás.
- No… no te asustes muchacha. Ven, acércate, por favor, colócate justo donde estabas hace un instante… Por favor…
Me arrimo a él con el corazón acongojado mientras observo cómo recoge una nueva porción de agua.
- ¿Encontró lo que buscaba? ¿Qué es lo que está vivo?
Le pregunto impaciente en el mismo minuto en que trata de incorporarse. Le tiendo mi mano y tiro suavemente de él. Tiene una extraña expresión en la cara, incluso su mirada se ve distinta. Una vez en pie, se coloca frente a mí y, asiendo mi faz con ambas manos proclama;
- Sí, niña. La encontré. Al fin hallé la magia que nace de la fe en la vida. Aquella capaz no sólo de alimentar grandes sueños sino de luchar por ellos. La que late con fuerza propia.
No entiendo nada. Azorada, le pregunto;
- ¿Cómo puede hallarse eso en el agua de mar?
Entonces, fijando su mirada en la mía, añade;
- No, bonita, no. Ella tan solo fue el puente que me trajo el candor que emana de tu mirada.

Milana29 de julio de 2011

4 Comentarios

  • Buitrago

    Querida Paula, metes al lector en situacon a tal punto, que se vive y sinte casa momento, cada conversacion. Un placer leerte, ser amigo en uma corta distancia, seguirte.
    Un beso

    Antonio

    29/07/11 03:07

  • Antares

    Hay paula, te has encontrado con un filosofo, ya diera yo todo por verme reflejada en esa agua que levanto el anciano, es un fuerte grito de vida, de que se es valioso, de que a veces nos depreciamos, de que creemos que la vida no tiene sentido, en fin es un llamado a sonreír, a vivir intensamente, a ser solidario, a creer que hay personas que creen en nosotros.

    Un abrazo paula grande

    29/07/11 05:07

  • Gabrielma

    Querida Paula, todas tus palabras, tus descripciones, el paso por cada una de las líneas de este escrito llenan sobremanera. Encantadora lectura.
    Una aferrada ben gran.

    29/07/11 10:07

  • Agora

    Si Milana, si! fue tu mirada!...
    vuela! se feliz!... que te lo dice la mar!

    17/08/11 09:08

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