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Concierto Entre Cuatro Paredes.

En el nombre de la vida inventó un público en el que no se reflejaba sino que él se reflejaba en ella. Y danzó para ellos en un último estertor que se adueñó del concierto. Las paredes no tenían las fotos de sus ídolos sino que eran espejos que la enfrentaban a su propia imagen. En el entierro de su “realidad” bailó sobre su propia tumba. Para no sentirse vacía, para no perder la cordura. Brilló en la oscuridad, y la oscuridad brilló para ella.
El asesinato de su vida era otra vida que la mantenía con vida. No esperó a que el público pidiera otra, porque sabía que podría dar algo más de sí. Nunca es la última sino la penúltima… antes del derrumbe. Cuando Dios la había abandonado, las tinieblas fueron su esperanza. El diablo abrió la puerta, y la tiniebla divina de su presencia inundó el cuarto.
Pataleó y pataleó, con una bolsa de plástico en su cabeza. La sofocación le inventó un mundo onírico, que era el efecto de la materia de su vida… podrida… sin acto.
Con la autoridad de un Dios saltó al vacío y se hizo millones. Un jardín florido le robó una sonrisa y los colores pintaron el vacío blanco. Ningún vacío nunca fue nada.
Yo no puedo matarla. ¿Y tú ?. Algo sabemos.
Oblomov04 de junio de 2015

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