Decidí asumir mi rol de rata de laboratorio, para así terminar de comprender que la mente humana es un remolino de ideas y pensamientos que nunca terminan de esclarecerse a tiempo. Sólo se conforman con aparecer y atormentar la lucidez del más mínimo mortal.

- ¡¡ Y sé que tú eres el culpable de todo esto (le grité al ordenador), sé que eres tú con tus pensamientos y actitudes freudianas las que convierten a mi mente en una rata de experimento!!

Pasaron dos días más; el encerramiento dentro de aquel cuarto me había hecho sudar hasta los calzones, hasta el último poro de mi piel transpiró el olor a ranciedad que tanto había temido hasta aquel momento. Así que decidí desnudarme.

- Desnudo se piensa mejor (me dije a mí mismo)

Me despojé de mi camisa blanca a rayas, de mis blue jeans desgastado, de mis calzones blancos, y obviamente de la vergüenza a mi propia desnudez.

De repente comencé a sentir un frío desgarrador, un frío de esos que se meten por cada rincón posible de aquel concreto que formaban las paredes.

Pasé dos horas frente al ordenador, y ninguna idea me cruzó la mente.

- Me he dado cuenta que el mundo llora cada vez más a menudo
- ¿Tú crees eso? (pregunté)

- Ahora toda la gente es triste, hasta la naturaleza se revuelca dentro de su propia tristeza

- Yo no la llamaría tristeza, prefiero decirle aburrimiento. Ser aburrido está de moda, es chic, es postmodernista.

- ¡¡Pero si hay tantos colores que manchan las ropas!!

- Y tantas ropas que manchan el cuerpo del hombre, por eso hay que deshacerse de ellas y quedarse completamente desnudo, como yo; así los pensamientos y sentimientos fluyen correctamente

- Pero creo que la ropa es necesaria, por lo menos en tu caso, para ocultar la erección que tienes al verme los pechos.

Vi en dirección a mi pene, y observé que en efecto tenía una erección.

- Creo que son cosas inconscientes que les suceden a las ratas de laboratorios ¿no? (dije apenado)

- Quizás fue por el frío cariño, suele suceder.

- Entonces mejor me cubro nuevamente

- ¿Para qué?

- Para que no veas mi erección, me da mucha pena

- Si nadie está viendo nada

- Tú la estás viendo

- No me molesta hacerlo, además el cerrojo de la puerta está cerrado, desde hace un mes y varios días cariño.

No contesté.

- Entonces sigue viendo mi erección y me importa un carajo lo que pienses

Emitió una risa descarada

- Era de esperarse de un ser traumado y creativo como tú

- ¿Tan creativo que no crea ni una historia coherente? (contesté)

- Tan creativo que crea circunstancias donde no las hay, y las borra donde si las hubo.


Miré de reojo al ordenador y decía claramente con marquesina violeta “el mundo sin erecciones no es mundo”.

Las ideas sicológicas de lo correcto e incorrecto dentro de la mente de una persona, se subrayaron en mi neocortex, como palabras parafraseadas de un libro de biblioteca polvorienta y olvidada por el tiempo. Me senté en el diván y mantuve los ojos bien abiertos. Mis párpados se fijaron en el cuadro de un barco que naufragaba entre olas inmensas de algún mar del planeta tierra, era de noche y a lo lejos se divisaba la constelación de virgo y una que otra estrella perdida en el espacio.

Una tripulación de no más de cinco navegantes, se encontraban cerrando las velas y guardado los barriles al interior de los camarotes. Un capitán con una espesa barba negra se encontraba gritando a todo pulmón: ¡¡que cierren las compuertas!! mientras un viento feroz proveniente del este arremetía contra el barco como una pantera.

La cara de “no saber qué hacer en este momento” de todos los tripulantes era totalmente aterradora, tanto así que sentí un escalofrío que me llegó hasta la nuca sin saber porque.

- ¿A quién se le ocurre navegar bajo la constelación de virgo? ¡¡Debían seguir la estrella del norte, no la de virgo!! (grité al capitán).

Nunca recibí respuesta, porque al parpadear ya me había dado cuenta que él se había metido al camarote y que la tormenta no era más que un simple viento del desierto que se descarriló de su rumbo normal.

- Mejor me duermo, así dejo las ganas de escribir para mañana en la tarde.

Y así fue.

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5 Comentarios

• 

  Aroint

  Te has convertido en un maestro de pintar la demencia interior, esa batalla entre el ego y el corazón, entre las brumas de la dicotomía.
  
  Me parece un relato soberbio... además de virtudes que ya tenías, como la de la fuerza de tus escritos asi como la adicción que crean, en espera del siguiente capítulo, esta vez la forma de profundizar en la psique del escritor lo hace un relato sublime.
  
  Además ando últimamente reflexionando hasta que punto el autor se convierte en la creación de su obra, hasta escribí un poema... asi que ha sido una grata sorpresa encontrar estos elementos en tu relato.
  
  Un abrazo y cuídate.

  07/02/10 08:02

• 

  Nigth14

  aroint una grata sorpresa fue para mí, el saber que sigues mi relato y me dedicas tan honorables palabras. muchísimas gracias por regalarme tal comentario.
  
  es un gran honor,sinceramente. saludos compañero y espero que sigas este minirelato,para saber hasta la última gota de tu opinión, sería un grato honor.

  07/02/10 08:02

• 

  Alumine74

  Sigo compenetrada, me entretiene la lectura que desarrollas.
  Verdad que nada cuesta colarse en tus letras Marcos
  Un abrazo
  Te sigo leyendo con todo gusto
  Un beso

  07/02/10 09:02

• 

  Nigth14

  alumine, muchas gracias por pasarte, y pues es un honor el saber que te entretienen mis creaciones.
  
  saludos y un beso te mando!!

  07/02/10 09:02

• 

  Danae

  La razón engendra monstruos ... y la imaginación?
  Me parece tu relato monstruosamente original y bien escrito, Nigth.
  Dónde termina el ensueño, en qué punto el escritor es capaz de plasmar los alumbramientos o engendros de su mente tamizados por su sensibilidad?
  Es su creación un producto o una réplica de sí mismo?
  Qué es antes? El narrador o la narración?
  Bueno, pues esto de verdad me interesa. Sigo leyendo, estoy ya enganchada ...
  

  09/02/10 02:02