La sala de conciertos. Se hizo el silencio y no sonó el esperado vals triste. Un error en el programa. Algunas voces se alzaron para pedir explicaciones, pero el arpa inició las primeras notas de un nocturno. En la ironía del concertino, Vivaldi refulgía entre Venecias de agua sucia y pinturas de decorado de Visconti. Una flauta trató de implorar silencio con la música de Bach. El desconcierto universalizaba la disonancia como forma de arte. Algunos trataban de taparse los oídos. Nadie se percató de que el pianista se limaba las uñas y tomaba un zumo de falsa piña. Música francesa en la corte de una Europa Galante. Un grito invocó el final de una Traviata entre cortinas. La reverencia final del director de orquesta, fue real, incluso elegante.

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5 Comentarios

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  Beth

  Me has transportado a un mundo mágico. Gracias y un cariñoso saludo

  27/09/12 08:09

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  Buitrago

  Para dejarse volar por las realidades mundanales
  Gusto leerte
  
  Antonio
  

  27/09/12 09:09

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  Benjamin

  Maravilloso... Como toda tu escritura.
  

  28/09/12 12:09

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  Indigo

  Hay hilos comunicantes que me movieron la imaginación asimilando tú notable escrito y el concierto asonante presenciado en el jardín de mi casa después de la lluvia de esta tarde-noche: Un búho ulula, Croan los anfibios, un búho de aspecto grave ulula, chirridos de grillos, las avispas zumban y una gallina cacareó, cerrando el concierto el canto del gallito japonés en la enramada...¡kikirikiiii!
  Greko, en el recogimiento por la lluvia, como que se fertiliza la creación.
  

  28/09/12 04:09

• 

  Asun

  Un relato diferente, como suelen ser los tuyos, y original, ese concierto, me ha dado la impresión de ser algo mas que eso, la alusión a la Europa Galante, los italianos, el alemán... quizá estoy un poco influida por el momento actual.
  Lo leeré mas despacio.
  Saludos.

  28/09/12 07:09