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Apatía

Ese día, a las 8 am en punto, transcurrieron en su cabeza dos pensamientos diferentes y distantes a la realidad cotidiana de su vida.
La primera, era el sabor fuerte y amargo del café pegado a sus papilas gustativas sin motivo alguno. La segunda, era el sentimiento nervioso y autodestructivo de que ese día sería diferente a otros, y que de alguna manera u otra, sentiría la muerte cercana a su nuca antes del mediodía.

Pensamientos parásitos alimentados del cansancio y desdén de correr las sábanas para levantarse de su cama. El confort y el sentido de placer que proporcionaban aquellos edredones naranjas y aquella almohada de plumas blancas, eran excusas suficientes para resistirse a los minutos que pasaban y que lo obligaban a empezar sus labores matutinas.

- Hoy no quiero levantarme.

Y así fue transcurriendo el tiempo, mientras sus músculos en estado de flacidez total se encontraban envueltos entre sábanas cómodas y el aire frío e inerte que se colaba por entre las rejillas del aire acondicionado. Sus pupilas fijas y mióticas se encontraban fijas y posadas sobre el horizonte truncado por la silla de terciopelo blanco que se encontraba en frente.

Su cabeza reposada en una esquina de la cama, era el semblante anónimo y a su vez definitivo de que su apatía sería perpetuada con el pasar del tiempo. Mientras aquel pensamiento seguía adherido a su epigastrio, envuelto esta vez, con el miedo acumulado en el cardias.

Pasaron 35 minutos, cuando sonó el teléfono.

- Buenos días, me imagino que aún no te has levantado de tu cama (habló un hombre de voz gruesa al otro lado del teléfono)

- Efectivamente, no me he levantado de ella

- ¿Te has dado cuenta de lo tarde que es?

- Aún no, simplemente no he querido pensar en eso

- Esa no es excusa, es tarde, y debes levantarte, hay trabajo que hacer

- ¿Y si no quiero levantarme? ¿me obligarás?

- Yo no, aunque las reglas empresariales de las que tú tanto dictaminas, creo que sí

- Pues hoy, he decidido ser ajusticiado por el cargo criminal que sea, si quieres, alegas flojera, crisis depresiva o simplemente apatía, pero hoy decidí no moverme

- ¿Y así tan fácil quieres alegar ante el jurado al que se te dictamine? ¿prefieres que una sentencia de un día descontado de trabajo, o peor aún, un despido injustificado, sea la firma que marque el día de hoy por simple, incruenta y desdichada apatía?

- Sí, creo que sí. Si quieres alegar eso, pues hazlo. La verdad no me importa, no quiero levantarme de la cama, y punto

- Eres un maldito ególatra

- Lo sé

- Tus palabras son órdenes entonces, cuenta con una amonestación el día de mañana.

- Ok, entonces que así sea.

Colgó el teléfono, vio sus dedos, y dejó que su mano cayera pesadamente sobre el tapete. El brazo derecho salía del borde de la cama, y su espalda daba con el techo.

- Hoy, odio a la gente (dijo para sí mismo).

Pasaron aproximadamente 15 minutos, cuando el teléfono sonó nuevamente.

- Me he enterado de que hoy piensas faltar a tu trabajo (dijo una mujer de voz melosa detrás del auricular)

- Sí, así es

- ¿Y te has puesto a pensar las consecuencias de ese hecho?

- No, la verdad no

- ¿Y de esa forma me contestas?

- ¿cómo quieres que te conteste?

- No de esa forma precisamente

- Ok, trataré de no hacerlo para la próxima

- Me preocupa tu actitud

- ¿con cuál fundamento?

- Con el único fundamento de que soy una de las pocas mujeres que se preocupa por ti

- Lo tendré en cuenta entonces

- Te estás burlando de mí

- No

- ¿Y entonces qué clase de respuesta es ésa?

- La única que me surgió

- Hoy te pasa algo, lo sé

- La verdad, no

- ¿Y entonces?

- ¿Entonces qué?

- Me estás hartando la paciencia

- Es razonable

- Te dejo, cuando decidas prestar atención a tu alrededor y a la gente que hay en él, te llamaré de nuevo

- Ok

Y ella con un tono seco y contundente colgó el teléfono. Él movió su dedo índice, lo frotó con su dedo medio y siguió como si nada hubiese ocurrido.

Nuevamente el aire frío se coló entre las sábanas, movió la pierna derecha.

En ese instante sonó nuevamente el teléfono.

- Buenos días, lo llamamos de una compañía de bienes raíces, con la finalidad de mostrarle nuestras ofertas inmobiliarias a precios razonablemente económicos con un plan de fidecomiso muy por debajo de nuestras competencias, y con un atractivo método de pago en forma de cómodas cuotas con bajas tasas de interés

- No estoy interesado, ya tengo casa propia

- ¿Podría conocer sus motivos?

- Ya le dije, tengo casa propia

- Igualmente, un bien inmobiliario nunca está de más. Si usted se afilia a nuestro catálogo inmobiliario, podría escoger la localidad de su preferencia y así invertiría en otro inmueble ajustado a sus necesidades personales, sea para disfrute, comodidad o trabajo

- No estoy interesado, gracias

- Tenemos las cuotas más bajas del mercado, con un 10% de interés que le permite aligerar la cuenta y aumentar el tiempo de pago de 5 años a 10 años, claro, todo apegado al margen de la ley y bajo declaraciones juradas de su persona junto a su constancia de trabajo donde se refleje el sueldo que usted devenga

- No estoy interesado como dije anteriormente, no, no, y no

- Bueno, usted en este momento acaba de entrar al 5 % de los entrevistados que no ha aceptado nuestra maravillosa oferta

- Gracias, me complace serlo

- ¿Podría hacerle una última pregunta, si es de su agrado?

- No, no es de mi agrado

- ¿Nos contesta, en una escala del 1 al10, nuestro nivel de atención con para el cliente?

- No quisiera participar en la encuesta, lo deje en claro anteriormente

- Sólo le tomará 5 minutos de su tiempo

- No quiero que me los tomen, simplemente no quiero

- Responda señor

- 1, les doy un 1, maldita sea

- Ok, tomaremos su respuesta en consideración para prestarle un excelente servicio para una próxima oportunidad, muchas gracias por su atención.

- Ok

Y así colgó el teléfono con desdén. Respiró profundo, una gota de saliva corrió entre sus labios, y volvió a la misma posición anatómica en la que se encontraba.

Pasaron 10 minutos y sonó nuevamente el teléfono. Esta vez, se escuchó una voz entrecortada en tono melancólico.

- Dime, ¿tú me amas?

- ¿Ah?

- Contesta, ¿tú me amas?

- ¿Pues qué tanto puede cambiar un sentimiento desde hace 3 días?

- Precisamente por eso te estoy llamando, desde hace días no sé de ti

- No quería escribirte ni llamarte, no me surgió la voluntad, pero eso no desplaza los sentimientos que siento hacia ti

- No me engañas, algo ha sucedido, ¿hay alguien nuevo?

- No, la verdad no

- ¿Y entonces?

- ¿Entonces qué?

- ¿Por qué no me has llamado?

- Ya te lo dije

- ¿Entonces ya no sientes los mismos sentimientos hacia mí, desde aquellos 3 días?

- Te dije que sí

- No me lo demuestras

- Ya te lo demostré con lo que te dije

- Porque yo sí te amo, y me duele mucho lo que me hiciste

- Yo también te amo, ¿pero qué te hice?

- El no comunicarte conmigo

- Ok, pido disculpas

- ¿La comunicación entre ambos se está perdiendo? Dime para ver qué puedo cambiar

- No, sólo no quise escribirte y ya, aún te amo

- Mentiras, siento que no es así

- Ok, entonces no es así pues

- ¿Ves? Ahí lo estas afirmando

- Afirmo algo que tú me obligaste a afirmar

De repente se comienza a escuchar un llanto apagado detrás del auricular.

- No me amas

- Que si te amo, punto

- No, no es así

- Ok, entonces no es así

El llanto se convirtió en un alarido entrecortado

- Te odio, te odio

- Ok, ódiame

Y se colgó la llamada bruscamente. Él quedó con el auricular al oído. Lo colocó nuevamente a su posición original, y siguió acostado.

En cuestión de 15 minutos, lo volvieron a llamar.

- Buenos días, le hablo del departamento de Recursos Humanos

- Sí, dígame

- Le informo que gracias a su falta injustificada del día de hoy, usted queda despedido del puesto que desempeñaba dentro de la corporación, señor

- La falta si se encuentra justificada

- ¿Podría reportarla?

- Sí, apatía

- Esa, no es justificación suficiente para suspender un día de trabajo sin previo aviso

- Para mí si lo es

- Pues, eso no encuentra contemplado dentro de las políticas de la empresa

- Yo formo parte del personal de la empresa, por lo tanto ya pasa a convertirse en justificación

- Formaba señor, le informo que con esta falta injustificable en conjunto a su mal desempeño laboral, usted deja vacante el puesto que desempeñaba en la empresa

- ¿Mi mal desempeño laboral?

- Es así, hemos recibido múltiples quejas de parte de su jefe adjunto, el señor que hoy lo llamó a primeras horas de la mañana, él ha informado que últimamente usted ha tenido múltiples episodios maniaco depresivos durante sus horas laborales, poniendo en riesgo la salud y bienestar del personal que labora en su departamento

- Tener una obsesión con el orden de los lápices, hojas y demás utensilios de oficina, no cuenta como crisis maníaco depresiva

- Pues según el psiquiatra evaluador que forma parte del área de bienestar en salud del departamento de recursos humanos, usted cumple con múltiples criterios como una persona maniaco depresiva que sin tratamiento farmacológico adecuado, puede poner en riesgo la salud mental y física de la gente que lo rodea

- No comprendo

- Esa es señal inequívoca señor, de que usted lo padece. La negación, se encuentra en la parte más difícil del tratamiento

- ¿Estoy en tratamiento?

- Pues es recomendable que acuda a un especialista, para que cuanto antes, usted empiece con él.

- ¡Usted no es quien para recomendarme a donde y con quien debo ir!

- Se encuentra en todo su derecho de reclamar, simplemente pase por la oficina de recursos humanos el día de mañana y se le dará por escrito los motivos de su despido, en conjunto con su cheque con la suma correspondiente a sus días laborados. Me despido, que pase buen día.

Y colgó el teléfono con un sutil silencio.

Ese fue uno de esos días, en donde si motivo alguno, sin razón alguna, una serie de emociones y circunstancias injustificadas y muchos menos esclarecidas, se entrecruzan y se convierten en amenazas contundentes a la estabilidad mental y física. Se han de convertir en múltiples maniobras inequívocas de una perfección imperfecta de un presente ausente de cambio y que se resiste a minutos foráneos de una realidad alterna. Simple rutina que se convierte en sentimientos y acciones continuas, carentes de equivocaciones y cambios.

Cualquier sensación o actitud extraña a la que siempre se acostumbra, se convierte en un puñal al raciocinio colectivo y se transforma en caos en cuestión de segundos.

- ¡Un caos injustificado, ordenado e impuesto sobre mi existencia!

Y así fue tal el disgusto, que el hombre se levantó de su cama, sin importar el motivo y el por qué. Su apatía se convirtió en ira y disgusto.

Se acercó hasta el teléfono, lo tomó entre sus manos y lo arrojó a la pared. Múltiples y pequeños fragmentos de plástico color blanco, dieron a dar al piso: el cable, los tornillos, las tuercas, los números, el auricular, todo fue a esparcirse en la habitación. Todo se convirtió en un cementerio escueto de una realidad marcada por el desdén y la desdicha.

La ira, es el peor consejero del día.

Se acercó a la cocina, hizo café, y lo bebió de un jalón. Se recostó a la pared, y sintió como el odio se acumulaba en su estómago.

- Maldita sea (dijo para sí)

El café oscuro, oliente y amargo, quedó acumulado en la taza. El mal sabor se había colado en su lengua, y él lo escupió. Escupió todo el café que había tomado y deseó vomitar. Vomitar ese conjunto de sentimientos y emociones acumuladas, ese trozo de realidad maltrecha que se convirtió en un deforme caos foráneo y ajeno a la cotidianidad de su vida, deseó con todas sus ansias desaparecer y convertirse en otro individuo, en irse lejos, en aceptar la oferta de inmueble que le habían ofrecido en horas de la mañana.

Pero recordó que había destruido el teléfono. Y la ira estalló en sus venas, y palpitó su carótida.

Pasaron 45 minutos desde el último momento que había estrellado el teléfono contra la pared, él recordó haber visualizado por el rabillo del ojo a las manecillas del reloj que colgaba sobre su cama. En 45minutos, su vida se había vuelto añicos.

Y así mismo, bajo el calor de una mañana convertida en mediodía, tomó el periódico y comenzó a hojear la sección de clasificados. Debía empezar de cero, esta vez sin referencias personales y sin llenar la información en planilla de empleos previos.


Nigth1401 de marzo de 2014

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