Como todos los días entre semana, me he levantado temprano para ir al instituto. La verdad es que llevo bastante bien los estudios a pesar de que luego esté rayada y siempre llorando, y eso me satisface.
Por fin es viernes y por la tarde puedo salir a la calle con mis amigos para que me dé el aire y olvidarme de todo... Pues bien, si lo llego a saber hoy no salgo.
Ha sido una tarde un tanto extraña, hemos pasado de estar genial a ponernos a discutir, y como siempre, el culpable ha sido él, sí, la persona por la que lloro día y noche ha sido la culpable.
Hemos discutido por la simple razón de que es un falso y un aprovechado, y encima, mientras los demás discutíamos, él se quedaba calladito como si no pasara nada.
María y yo no aguantábamos todo este desastre y nos fuimos, nos fuimos solas sin que nadie nos molestara, a hablar sobre lo ocurrido y sobre lo que sentíamos.
A pesar de la tarde que pasamos, me alegré de poder hablar con María, me di cuenta de que es una verdadera amiga, que estoy super orgullosa de ella y de que la quiero como a una hermana.
Ese día recibí el apoyo de las personas que realmente merecen la pena.
Tuve una gran charla con mi madre, últimamente estoy muy cercana a ella y por eso le conté lo ocurrido, me desahogué y ella me dió consejos y su apoyo. Hoy, puedo decir que mi madre es la persona a la que admiro y más quiero en el mundo.
Haber pasado por todas estas cosas me ha hecho reflexionar, me ha hecho ver que poco a poco una se va dando cuenta de quién merece realmente la pena y quién no, pero también me he dado cuenta de que a veces, sólo se necesitan a aquellas personas que te hacen feliz, y puede que esas personas sean pocas, cinco o seis, pero no necesito más.
También he comprendido que para darte cuenta de cómo son las personas, hay que pasar por estos conflictos, sí, hoy me he dado cuenta de que muchas personas en las que yo confiaba no son como yo pensaba, hoy me habían defraudado, pero me alegra haberme dado cuenta a tiempo.
También he visto que echo de menos a ciertas personas, como aquellas que dejé cuando me tuve que mudar, aquellas con las que ya no tengo trato porque las he podido fallar... las echo de menos.

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