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Mi Viejo y El árbol.

Recuerdo que mi viejo era un hombre bastante callado que a menudo me llevaba a pescar al río. Yo lo disfrutaba por que pasamos horas incontables o mejor dicho imperceptibles. El río se movía a la velocidad del tiempo, los peces a la velocidad del tiempo.
Mi viejo solo se quedaba sentado sosteniendo la caña de pescar y mirando a un punto lejano entre los arboles del otro lado del caudaloso río. Yo intentaba quedarme como él pero era difícil para mi.
A veces sacábamos pequeños gusanos babosos entre la tierra húmeda para usarlos de carnada, eso me gustaba de sentía gracioso; esa sensación viscosa entre los dedos y el olor a tierra mojada siempre me recuerdan a mi viejo y la tranquilidad del bosque. Las caminatas de regreso a casa eran quizá mi segundo mejor momento por que mi viejo me explicaba cómo se llamaban los arboles cómo regresar a casa si me llegaba a perder y aunque me sabia de memoria el camino de regreso me atemorizaba solo desviarme un poco y no recordar el camino.
Cuando llegamos a la rústica cabaña mi padre cocino el pescado con arroz de grano largo que se cocio rápido y después preparó el pescado pero yo no comí. La noche era fresca con paso silente y yo no pude dormir. Para que me diera sueño empece a recordar todos los nombres de los arboles que me dijo mi viejo y los que me describía también pero pronto lo olvide y me vino a la mente que mi viejo era como un de árbol. Uno de esos grandes que con sus copas tapan el cielo, uno de esos que no puedes abrazar por lo inmensos que son. Mi viejo casi no se movía cuando pescaba, solo estaba ahí, ahí haciendo todo sin moverse.
A la mañana siguiente me desperté muy entusiasmado por que iríamos la montaña pero mi viejo estaba tirado en la cama. Tenia los ojos cerrado y yo me lance sobre él. Hizo una sonrisa extraña que me dijo todo, su piel era pálida y sus labios estaban blancos, le pregunté que pasaba y me dijo que se sentía mal. Fui por un vaso con agua y se lo di, ahí me di cuenta de que estaba temblando y no pudo sostener el vaso y cayo sobre el piso de madera. No solo veía como su cuerpo languidecía si no que podía ver como ese árbol fuerte y robusto dejaba de ser. No sabia que hacer, el pueblo estaba muy lejos y el camión regresaría dentro de 6 días.
Le pregunte que debía hacer y mi viejo dijo que nada que se le pasaría, pero yo sabia que no era cierto. Mis labios sabían salado y me percate de que estaba llorando, mi viejo con su mano temblorosa limpio mi rostro y sonrío una vez mas de forma extraña. Lo abrace con todas las fuerzas que pude y le confesé que lo quería, que no quería que se fuera pero fue en vano. Ya no sentí su respirar en mi cuello.
Nahell04 de diciembre de 2014

2 Comentarios

  • Superandoloimposible

    Valla... Una historia muy triste que me ha conmovido. Lo siento en mi más grande pesar, un beso.

    04/12/14 10:12

  • Nahell

    Es sólo una historia un cuento. No es real pero me siento trato de que mis las letras comuniquen eso gracias un abrazo.

    04/12/14 11:12

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