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Cómo No Matar a un Protagonista para Proseguir Con una Novela

Media mañana. Brilla el sol, por fin, parece que el invierno deja respirar a la primavera. El cielo está azul. Esto empieza a parecer un anuncio de compresas. Observo a mí alrededor y solo veo la mano del hombre. El paisaje es de hierro y hormigón, la vegetación es ornamento. No es que siempre me quiera meter con dios, pero es que le hemos jodido el jardín, y bien. Esto no hay milagro, ni inundación bíblica que lo solucione. Somos como una especie de plaga con ansias irrefrenables de construcción. Des de hace, seguramente, ya demasiado.

Medio día. Un tornado ha arrasado Oklahoma. Aunque lo intente mil veces el todopoderoso, acabaremos nosotros antes con el mundo que él. Des de siempre una de mis quimeras ha sido escribir un novela. Bien, mejor dicho, redactar la novela que tengo escrita en mi cerebro. No negaré que quizás lo haya probado en más de una y diez ocasiones, sin éxito alguno. La última vez, cuando estaba ya describiendo uno de los protagonistas principales, lo tenía casi ya definido, con su cara, carácter y proyección. Pues resulta, que me salió rebelde sin yo pretenderlo. Y, hoy, al volver hacer una lectura, por corregir errores y cambiar alguna cosa, observo una frase nueva debajo de la exposición del personaje, que era la siguiente, literalmente: -No me gusta como me has creado- Quedé perplejo. Y allí, empezamos la conversación.
-¿Cómo te gustaría que te hubiera creado?- Le pregunté.
-¡Coño! Qué clase de pregunta es esa. Como le gustaría ser a todo el mundo. Alto, guapo, inteligente, con carisma. Respondió él.
-Ya pero, como comprenderás no todo el mundo puede ser igual.- Le intenté explicar.
- A mí los demás me dan lo mismo. Yo procuro por mí. ¿Entiendes? Me reprocho.
- Eres un ser inanimado. ¿Te das cuenta?
- Eso se lo dirás a todos.
-¡Claro! Todos lo son.
-Si eres tú quién nos da vida ¿Cómo puedes decir esto?
Cerré el ordenador guardando el texto no sé muy bien por qué y me fui a hacer otra cosa, sin saber del todo, qué había pasado.

Media tarde. Miro por la ventana y lo único que veo es el edificio de enfrente, un centímetro de cielo y ni un puto pájaro, ni una triste nube. Me debato entre abrir el ordenador y ver si ese tipo aún está de guasa o dejarlo allí olvidado para toda la eternidad al igual que nosotros cuando nos morimos. Arranco el ordenador y busco el texto, no lo encuentro. Rebusco en todos los documentos, en todas las carpetas e intento rescatarlo de la basura o de cualquier parte. Es imposible. Quizás se ha suicidado. Puede que lo matara yo, inconscientemente.

¿Me hace eso un asesino?
Niebla19 de febrero de 2018

4 Recomendaciones

5 Comentarios

  • Oliviaferrer

    Escribes cosas muy originales, me encantan. No sé, tienes algo diferente que me llama mucho.
    Sencillo y genial.

    19/02/18 09:02

  • Niebla

    Gracias a las dos. Espero no defraudar

    20/02/18 01:02

  • Voltereta

    Cuando los personajes cobran vida, la novela siempre se maneja en dos realidades distintas. Un texto muy interesante.

    Un saludo.

    20/02/18 07:02

  • Remi

    Eres tan innovador a la hora de escribir por eso me fascinan tus textos nada convencionales.
    Yo creo que no le gusto como lo describías y desertó de tu ordenador :))...
    Un abrazo Niebla.

    21/02/18 06:02

  • Niebla

    Gracias Voltereta y Remi

    22/02/18 08:02

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