TusTextos

Corazón Delator...!!

Cuando todo se encontraba perfecto en su sitio, cuando la iluminación del cuarto se entrecortaba con mi rostro, cuando las luces medio encendidas de las velas aún tiritaban al fondo, yo decidí desnudarme.

Me despojé de toda mi ropa, y quede completamente desnudo.

Ahí me encontraba, ínfimo y vulnerable ante cualquier mirada tuya, ante cualquier roce, ante cualquier caricia que decidiera alejarse de tus dedos y caprichosamente aterrizara en mi piel; mi mirada se estrelló con el suelo, pues la vergüenza de haberme expuesto de esta forma, sencillamente no tiene comparación alguna.

A mi nariz llegó el olor de tus pensamientos, y en mi mente cruzaron miles de recuerdos anteriores. Sin embargo se disiparon en la niebla del pasado al volver a cerrar mis ojos.

- Aquí me tienes, supongo que era esto a lo que querías llegar ¿no?

Mi corazón, comenzó a latir, “bum-bum”, así sonaban cada una de las contracciones miocárdicas, sentía como la sangre que se eyectaba, chocaba contra las arterias. Mi mente quedó en blanco, sólo mis labios eran los únicos que se encontraban adheridos a esta realidad subjetiva, ellos con su temblor nervioso, te daban directamente una idea de cuan realmente inestable y frágil se encontraba mi alma.

Mis manos se entrecruzaron en mi sexo, se encontraban sudorosas y emanaban un calor infrahumano que podía olerse a miles de kilómetros.

- Es el olor hormonal (me dijiste)

La yugular, esa, esa si era la rebelde, esa era la que se encontraba exaltada desde el primer momento que entré al umbral del cuarto, esa era la independiente y la única que dejaba entrever las verdaderas razones que dicta el alma, y los miedos que esconde la mente; la yugular, precisamente en ella, tus ojos se clavaron.

- Te tiembla (me dijiste)

Pasaron unos minutos, de eso me pude fijar al mirar el reloj de enfrente: sus manecillas habían girado a la derecha. Quince minutos aproximadamente, dijo para sí, mi lengua.

- ¿Y ahora? (te dije), aquí me tienes

En cada una de las palabras que exhalaba, se podía inferir el temor mezclado con lujuria, con deseo; mi ego se había rebajado a esta simple imagen mortal: encontrarme desnudo, entre tantos clichés aberrantes de lo que podemos llamar “erotismo”. Mi cabeza revoloteaba, sentía el aleteo en mi oídos, y en mi nariz podía sentir como la piquiña ascendía hacía mis ojos. Se me nubló la vista. Cerré los ojos, y dejé que los minutos decidieran por mí.

Y así fue como sentí aproximarse un calor externo, mis oídos sintieron otro “bum-bum” que se acercaba cada vez más, podía oír como el sonido eyectante de sangre se acercaba más y más a mi territorio carnal, a mi cuerpo. Podía inferir con los sonidos, su ubicación exacta, sus contracciones, su sístole, su diástole.

Mis labios temblaron, aún más arrítmicos.

Las pisadas se mezclaron con el olor del fuego proveniente de las velas, con el silencio del cuarto, con el sonido de tu corazón, con el color rojizo de las sábanas, con el frío del aire acondicionado, con el “mute” del televisor, con el sonido lejano de la ducha abierta y el agua fría salpicando el piso del baño, con mis vellos erizados, con el aleteo en mis oídos, con mi temor aferrado a los deseos lujuriosos de mi cerebro, con el temblor de mis dientes, con los chasquidos de mis párpados.

Todo, absolutamente todo, se encontraba empastado dentro de una masa compacta y homogénea de emociones y vivencias, que de por sí solas, sólo eran artilugios terrenales sin sentido alguno, y que ahora pertenecían al plan improvisado que el destino me tenía contigo. O que yo mismo me decidí crear, o que tú decidiste interponer.

Y pasó.

Tu lengua poco a poco fue a parar a mi cuello, tu corazón latía al unísono con el mío, tus miedos se complementaron con los que en mi mente surgían, tus miradas por detrás de tus párpados cerrados, chocaron de frente con las mías. Perplejos ha de haberse quedado los segundos, en donde tus dedos decidieron entrecruzarse con los míos.

- Te quiero (exclamé suavemente, entre movimientos labiales un poco torpes, que decidieron escapar de mi boca, justamente cuando bajé mi rostro).


El día anterior, te llamé, te había visto par de veces, es verdad. Había fumado un cigarrillo contigo en tres oportunidades, nada importante, nada elocuente. En ciertos momentos en que decidiste darme una taza de café, mi mente se perdió en los labios de la chica de enfrente, y los pensamientos del chico de al lado. Realmente no me importabas, sólo eras parte del humo del cigarrillo.

- Paga la cuenta, quiero irme (te dije entrecortadamente)
Tú me veías fijamente, sentía tu mirada escrudiñando cada uno de mis terrenos espirituales. Mis pensamientos se reían burlonamente de cada una de tus acciones.

- No puedo creer que te encuentres viéndome de ese modo, conozco esas miradas (me dije a mi mismo)

Seguimos caminando, nada especial, un farol de luz, dos cigarrillos más, un timbre de teléfono, una llamada que considere oportuna, dado el lapsus de tiempo de aburrimiento máximo que me encontraba compartiendo a rastras contigo.

- Eres realmente una mierda (me decía mi cerebro)

Yo me reía para mí mismo.

- ¿Quieres que vayamos a tomar algo más? (me dijiste)
- No quiero, debo irme a casa
- ¿Pero, seguro? ¿Otra taza de café?, ¿un chocolate?
- No me interesa, ¿cómo te lo explico? (fueron las palabras que exclamaron mis labios)

Tus ojos perplejos, me miraron sorprendidos. Mi indiferencia fue completamente aplastante.

- Te puedo dar otro cigarrillo, si quieres (te dije).

Hasta el día siguiente, por cosas del destino: quizás por la brisa nocturna, quizás por mis rebeldías inconclusas e injustificadas, quizás por mis inmensurables llantos durante todo un año, quizás por los miles de inviernos que lloré frente a la ventana y los miles de veranos en que mi mente escapaba con alguien que nunca había llegado a conocer.

Quizás ese día la vida quiso pagármelas caro, quizás el destino no tenía dinero con que cobrarme mis desdichas.

La única razón probable, es que quizás no exista, e injustamente deba y tenga que aferrarme a la idea de que fui capaz de enamorarme justamente cuando me encontraba desnudo, sin ropas, ni artilugios que encarcelasen a mi alma, y en el preciso momento, en que oí tu corazón latir.

Esas, esas fueron las razones de las porque hoy, decido hacerte dueño de cada uno de mis gemidos escondidos tras minutos de vergüenza y vulnerabilidad mortal. Esas quizás son las únicas razones lógicas por las que mi aliento aún grita tu nombre.


Nigth1410 de agosto de 2011

5 Comentarios

  • Grekosay

    Saludos:
    Has descrito, con una intensidad que desbordaba la página, un acto de vida. En esa mezcla confusa de dejar atrás el miedo y confrontar el deseo...recuerdas los detalles con un precisión maravillosa. Atmósfera y acción. Creeo haber leído un texto íntimo, haber descubierto, con cierta timidez, que la vida es una ventana abierta a la libertad. Te expreso mi agradecimiento por cuanto aquí aportas, pero sobre todo, por ese sentido de la búsqueda tan intenso que te humaniza y rompe eternos miedos que aún flotan en el ambiente. ¡Excelente, saludos! Gracias.

    10/08/11 08:08

  • Nigth14

    grekosay, es un placer verte por estos lados, debo admitir que tenía tiempo sin entrar a la página, y muchos más que no escribía; debo decirte que tu comentario es un grandísimo elogio.

    y sí, desde hace tiempo he querido alejarme de ese tinte humano que tú mismod escribiste, pero creo que inconscientemente él vuelve a mí hahaha, me tocará aprender a convivir con él, muchísimas gracias por leerme y comentarme

    10/08/11 08:08

  • Nigth14

    hola deadname, pues sabía que alguien en algún momento me diría eso, y estoy completamente de acuerdo contigo "hay un abismo bestial entre el relato de poe, y el mío".

    en primer lugar, es bueno recibir críticas negativas, realmente me gusta recibirlas en muchos aspectos, así que gracias por eso.

    pues mi intención nunca fue comparar mi texto con el de Poe, me vas a disculpar, que tengan el mismo título, no quiere decir que sea la misma temática. Admito que hoy precisamente, desperté leyendo ese relato; sin embargo no fue él, el que me motivo a escribirlo.

    y pues si ha de compararse, creo que ambos tienen algo en común, la bajeza en que es capaz de caer el ser humano, y lo vulnerable que se convierte el alma en cuestión de segundos, al final de cuenta en ambos relatos, el alma del narrador se entreve y se mezcla con el conjunto de sensaciones y situaciones que lo rodean, convirtiendose en esclava de sí misma, y eso ha ocurrido acá.

    mi intención tmpoco unca fue sorprender con mi texto, es algo que me sucedió, sentí que debía tener ese nombre y punto, sólo quería compartirlo, nada más.

    muchas gracias por pasarte por acá y por tan valioso comentario

    11/08/11 03:08

  • Grekosay

    El ojo del ser humano es como un microscopio que le hace ver el mundo más grande de lo que realmente es


    Khalil Gibran

    11/08/11 08:08

  • Alexo

    muy bueno, me imagine cada palabra, fue un gran sueño.

    18/08/11 11:08

Más de Nigth14

Chat