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Cenar Sólo Aún Sin Querer

Soy un cenizo. Tanto, que la mala suerte intenta esquivarme.

Recibí un mail, por error, porqué si no es de publicidad siempre son un error, invitándome a cenar. Sin asunto y de remitente un Nick de mujer cachonda demasiado desconcertante. Cuando más avanzaba en su lectura más crecían mis ganas para asistir a esa cena. Estoy muy sólo.

Empezaba contando que como ya hacía tiempo que hablábamos por el chat, se sentía ilusionada por conocerme en persona -curiosa expresión- pensé. Claramente, aparte de no ser conmigo con quien esta chica se había interrelacionado, eso lo tenía claro, no era capaz de percibir porqué ese encuentro físico era tan relevante si no es, para aprovechar los cuerpos. Inquietud que llamaba a mí puerta con tanta fuerza que debía abrir a prisas al deseo de resolución.

Seguía insistiendo mucho en que la forma de ver la vida que tenía (él, quién no era yo, pues dudo que sepa la forma que tengo de ver la vida si no soy capaz de descifrarla por mi solo) le encantaba. Que le parecía un hombre sincero, romántico e incluso, un magnifico futuro padre -Caray-. Yo, mientras, pensaba como ella podía haber sacado todas esas conclusiones, únicamente, charlando por el chat. ¡Sin conocerle personalmente! Alucinaba en cómo alguien es capaz de enamorarse únicamente escuchando o leyendo, lo que quiere escuchar o leer.

Finalizaba, citándome, el viernes a las diez, en un restaurante de una ciudad no muy lejana a la mía, lo supe por qué lo busqué en google la geografía nunca se me ha dado bien y menos la del cuerpo de mujer y, alegando que para conocernos entre la multitud, excusa barata para ir mostrando sus encantos, llevaría un ceñido vestido rojo. Lo de ceñido me hizo pensar que tendría, al menos, buen cuerpo. El mail incluía, un archivo adjunto que descargue a prisas, en donde se veía ella, con ropa interior tumbada en una cama, acariciándose; dejémoslo aquí.

Siempre había pensado que una casualidad así, nunca pasaba y menos, a personas como yo. Estuve dubitativo, del martes hasta el viernes al mediodía si ir con camisa o camiseta. A última hora, pensando que no tenía mucho que perder le contesté con una afirmación y disculpando mí retraso por una avería en la red local del servicio público.

Al entrar, ya estaba ella sentada en una mesa, para dos, sola. Me convencí de continuar con la mentira hasta donde llegara. Si eso era el amanecer, mejor. Al cabo de diez minutos, ya me tenía pillado. ¿Qué podía hacer? Seguir haciéndome el longui; al igual que cuando eres pequeño y la madre te llamaba a comer y tu estas, inmerso en cualquier cosa que no quieres dejar y vas diciendo: -Ya voy- -Ya te oído- -Ahora vengo-. Hasta que entra tu madre, cansada ya, en la habitación y te pilla con las manos en la masa. No, no era ese el plan. Así que al fin, cuando la realidad empujaba, con una media sonrisa, entre cínica y amable, le dije:
- Si yo, hubiera sido él, tú no vendrías únicamente a conocerme porque eso ya lo hace por el chat. Quiero creer que tú, lo que buscas, es un nuevo amanecer, en compañía y sintiéndote querida, adorada, amada y sobre todo satisfecha. Si quieres, yo lo intento. Si no lo logro, después del desayuno, prometo no volver a molestarte nunca más. Sin embargo, si lo consigo, te doy mi palabra que te dejaré elegir si prefieres que lo siga haciendo, un día tras otro. Y ser tu esclavo o tu amo, siempre y sólo, a partir de las once de noche. O no.

Después de alucinar con el rollo casi filosófico que sin haber preparado solté, se levantó y se fue.

Cené sólo, igual que de lunes a domingo.
Niebla04 de mayo de 2018

5 Recomendaciones

3 Comentarios

  • Lasombra

    !jooooo, yo creía que lo lograrías!
    Saludos!!!

    06/05/18 07:05

  • Remi

    Muy entretenido tu relato. Siempre original Niebla.
    Un abrazo.

    06/05/18 10:05

  • Niebla

    ¡Gracias Regina! Un saludo.
    Lograrlo es decir mucho. Gracias lasombra
    Se intenta Remi, gracias.

    08/05/18 07:05

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