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Contra la Estupidez, Los Propios Dioses Luchan En Vano

¿Qué sucede cuando nuestras creencias son desafiadas? ¿Cuando todos los pilares y las bases sobre las que construimos nuestra vida son borradas de un plumazo? Cuando lo que creíamos, aunque no es creer es la palabra correcta, sino más bien asumíamos sin ningún esfuerzo, debido a la aparente obviedad de las cosas, se muestra ante nuestros ojos con toda su falsedad al descubierto. Verdades tan esenciales que nunca fueron ni siquiera cuestionadas. Y de golpe, nos encontramos frente a evidencias irrefutables de que vivíamos engañados. ¿Qué hacer? Sólo hay dos caminos posibles, la negación o la aceptación. Negar apasionadamente todas las pruebas presentadas, aún cuando sean claras y lógicas, o aceptar que todo lo que hicimos y pensamos y sentimos y creímos y por todo lo que sufrimos estaba equivocado. Ninguna de las dos opciones es fácil, ninguna es la correcta. Todos tenemos un límite.

Frente a semejante decisión se vio enfrentado el profesor de la cátedra de Física de una prestigiosa universidad.

Una noche de otoño, el profesor volvía del trabajo a su casa, con el maletín cargado de trabajos para corregir. Sus pies recorrían las calles, pero su cabeza, como de costumbre, seguía su propio rumbo. Su mente divagaba, para placer del profesor que disfrutaba viendo que caminos tomaban sus pensamientos. Casi siempre desembocaban en problemas de Física, o en tesis que sus alumnos estaban preparando, o algún artículo leído en alguna de las tantas revistas de ciencia a las que se había suscripto. La ciencia era su vida y su pasión. Era tenido en muy alta estima por todos sus colegas. Y aún más por sus alumnos que lo admiraban como a un dios cuando explicaba con gran claridad temas tan oscuros como, por ejemplo, la resonancia de las cuerdas cosmicas. Por esos derroteros viajaba la conciencia del profesor, cuando llegó finalmente a la puerta de su casa, y mientras buscaba las llaves, una luz amarilla muy brillante lo envolvió. Quedo enceguecido unos segundos, y cuando recupero la visión, rapidamente se dio cuenta que nada en su vida lo había preparado para este momento. Y paradójicamente, también pensó que todo lo que vivió, le sirvio de antesala para este encuentro. Ya no estaba en su casa; había sido transportado a un salón blanco de paredes metálicas brillantes, casi sin detalles decorativos. Frente a él, una especie de ventana, como si fuera un agujero en la pared, mostraba el exterior: un cielo negro, lleno de estrellas. De pie y mirando hacia afuera había un hombre, en apariencia normal, de pelo y barba blanca, muy prolijamente vestido con un elegante traje blanco, como esos millonarios italianos que a pesar de estar ya muy entrados en años conservan todo su estilo. Solamente destacaba como rasgo maravilloso su descomunal tamaño: Le hablaba al profesor desde sus buenos cuatro metros de altura.

¡Saludos humano! -dijo con voz potente- No temas, no voy a hacerte daño. Mi nombre es Z, también llamado J! Soy el más importante miembro de mi raza. Estas aquí para cumplir una importante misión, y cambiar quizá el destino de la Humanidad!

El profesor estaba muy confundido. De alguna manera había sido transportado lejos de su hogar, instantáneamente. Ordenando sus pensamientos, logró conjeturar lo obvio: estaba viviendo una aventura extraordinaria: todo lo que durante su vida había anhelado, su sueño más profundo se estaba cumpliendo. Tenía frente a sí a un ser de otra raza. ¡Habia conocido a un extraterrestre! ¡Tantas preguntas! Las palabras se agolpaban en su garganta, apenas podía balbucear de la alegría. ¡Tantas respuestas!

-¿Dónde estoy? -logró articular una muy básica frase el profesor.

-En un lugar especialmente construido para visitar las estrellas.

-¿Las estrellas? ¿Una nave espacial? -el profesor se asomó por la ventana. Miro hacia arriba y sólo vió estrellas. Pero se mareó un poco cuando miro hacia abajo: reconoció al planeta Tierra a lo lejos: se veía como un disco recortado sobre el fondo negro. Se sorprendió que pudiera aún respirar con normalidad.

-¿Usted no es humano ,verdad? -se animó finalmente a preguntar. Le pareció correcto tratarlo de usted.

-Definitivamente. ¡Claro que no soy un humano! -dijo con algo de tono teatral Z, también llamado J. Soy el jefe de mi especie, y después de esperar miles de años, estamos dispuestos a volver a encontrarnos con la Humanidad, y a enseñarles todo lo que quieran saber. ¡Oh Sabiduría!

Esta vez el profesor notó que la teatralidad de la frase fue más marcada, casi sobreactuada, como si Z fuera un mal actor. No le dio importancia, todavía no estaba en pleno dominio de sus agudas facultades mentales el asombrado profesor. No todos los días uno tiene oportunidad de viajar por el espacio junto a un auténtico ser de otro planeta.

-Nuestra misión es preparar a la Humanidad para la Tercera Llegada, y tu trabajo, ¡Oh humano! Es asistir como heraldo de nuestra comitiva.

-¿Tercera Llegada? -preguntó el profesor, un poco mas lúcido ahora.

-Oh sí, ya estuvimos en la Tierra dos veces, hace miles de años. Ya habrá tiempo de contarte la historia completa ¡Oh heraldo! Pero por ahora, sabemos que tiene muchos interrogantes. Y yo estoy dispuesto a contestarte todo. A revelarte las conocimientos de mi raza. ¡A ti! ¡Haz todas las preguntas que quieras!

En es momento, entró en la habitación una bella mujer, de rasgos finos y mirada acusadora, como una maestra de escuela.

Z, también llamado J, se sobresalto un poco, como si no esperase la aparición de la mujer:

-Oh. ,-dijo Z un poco incómodo- Hola mi amor, estoy aquí con el humano que te había dicho. ¡Humano! Conoce a mi esposa, H, también llamada J.

Por toda respuesta, H, tambien llamada J, fruncio el ceño. Pero se quedo escuchando la conversación. Z continuo:

-¡Oh humano! Tienes alguna pregunta que hacer a dos seres inmensamente superiores a ti y a toda tu raza?

El profesor temblo de la emoción. Luego de breves cavilaciones abandonó el intento de preguntar algo trascendental: Sencillamente no se le ocurría nada. Se decidio entonces por preguntar sobre el problema que lo estuvo desvelando las ultimas semanas; se aclaro la garganta, rogó que sus cuerdas vocales no le fallasen, y que su intelecto estuviera a la altura de la situacion, para no quedar como un primitivo a la vista de aquellos gigantes.

-Oh Z, tambien llamado J! -dijo el profesor, intentando usar los mismos convencionalismos linguisticos que los seres- ¿Sabe Ud cual es el coeficiente optimo de resonancia para que la duracion de una cuerda cosmica sea mayor a 1 x 10 (12) segundos?

Z lo miro unos segundos, con la mirada en blanco. Su quijada se aflojo un poco, lo que le conferia una apariencia un poco perpleja. Pareció buscar algo en su memoria. Aparentemente no lo halló, porque se encogió de hombros y confundido preguntó:

-¿De que demonios estas hablando, Humano?

El profesor, pensando en que quiza su pregunta era demasiado tosca para el intelecto superior de su extraterrestre abductor, como si un chamán de las cavernas le preguntase a un Nobel de Medicina a cuál dios había que rezar para curar el mal de ojo. Intentó profundizar un poco mas:

-Me refiero al colapso en dos dimensiones del tejido espacio-tiempo. La ruptura del campo gravitatorio en un...
-¡Deténte! No sigas -lo interrumpió Z- No tengo idea lo que estas hablando; supongo que de ciencias. Y si ese es el tema que te interesa, dejama explicarte todo desde el principio. La Verdad última.

El profesor calló. Se avergonzó de su estupida pregunta. Estaba a punto de escuchar las revelaciones de una raza milenaria, inmortal, hasta donde el sabía. Estos seres fantasticos quizá hasta hayan dominado el envejecimiento celular, pensó, o quizá sean capaces de prodigios ni siquiera soñados. Se maravilló por adelantado, y dispuso toda su atencion a las palabras que estaba a punto de escuchar. Z, tambien llamado J, comenzó su discurso:

-Debes entender, ¡Oh Humano! Que tu ciencia este errada. Que tu mundo esta en el centro mismo del Universo. Que sólo existen cuatro Elementos: Tierra, Fuego, Agua y Aire, y que todas las cosas son construidas a partir de esos cuatro componentes Esenciales. Asi que tú mismo y tu alma son transmutaciones de lo mismo. Quien logre como nosotros dominar con su conciencia astral estos Elementos podrá realizar cualquier milagro. Si tú quieres ya mismo puedo convertirme en un toro, por ejemplo. O a ti. Con el sólo poder de mi voluntad.

El profesor quedó unos segundos en silencio. Su mente se movía a velocidades increíbles para tratar de razonar lo que acababa de escuchar. El esperaba oír hablar de átomos, de gravedad, de teorías cuánticas, de matemática, de ciencia, en una palabra. Y en cambio el extraterrestre de una raza milenaria, que había dominado los viajes estelares, que lo había transportado vaya uno a saber cuántos kilómetros en una fracción de segundo, este ser superior le hablaba de una teoría geocentrica, le hablaba de cuatro elementos, de almas, de milagros y de transformarse en un toro.

-¡Que estupidez! -se oyó a si mismo decir el profesor. Se sorprendió de su irreverencia y se tapo la boca con las manos. Entre los dedos murmuro: -Disculpe...

Z lo miro unos segundos fríamente y continuó hablando sin perder la paciencia:
-Como te iba diciendo, tu mismo estas compuesto de diferentes combinaciones de esos cuatro Elementos. Todo lo que conoces, los rios, los pajaros, el cielo. Así que partiendo de esa premisa&
-Pero la... ¿La Tierra es el centro del Universo? ¿Todo formado por cuatro elementos? Pero ¿Y los átomos? Y los elementos subatómicos? ¿También están formados por los cuatro elementos?
-Si, si, todo eso humano, sea lo que sea a lo que te refieres.
-Pero, que... o sea, no logro... -La mente del profesor luchaba contra el desconcierto y la desilusión- ¿La.Tierra el centro de todo?¿Cuatro Elementos? ¿Y todo formado por ellos? ¿Planetas y estrellas? Todo... Disculpe sr. Z, es un concepto algo& pobre. Y arcaico.
-Si, todo. Especialemnte las estrellas. Son fuego. Bolas de fuego suspendidas en la boveda celeste.
-¿La QUE? -preguntó consternado el profesor. Recordó la antigua teoría, tan antigua como la humanidad, que situaba al planeta en el centro de una esfera de la que supuestamente colgaban las estrellas.
-La Gran Esfera Celeste, que rodea a nuestro mundo, de donde cuelgan las estrellas... -dijo Z, tambien llamado J, con gran paciencia pedagógica, confirmando las sospechas de profesor- ¿No me crees verdad? Déjame que te lo demuestre.

Y tomando con su enorme mano la mano del profesor, se elevaron los dos, primero unos centimetros del suelo, luego salieron volando por la ventana. Se alejaron por el espacio, y al cabo de uno o dos minutos de vuelo a una velocidad relativamente baja, el profesor y Z se encontraron rodeados de pequeñas esferas luminosas. El gigante tomo entre sus dedos una de las estrella, y se la paso con delicadeza a su compañero volador. El profesor abrió la palma de su mano, y la sostuvo. Miro asombrado la bolita amarilla de fuego frío, del tamaño de una naranja, que brillaba y titilaba igual que lo haría una estrella, de las que él había estudiado toda su vida. Se estiró un poco más y pudo tomar otra estrella, una blanca, un poco más pequeña. Temblando y con los ojos muy abiertos, miraba al gigante, y luego al extraño y maravilloso objeto que.sostenía en sus manos. Su mente estaba luchando con vehemencia contra la idea de ver su Universo reducido drásticamente.

El enorme Z lo observaba con detenimiento. Hasta quizá con un poco de piedad.

-¿Me crees ahora, Humano? ¿Pensaste que las estrellas eran gigantescas bolas de gas? ¿Flotando en la nada? ¿Enormes conglomerados de partículas? ¿A distancias tan lejanas, incomprensibles para cualquier Razon? -Y estallo en una fuerte carcajada.
-Pero, ¿y las mediciones? ¿Los telescopios? ¿Las teorias...? Todo...
-Todo falso, mi aturdido Humano. Todo basado en una conocimiento erroneo. Todo porque, hace dos mil años o algo asi, alguien llamo Lógica a pensar en que si algo es una cosa, algo igual a eso tiene que ser igual a la primera cosa... Pensó que de una verdad puede deducirse otra verdad. Penso que el Universo es inteligible a la Razón. Y partió de esa base falsa a construir un inmenso castillo. Y lo logró lamentablemente.

-¿Ud me esta diciendo que durante dos mil años la Humanidad avanzo en sentido contrario?
-No, humano, te estoy diciendo que no hay un solo sentido. Hay muchos y son todos correctos. O todos equivocados. Te estoy diciendo que el Universo es caprichoso, que una cosa puede ser algo y luego nada, sin razón aparente. Que hay cosas que la mente puede dominar, pero que la mayor parte de todo se nos escapa irremediablemente. Pasado un punto, no hay teorías, ni esquemas, ni reglas. Sólo hay azar y caos. Uds humanos hace tiempo pasaron ese punto, y están intentando hallar inútilmente orden en el caos.

El profesor no podia prestar ya mucha atencion a lo que decia Z, tambien llamado J. Seguia sosteniendo en su mano una estrella. Basandose en sus conocimientos, diria que era una Enana Blanca, que le quedarian unos 100 millones de años de vida promedio, y que luego, quizas si su masa era la correcta, se transformaria en una estrella de neutrones. Nada de eso era verdad, a la luz de los nuevos hechos.

-¡Pero nuestros experimentos explicaban la realidad, obtuvimos pruebas! ¡Muchas veces predijimos resultados!

- Y funcionaban perfectamente y funcionarán durante mucho tiempo, quizá eones... Hasta que un capricho mío haga cambiar las leyes de la física del Universo. Un capricho mío o de cualquiera de los míos. Un simple acto de voluntad, y se pueden realizar milagros -dijo Z, también llamado J, y se transformó en un toro, delante de los ojos del ya desesperado profesor.-¿Que mas quieres saber? -Continuó ahora con su nueva apariencia bovina- Sobre la Vida, sobre la Muerte, el Infierno, el Principo o el Fin...



Durante un segundo, el profesor se vio a si mismo flotando en el espacio, sosteniendo una estrella en cada mano y hablando con un toro. Y así cayó la gota que rebalsó su repletisimo vaso. Algo se rompió dentro de el, casi con un sonido audible. Su cordura se cortó como un cable de acero sometido a más tensión de la que podría soportar. Comenzó a disparar preguntar sin esperar las respuestas.

-¿Que es la luz?
-Rayos que nuestros ojos emiten y permiten ver las cosas.
-¿Qué causa los terremotos?
-Son movimientos de la Gran Serpiente dormida.
-¿Que el es Infierno?
-Un lugar que queda debajo del mundo. Donde van las almas de los que mueren. Lo dirige un hermano mio justamente que...
-¿Como empezo el Universo?
-Con un Huevo Cósmico, que...
-¿Un huevo?
-Si, eso dije, un Huevo Cosmico, que...
-Un huevo, ¡Pero Cósmico! -gritó el profesor- No cualquier huevo, ¡Por supuesto! -grito ya mas fuerte el profesor. -¡Bajenme de acá! ¡Me quiero ir! ¡Quiero salir! ¡Basta!

El profesor grito cada vez mas fuerte. Repetía una y otra vez que no, que era imposible, que no podia ser asi, que lo dejen despertar, que lo bajen de ahi.

Z se apiado del pobre hombre y lo bajó de ahi.

Lo depositó nuevamente en la habitacion metálica en donde todavía los esperaba su esposa, y al verlos llegar, y al ver el estado sumamente alterado del profesor, supo cual habia sido el resultado de la excursión. Le dijo a Z en voz muy baja:



-Te dije. Te lo dije. ¿O no te lo dije? Era muy pronto. Colapsó. Pobre, si hasta casi lástima me da.

Z, tambien llamado J, se limito a ignorarla.

Mientras, el profesor seguia a los gritos. De pronto, reparo en la gigantesca esposa de Z. Recordo su nombre y algo en su cabeza se iluminó. Esa revelacion terminó de enloquecerlo. Entre risotadas frenéticas, los señalaba y les decia:

-Pero ¡Claro! Como no me di cuenta! Z, tambien llamado J! Su esposa H, tambien llamada J! Y sus hijos! P, tambien llamado N! A, tambien llamado F! ¡Y no me acuerdo cuantos mas! Ah si si ¡y tu hermano Hades, tambien llamado Pluton! pero si estoy hablando con el mismisimo Zeus! Jupiter! Y Hera! Que tal señora, encantado de conocerla! Mándele saludos a sus hijos, como andan? Estaran enormes me imagino: Poseidon, y Apolo!

Zeus, también llamado Júpiter, se vió derrotado. Con resignación, chasqueó sus dedos, y la habitación se transformó en el dormitorio de la casa del profesor. El pobre temblaba y murmuraba cosas de estrellas y magia. Zeus acostó en su cama al profesor, lo arropó y pasó su mano por sus ojos. Quedó profundamente dormido. Con ayuda de Morfeo, lograron que al dia siguiente todo pareciera un sueño.

Al llegar al Olimpo, Zeus se enfrento a la mirada reprobadora de su esposa:

-Era demasiado pronto, ya lo sabias.
-Tenia que intentarlo Hera. No pierdo las esperanzas.
-Haceme caso, o mejor, hacele caso a lo que te dijo esa sacerdotisa. Te lo dijo bien clarito: "La Humanidad esta perdida."

Hera, que fue llamada Juno por los romanos, durante la Segunda Aparición de los Dioses del Olimpo a los humanos, se marcho con paso magnánimo.

Zeus la miro irse. Sacudió la cabeza acordándose de la sacerdotisa Casandra:


-Que sabrá esa, siempre hablando pavadas.
Nicokramar15 de diciembre de 2017

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