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La Verguenza de Escribir

Cuando escribo siento vergüenza. Necesito despejar mi camino de las huellas de mis ídolos. ¿Será que yo también necesite asesinar mis propios ídolos? Mis ídolos se yerguen en el panteón de los que han sabido pensar por cuenta propia. Mi falta de talento me hace sentir desnudo frente a los embates de la inseguridad. Desconozco las razones de los efectos producidos por los muertos que admiro (importancia de leer biografías), y eso hace que mi admiración aumente y me haga más pequeño a mi.
Temo por mi futuro, es decir, el futuro de mi cuerpo. ¿Es necesario hablar de mis dolores?, ¿o de mis temores?. ¿No será mejor que sean inductores pero no protagonistas de lo que escribo?. El secreto está en el ocultamiento, es decir, en el disfraz. Puede haber relaciones que expresen el miedo, o relaciones que expresen la inseguridad de un discurso tan frágil que reviente por todos lados.
Me da vergüenza hablar con un lenguaje prestado. Hay que escribir, muchos años. Y luego….morir, o incluso ir muriendo a medida que escribo.
Creo que soy un verdadero mutante. MI cuerpo es vidrioso, y se quiebra por todas partes. Mi estómago es estrecho y ulceroso. Y si hablo mucho se me va la voz, porque canté demasiado, para mí, nunca para otros. Estoy lleno de cosas abortadas, sin sentido, que solo hice por placer, para lastimarme sin saberlo, para entregar mi cuerpo en sacrificio. Evidentemente necesitaba estar ido.
Conocer mis debilidades, hasta dónde llego. Mierda, nunca voy a saber eso. Conocer mi debilidad es transitarla, experimentarla, abrazarla, hacerla fuerte, vivaz, más rápida que el pensamiento. La fuerza de la debilidad.
Tuve la desgracia y la suerte de creer haber encontrado lo más interesante que pueda haberse dicho. Ahora tengo que tener la valentía de dejarlo ir, y callar. Que quede ahí, como entelequia, como algo a lo que tiendo, en silencio, callado, sobre mi callado, mis dolores ayudan a economizar, y la economía reduce el derroche. Todo creador es un tacaño, y a la vez un donante. Mierda, todo esto se dijo, y mejor. El artista cubre sus huellas, aclara, y el don se disfraza, lucha con la grandeza que lo precede, con las armas de esa grandeza. Toda gran obra es guerra de guerrillas. Y por sobre todas las cosas: traición. Pólvora mojada con la que creo. Pero…¿qué creo?. Ya veremos. El apuro del artista debe ser el pensamiento, nada concreto por el momento. Hasta que reciba el llamado.
Oblomov03 de junio de 2015

2 Comentarios

  • Luia

    "Hay que escribir, muchos años. Y luego….morir, o incluso ir muriendo a medida que escribo."

    Lo has dicho y es cierto. También se suele escribir para no morir.

    Cariños

    Lu

    03/06/15 11:06

  • Oblomov

    Gracias por tu aporte Lu.

    Saludos.

    Oblomov.

    04/06/15 01:06

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