Llegará el día donde, por más que luches, una pregunta como esta se asomará por tu mente. La escucharas en la voz de hombres heridos y de mujeres aún más heridas. La leerás en libros y anuncios, la encontraras en canciones, en películas y en la mirada de extraños y conocidos. Te harán aferrarte a la pregunta en busca de la respuesta, una incesante y desgastante búsqueda que, con suerte, te llevará a descubrir que un número no define nada de ti. Quizás tardes unos años en lograr caminar con la cabeza en alto, ignorando la sensación que viene impregnada en el sexo femenino: ser juzgada. Porque lastimosamente la sociedad así lo desea, y lucha continuamente porque el reflejo de tu espejo señale cada día los errores en ti. Solo recuerda que un error puede esconder algo realmente hermoso, solo debes verlo desde el lado donde nadie más lo mira.
A veces como mujeres nos ponemos extra peso en los hombros. Nos calificamos fuertemente y luego luchamos porque otros no lo hagan. Pedimos respeto cuando a veces ni siquiera nos respetamos unas a los otras, decimos frases carentes de sentido, que dan poder a otros sobre la respuesta final a la pregunta. Es curioso, nos unimos para destruir opiniones y estereotipos, pero continuamos siendo tan cuadradas en pensamiento. Detestamos palabras como zorra o fácil , pero las usamos para describir a cualquiera que disfrute de ser mujer y no señorita. Dejamos que el machismo continúe cuando creemos que abrir las piernas es sinónimo del logro de un hombre, o cuando nos sentimos mal por actuar como ellos. Es ridículo ¿no? Permitimos que las necesidades de nuestro cuerpo se transformen en cadenas pesadas y en vergüenza. Nos colocamos el precio de venta nosotras mismas, y luego nos devaluamos al dejar que comentarios ofensivos y denigrantes lleguen a nuestro pensamiento; o cuando creemos que el deseo y el placer tienen un valor intrínseco en nosotras como género.
Opino que, si ya somos zorras y putas al disfrutar de un beso, de una caricia o del calor de una piel, lo mejor es que los seamos con orgullo para que se desequilibre la sociedad. Para que descubramos la valentía que hay en aceptar nuestro pasado, sin miedo a los dedos que señalan y a los susurros que ni siquiera llegan a nuestro rostro. Para que desempeñemos el papel que nos imponen, pero bajo nuestras reglas. Y para que dejen de creer que necesitamos un alguien que nos dignifique, rompamos el engaño de que en otro esta nuestra preciada pureza.
¿Putas o no putas? Que esa no sea más la pregunta. Que la respuesta siempre sea la misma. No putas, mujeres. Solo eso. Solo así.
Apoyo total a tu diálogo, excelente razonamiento.
Descolonizar la mente es la tarea de todas las mujeres que aprecian a si mismo.
... que disfrute de ser mujer y no señorita. Magnífica frase.
Saludos!
