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De la Siesta y la Muerte

Media mañana. Espero en la consulta del médico los resultados de unos análisis que me hicieron días atrás. Es curioso que a través de la sangre puedan reafirmar mis sensaciones corporales que tantos días llevo arrastrando.

Intento convencer al doctor de que no son normales a mi edad. Siempre he sido un poco hipocondríaco y creo que él lo sabe. Por la frecuencia con la que me ve, más bien, no lo dudo, pues a menudo no me encuentra nada, a vueltas creo que es un mal profesional, sin embargo el no morirme no me ayuda a confirmarlo.

Mientras, a mi lado, una señora mayor, de unos ochenta, espera al igual que yo un propósito para mejorar su disposición, aunque creo que la naturaleza le es más atroz a ella, no siempre siendo así. -Sólo de pensarlo, me pongo malo.-

Entre tanto, entra un señor mayor, no sé descubrir si de su edad, un poco más joven o un poco mayor de 70. El aspecto a veces, no justifica la edad o al revés.

La señora, con aliento cansado, le dice: -Hola Juan- A lo que él responde, muy correctamente, con un Buenos días Luisa ¿Cómo está?- Ella, deja pasar una medio sonrisa y contesta:-Ya ves, ¡Aquí!- cómo resignada de su propio cuerpo. Y añade: - ¿Y María, cómo está?- El hombre sigue unos segundos en silencio como digiriendo la pregunta y contesta:-Falleció el pasado día 6. Se me murió.-

Y ese se me murió entra en la conciencia de la señora como un puñal. Porqué, supongo, a esas edades, la posesión encarna algo mucho más romántico que cuando uno es joven. Un lazo invisible casi indestructible, que sin saber, te arrastra, con fuerza, allí donde el otro va. Quizás por deseo, quizás recelo.

Después de darle el pésame de la forma más profunda que se puede dar y excusarse por no asistir al entierro por falta de conocimiento, se levanta y obvia su visita al médico.

Acto, que hubiera tenido que hacer yo, después de que los malditos resultados volvieran a contradecir las sensaciones de mi cuerpo, y el médico con eso, es como algunos con Dios. Amén.

Te lo debo decir antes que sea tarde:- ¡¿Qué padezco doctor?!-

Medio día. Después de comer me invade un profundo sueño. Me preocupo por creer que no sea la muerte disfrazada de siesta, sin embargo, es tan dulce igual que los besos al principio de un noviazgo, que me dejo llevar por él. No tengo valor ni de despedirme. Únicamente, espero que la muerte sea algo parecido a esto. Pues en dios no creo.
Niebla26 de marzo de 2018

5 Recomendaciones

6 Comentarios

  • Luia

    Bien llevado, bien desarrollado. Me encantó.

    Abrazos
    Lu

    26/03/18 08:03

  • Diegozami

    El preámbulo me gusto, pero me encanto el final.

    Saludos.

    26/03/18 10:03

  • Niebla

    Gracias Lu y gracias Diego

    27/03/18 12:03

  • Oliviaferrer

    Me gusta mucho todo lo que escribes, tanto si es gracioso, serio, más profundo... Todo me llega igual. Me encanta.

    27/03/18 02:03

  • Remi

    Eres capaz de escribir con una gracia que me saca una sonrisa. Tu esencia en tus letras, trasmites multitud de sensaciones en cada escrito. Te felicito, un abrazo.

    27/03/18 07:03

  • Niebla

    Gracias Olivia y Gracias Remi

    28/03/18 04:03

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