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Tristemente Suyo

Queridísima señora.

A fe de no creer justa la excusa, sobre el muerto o el matador,
me urge saldar el error, por si hubierais quedado confusa.

Nunca en mi se oyó duelo o reto, nunca falté a mi corazón,
más, hay gentes que, al dolor, echan sal hasta los huesos.

Me es urgente explicar mi labor en este entuerto,
que me admitió presto, sin voz para negar.

Me fueron llamados a un establo donde elegir arma,
a fe que sentí el alma, casi, quedar con espasmo.

Armado y con la cuenta hecha, se apagaron las luces,
disparo y ruidos como de legumbres borboteando sin tregua.

Doy fe que era su marido que había apagado su rechinante voz,
pues tal fue la coz del penco al que había herido,
que fulminado cayó, sin replica ni derecho.

A fe de enmendar, si pudiese, tal cumulo de despropósitos,
quede en voz mi hombro como depósito, de su insufrible penar.

Tenga a bien estimar que por usted hubiera muerto,
y que así quedará ungido mi pecho, hasta que usted vuelva a amar.

Aman de Vil y Cisneros.
Tristemente suyo,

Notsoeasy21 de junio de 2016

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