TusTextos

El Milagro de Magdalena (parte Ii)

Siempre recordaré tus manos sujetando mi cabeza, tus pulgares barriendo mares de lágrimas sobre los surcos violetas de mis ojeras, tu boca secando mis mejillas. Y mientras, me decías:

-Pero María, ¿Acaso quieres inundar el desierto?

Y entonces yo me echaba a reír. Y tu dedo índice se extendía al firmamento para hablarme de constelaciones, de universos, de paisajes eternos y seres maravillosos. Y mi boca de mujer analfabeta te escuchaba embobada, entreabierta, mientras mis dedos nerviosos tamizaban la arena en cascadas de nácar.

A veces, de repente, callabas, tu cuerpo temblaba, y yo te abrazaba muy fuerte con mis piernas, porque sabía de tus dudas, de tus miedos, de las tempestades que a veces nublaban tu alma. Me quedaba muy quieta, en silencio, sólo admirando la luz azul y plata de la noche sobre tu cuerpo, hasta que el momento pasara, y ese cáliz amargo que te quebraba la calma se retirara un día más al abismo del olvido.

¡Qué cansados estábamos, no sé cómo conseguíamos llegar a la mañana y mantenernos en pie! Apenas había tiempo para el roce de una mano, o un guiño, o un beso fugaz tras la tapia de algún huerto. Tus pescadores me miraban de reojo, Santiago y Juan esbozaban sonrisitas sin sentido, y Pedro erguía el ceño a mi paso. En sus sueños creo que batallaban día y noche contra sus celos, sus egos y ese miedo atroz que a todos nos atenazaba el cuerpo.

Después llegaron los días negros. El acoso, el derribo, la sentencia, el escarnio. Y yo bramaba a las fauces del desierto para que el tiempo de sus dunas retrocediera atrás, y otro poco, antes de ese nefasto día en que dos leonas se postraban ante un madero.

Tu madre y yo hubiéramos trepado por las cuerdas y arrancado astillas y clavos a pura dentellada. De rodillas, abrazada a ese leño, levanté la cabeza y tu sangre cayó sobre mi frente para que yo la llorara en púrpuras y granas. Atenta a tu respiración, llegué a escuchar la última frase de la agonía de mi existencia.

-Padre, en tus manos pongo mi espíritu.

Y yo, muy bajito, susurré:

-Y en tus manos amadas pongo yo los jirones que restan del alma mía.

Entonces, el cielo vino a traer su luto, cubrirse él también de un velo oscuro y esconder el sol en algún otro rincón del mundo. Una noche inquieta y ventosa se instaló sobre el Gólgota.

Una mujer negra, enjaulado su cuerpo en un negro manto azotado por el viento, en medio de la negra noche de un mediodía, llorando lágrimas negras en la aún más negra noche del alma.

Tu madre te cerró los párpados con sus besos, yo la boca con mis manos. Te envolvimos en paños de hilo, impregnados de áloe y mirra, y un ramillete de salvia junto a tus labios. Dos Marías llorando y besando tus mortajas, desnudas de pena y de rabia.

Es cierto que creí enloquecer cuando no hallé tu cuerpo sepulto. Pero yo no vi ángeles, sólo los cuerpos ebrios de los guardias tendidos en el suelo. Pensé que habían robado tu cuerpo, mi cuerpo, el que yo bendecía cada noche con la última gota de mi aliento.

Oí tu risa profunda y serena, allí estabas, contemplando divertido cómo una mujer histérica buscaba el cuerpo de su amor amortajado. Estabas más bello que nunca y yo resucitaba una vez más mientras besaba hipnotizada el ir y venir de la nuez en tu garganta.

-Aquí tienes al ladrón, criatura-

Juraría que en aquel momento el ladrón de su propio cuerpo lloraba de la risa. Pero no me importó que se riera de mis desvelos, porque ahora era yo la que reía como una demente y volvía a llorar como una posesa.

Más tarde alguien me preguntó si había visto un ángel. Y yo, entre ausencias y arrobamientos, sólo pude decirle:

-Sí, era tan bello…Era un ángel de cabellos castaños, con un manto blanco, y halos de oro le salían por los ojos, y vestigios de noches de plata nacían en su cuerpo. Lo más hermoso que jamás contemplaron mis pobres ojos.

Llevo seis meses caminando con una pequeña comitiva. Quiero mantenerme cerca de la costa, y viajar hacia occidente, hasta la Bretaña, donde tú me enseñaste que se abre un mar tempestuoso, y tras él, mundos inconcebibles que los hombres aún tardarán siglos en ver.

Ahora he venido a refugiarme en la soledad de esta playa. El sudor perla mi frente, estoy cansada y muy dolorida. Te espero hasta que el dolor y yo somos una misma ola, y entonces vuelves a ser corpóreo. Tu aliento sobre mi nuca, tus manos en mi cintura, tus labios sobre mi pelo.

Sabes que soy mujer de pocas palabras, pero ahora necesito contarte algo:

-Ahora por fin sí creo, ahora creo en los milagros. No hay duda, porque lo que está por nacer es nuestro pequeño milagro.

-María de Magdala, siempre, siempre creíste, pero no lo sabías. Y ahora, mujer, aprieta los puños y los dientes, porque en unos minutos el linaje de David se mecerá en tus brazos. Después, yo, voy a necesitar una eternidad para secar tu llanto.
Nereael16 de julio de 2012

18 Comentarios

  • Beth

    Me ha encantado, querida Nerea. ¿Vas a hablarnos de cátaros, de curas franceses que guardan secretos? Sigue, por favor.

    Besos

    16/07/12 10:07

  • Indigo

    Va creciendo el tema, escalando en emociones y sellado con el áureo del buen escrito, gustazo en leerte.
    Mi saludo.

    16/07/12 11:07

  • Creatividad

    Es tal la elegancia, sin romper el A a B que directamente nos lleva a pasos certeros y rapidos en la historia contada, cada pabalbra un verso, un concepto. Amiga, eres mas que magica, eres todo bello..... Besitos

    17/07/12 02:07

  • Singeringen

    Vuelvo y repito la forma de envolvernos en tus letras es sorprendente, mira que somos muchos los que admiramos tu talento, realmente me siento satisfecho al leer esta segunda parte, hay cosas que realmente me sorprenden, la forma de manejar las cosas, de manejar los acontecimientos, sinceramente te digo, si esta fuera una realidad que no se pudiera discutir me quedo mil veces con esta realidad, un Dios que es tan divino como su propio linaje, si así fuera, entonces millares y millares de personas tendrian la misma oportunidad de estar en la lista de los escogidos...me ha encantado mucho este escrito nos traeras la 3era parte segun me parece..............la espero con ancias mi amiga de letras, romantica y enamorada..........

    17/07/12 02:07

  • Kafkizoid1

    Eres una genialidad, me siento privilegiado de sumergirme entre tus textos.
    Saludos cordiales!

    17/07/12 04:07

  • Libelle

    Solo decirte que me encanta , tus historias que si te decides en escribir la biblia II seria genial leerla de tu pluma mas divertida jaja .

    Un beso niña que lo haces genialllll

    17/07/12 08:07

  • Nemo

    ¿y ha terminado la historia?... espero lo que sigue porque lo que he leído ha sido todo un deleite.
    Saludos muchos!

    17/07/12 04:07

  • Nereael

    Jajaja, Democles. No creo que Dan Brown y yo coincidiéramos nunca en el mismo garito y poco iba a tener que discutir con él. Me echaría toneladas de datos sobre la cabeza y me quedaría dormida.
    Gracias, amigo. Un beso.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Beth, María ya ha contado lo que quería contar. Ahora está tranquilita, por lo menos de momento, y así me deja en paz.
    Un beso enorme.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Indigo, me alegro que te haya gustado, pero mi visión del tema termina aquí.
    Saludos.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Querida Creatividad, tú si que eres un verso viviente.
    Gracias, amiga.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Ayyyy, Singer, me temo que no hay tercera parte. La realidad es la que cada uno de nosotros queremos formar e independientemente de cómo sucedieran las cosas, no creo que se trate de elegidos o no elegidos, sino del poder de la libre elección.
    Un gran beso y gracias por tus palabras.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Hola, Kafki, gracias otra vez por pasarte por aquí.
    Saludos.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Heylel, es cierto que es difícil concentrar muchos sucesos en pocas líneas. Es difícil no caer en el engaño de cargar las palabras con fechas, con datos, con días y horas. Porque he podido leer muchísimos libros con millones de datos, pero todo eso se olvida, y al final lo ùnico que perdura son los sentimientos que te inspiró una obra.

    En cuanto al tema, no he venido a predicar ante beatos o ateos. Esta no es la historia de Jesús, es la historia de una mujer que murió dos veces y resucitó otras dos para poder seguir viviendo. Y eso ya es un milagro. Pero me interesa saber qué decía el bueno de Sade.

    Tienes razón, Dan Brown no asiste a este entierro.

    Gracias siempre por acompañarme, Heylel.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Jajajaja, Libelle, La Biblia II, no me quedarían años suficientes de vida.
    Gracias por tus palabras y un beso.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Nemo, sí, esta historia termina aquí. Pero habrá otras historias que se contarán a sí mismas cuando ellas quieran.
    Muchas gracias por pasarte. Un abrazo.

    17/07/12 05:07

  • Nereael

    Mira, Lola82, va a ser la segunda y última vez que me dirijo a ti. Me la sudan tus problemas, tus experiencias y me la sudas tú.
    Punto pelota.

    17/07/12 05:07

  • Danae

    Mis felicidades por tan bello relato sobre María de Magdala. Leyéndolo, aun cuando obviamente sale de tu imaginación, me parece una historia mucho más creible que la que la Iglesia machista y manipuladora ( hablo por supuesto de la institución, no de las personas que la integran, aunque muchos entran también) nos ha querido transmitir, reescribiendo los evangelios para adecuarlos a su propia conveniencia. En el plano más intimista, ni qué decir que este relato también es una pequeña joya.
    Mi admiración. Un texto bordado.
    Un gran abrazo.

    23/09/12 01:09

Más de Nereael

Chat