Te alejas. Cada vez te veo más lejos. No te giras, ni miras atrás. Te niegas en venir a casa. Te vas sin decir a donde. Quiero saber cuando regresaras, pero solo obtengo unas simples palabras faltas de decisión diciendo, al mismo tiempo que tocas mi vientre con la máxima dulzura mirándome a los ojos: “No me preguntes eso, no puedo contestarte ahora a esa pregunta”

Parece que te sorprendas que se me salten las lágrimas al escuchar esas palabras y decides empezar a andar.

Me quedo parada en el bar, con la esperanza de que en algún momento te volvieras hacía mí y me hicieras algún gesto, pero no a sido así.

Has seguido andando, hasta que has girado la esquina y he dejado de verte.

Me he quedado un rato mas esperando tu regreso, pero no a habido regreso alguno.

Vuelve, por favor.

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